La larga historia artística de las botellas de perfume

La larga historia artística de las botellas de perfume

  • La historia de los aromas es efímera.

Al fin y al cabo, el olor de los lirios prensados de las orillas del Nilo o del precioso ámbar gris, que en su día valía más que el oro, son difíciles de imaginar si nunca se han olido antes.
Aunque el aroma de los delicados ingredientes de los perfumes se desvanece con el tiempo, quedan innumerables ejemplos de exquisitas botellas de perfume que nos recuerdan la historia del sentido más olvidado. Desde el antiguo Egipto hasta el París moderno, la historia de los frascos de perfume se entrelaza con la historia de la fabricación del vidrio, así como con movimientos artísticos y los usos específicos de los perfumes de cada cultura.
Aunque el uso deliberado de esencias existe desde hace miles de años, algunos de los primeros perfumes destilados y mezclados aparecieron en la antigua Mesopotamia, India y China. De los recipientes para perfumes que se conservan, los ejemplos del antiguo Egipto se remontan al menos al Imperio Medio.
Los egipcios daban a los perfumes un uso tanto religioso como cosmético. Estos perfumes eran famosos en todo el Mediterráneo antiguo y se exportaban como parte del comercio regional. Algunos ingredientes comunes eran el lirio, el cardamomo, la canela y la mirra.
Las botellas de perfume del antiguo Egipto eran delicadas y bellamente elaboradas como recipientes simbólicos para que los ricos guardaran sus cosméticos personales. Estos recipientes podían estar tallados en piedras como el mármol travertino o moldeados en loza (un tipo de cerámica utilizada en artículos de lujo). El vidrio coloreado era otro de los materiales más utilizados para los recipientes de cosméticos y perfumes en el antiguo Egipto. Se elaboraban mediante un proceso llamado “técnica de núcleo“, en el que se sumerge una forma blanda en vidrio fundido en el extremo de una varilla. Una vez que el vidrio se endurece alrededor la forma, se raspa la forma interior blanda para crear un recipiente hueco.
Este antiguo proceso de fabricación de vidrio se desarrolló en Mesopotamia y se extendió hacia el oeste hasta Egipto. Los artesanos del Egipto de la dinastía XVIII (el periodo comprendido entre el 1549 y el 1292 a.C.) eran famosos por sus exquisitas piezas de vidrio formadas a núcleo, a menudo con motivos rayados de muchos colores. Este estilo de fabricación de vidrio se extendió a la Grecia clásica. Conocidos como alabastrones, estos frascos de perfume podían tener forma de frasco o de ánfora. La loza y la terracota también se utilizaban en la antigua Grecia. Las formas exquisitas, desde conchas hasta pájaros, muestran la variedad de recipientes disponibles para aquellos que podían permitirse perfumes lujosos y una fina artesanía.
La invención del vidrio soplado
Eventualmente, las vasijas con núcleo fueron reemplazadas por la invención del vidrio soplado. Los artistas sirios desarrollaron este proceso durante el siglo I a.C. A partir de ahí, al igual que la formación de núcleos, la tecnología se extendió al Imperio romano, que se encontraba en un momento de rápida expansión. Según la mayoría de los testimonios, los romanos de clase alta eran entusiastas de los perfumes, y se ungían desde el pelo hasta los pies. Esta moda de los aromas era vista por algunos como una falta moral. Plinio el Viejo escribió: “Los perfumes sirven para lo más superfluo de todas las formas de lujo; porque las perlas y las joyas pasan, sin embargo, al heredero del portador, y la ropa dura algún tiempo, pero los ingredientes pierden su aroma enseguida, y mueren en la misma hora en que se usan… Todo ese dinero se paga por un placer que disfruta otra persona, pues una persona que lleva un aroma sobre sí misma no lo huele”.
Sea o no una falta moral de los romanos, la moda de los perfumes exigía la producción a gran escala de frascos de perfume. El vidrio soplado abrió una nueva forma de arte. El soplado de vidrio, más translúcido y más rápido de producir que el vidrio moldeado o el formado a núcleo, fomentó una industria en rápido crecimiento y siempre creativa dentro del Imperio. Los romanos usaban vidrio para las vajillas, la joyería y, por supuesto, para los envases de cosméticos. Además de su belleza, estos frascos de perfume de vidrio soplado no eran porosos y eran relativamente asequibles.
Lujo medieval y renacentista
Tras la caída de Roma, Europa entró en la Edad Media. Aunque a menudo se considera erróneamente como una época oscura, muchos de los conocimientos científicos se descuidaron y solo se revitalizarían en el Renacimiento posterior. Sin embargo, el famoso filósofo, astrónomo y médico persa Ibn Sina (también conocido como Avicena, vivo entre los años 980 y 1037 d.C.) desarrolló y dio a conocer un proceso para destilar aceites esenciales florales. Este proceso supuso una mejora de los perfumes más antiguos, en los que los ingredientes se trituraban y se mezclaban con aceite. Una variante del proceso de destilación articulado por Ibn Sina también se utilizaba en la antigua India, probablemente desde el año 3000 a.C.
Aunque las tradiciones de perfumería india y persa siguieron floreciendo, no sería hasta las cruzadas cuando se reavivó el interés europeo por la elaboración de perfumes. Tanto los viajes militares como los comerciales a Tierra Santa introdujeron a los europeos a los attars (aceites esenciales botánicos), en particular una destilación característica de las rosas. También fueron reexpuestos a los aromas de origen animal, como el almizcle (secreción procedente del ciervo almizclero), la algalia (procedente de la civeta) y el ámbar gris (secreción de los cachalotes).
La producción de perfumes en Europa se afianzó a finales de la Edad Media. Se crearon gremios de perfumistas para hacer crecer (y proteger) la incipiente industria, que dependía estrechamente de la realeza y sus cortes. A finales del siglo XIV, los perfumistas de la corte húngara crearon el Agua de Hungría, un perfume que mezclaba los tradicionales aceites aromáticos con alcohol. El perfume a base de alcohol fue perfeccionado por los italianos en el siglo XIV: el aqua mirabilis (agua maravillosa) resultante era un potente brebaje perfumado. La necesidad de embotellar estos lujosos perfumes coincidió con la creciente industria veneciana del vidrio.
A finales de la Edad Media y en el Renacimiento, los perfumes sólidos se guardaban en pomanderes y se llevaban sobre el cuerpo, mientras que los líquidos se guardaban en exquisitas botellas…