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¿Cuál es el peligro real del regreso a clases?

La diferencia con las grandes potencias imperialistas como EE UU y Gran Bretaña, reside en la estrategia que unos y otros adoptaron frente a la pandemia. El primer grupo desechó desde el primer momento la “inmunidad de rebaño” y apostó decididamente por los métodos que aconsejan la ciencia y la medicina modernas; el segundo grupo hizo suya esa estrategia y los resultados están a la vista. De aquí se desprende que la campaña mediática en pro de la apertura de empresas y centros educativos es la misma “inmunidad de rebaño” vestida con ropaje distinto: los obreros y estudiantes que tengan que morir que mueran, pero hay que salvar las utilidades de la gran empresa privada.
Sobre los daños psicológicos a niños y jóvenes que maneja la campaña en marcha, hay que decir que no son nuevos; han existido siempre y nadie ha probado, mediante estudios rigurosos, que hayan sufrido un incremento peligroso a raíz de la pandemia. Reconocidos especialistas críticos sostienen que tales argumentos, aunque ciertos en sí mismos, están intencionalmente exagerados en número y gravedad para obligar a padres y madres a arriesgar la vida de sus hijos a cambio de su salud mental y de una supuesta educación de calidad. La revista médica británica BMJ escribió en febrero de este año que la respuesta del Gobierno británico a la pandemia “podría calificarse de un asesinato social” (World Socialist Web Site, del 3 de abril); la misma página digital denunció el 24 de marzo: “Facebook amenaza a grupos de maestros que se oponen a insegura reapertura escolar”. Lo que viene a reforzar la conclusión antedicha.
No está a discusión si nuestros niños y jóvenes deben ser rescatados de la inactividad intelectual, de la pésima educación “virtual”, del daño psicológico, anímico y relacional que les pueda causar la ausencia de sus maestros, amigos y compañeros. La duda radica en si en verdad no hay otro camino que exponerlos al contagio y a la muerte a cambio del retorno a la vida normal a que tienen derecho. Y la respuesta contundente es: NO, no es el único camino. Por principio de cuentas, nunca habríamos llegado a esta disyuntiva mortal si el Gobierno hubiese adoptado desde un principio la estrategia seria y responsable de China, Japón o Corea del Sur; pero ya que estamos en la encrucijada, el Gobierno está obligado a vacunar a todos los niños y jóvenes antes de decretar el regreso a clases; a remozar todos los planteles, patios de recreo y aulas; a garantizar el control del estado de salud de cada estudiante antes de ingresar a la escuela y las medidas de seguridad e higiene básicas para alumnos y maestros. Hoy, nadie está en condiciones de garantizar que todo eso existe o que estará disponible a tiempo.
Hay cifras de sobra para documentar que la deserción escolar en México es catastrófica; que la educación virtual es pésima en general y que en muchos lugares es imposible por falta de los dispositivos electrónicos necesarios o por insuficiencia económica de la familia; las madres solteras con hijos sufren doble daño, la falta de educación de sus hijos y las dificultades para salir a ganar el sustento. Aprovechándose de todo esto, el presidente López Obrador y su secretaria de Educación Pública ya anunciaron que en poco tiempo se reanudarán las clases presenciales, pero nada dijeron de la seguridad de alumnos y profesores. Y el peligro es real: durante el tiempo que lleva la pandemia, casi 50 mil niños y adolescentes se han contagiado de la Covid-19, y la evidencia empírica muestra que la convivencia escolar eleva los contagios hasta en un 40% (EME/EQUIS del 24 de marzo). Además, aunque jóvenes y niños parecen curarse fácilmente, pueden tener secuelas duraderas y graves, por ejemplo, un daño permanente en los vasos sanguíneos que podría provocarles un infarto cardíaco mortal a los 30 años, según el especialista alemán Dr. Drexler. Pero la secretaria de Educación Pública afirma tajante: “Es una cuestión de salud mental” (EME/EQUIS, 24 de marzo). Se limita a repetir, pues, el espantajo ideológico de los partidarios de la “inmunidad de rebaño”.
¿ Y qué dicen a todo esto los estudiantes, los verdaderos afectados por estos chalaneos científico-ideológicos de los cruzados de la “inmunidad de rebaño”? Solo he escuchado una sola voz en el desierto, sensata, exacta y que formula la cuestión en términos precisos e indiscutibles. Es la voz de Isaías Chanona Hernández, líder de la FNERRR (Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez”), que sostiene: queremos y debemos volver a las aulas, pero no queremos ir al matadero. Exigimos que primero se nos vacune a todos. (FACTOR NUEVE del 25 de marzo). Por mi parte, comparto sin reservas esa postura y ojalá reciba todo el respaldo que merece de parte de todos los estudiantes mexicanos que lean o escuchen ese pronunciamiento de Chanona.