QUIJOTE

No somos iguales

El presidente de la República en una de sus conferencias mañaneras posterior al día 8 de febrero en que se reincorporó a sus actividades públicas después de haber cursado por un cuadro de Covid 19 dijo que él es como millones de mexicanos que han tenido que sufrir esta enfermedad.
Y en un discurso populista insistió que él es como millones de mexicanos que tienen que salir a trabajar a pesar de la pandemia.
En su encierro obligado por padecer la enfermedad del Covid, el presidente Andrés Manuel López Obrador llegó a la conclusión de que él es como millones de mexicanos que tienen que salir a trabajar, a pesar de la pandemia, y por eso se contagió. El mandatario asegura que no se puede vivir encerrado. “Ni modo que me quedara todo el tiempo encerrado. Me cuidé, guardé mi sana distancia, pero me tocó”.
Bueno, El presidente López Obrador no se contagió por tener que salir a trabajar. Se contagió por irresponsable, punto.
En este país, en el que a causa del coronavirus han fallecido más de 174 mil mexicanos, de acuerdo con las cifras que ofrece el propio gobierno, y que seguramente se incrementará al hacer la actualización con datos del Inegi, millones de mexicanos están obligados a salir a trabajar porque deben llevar comida a sus casas diariamente.
Eso no ocurre en Palacio Nacional, donde el presidente y su familia tienen asegurado el sustento diario. Tan sólo por eso, López Obrador no es como millones de mexicanos.
Esos millones de mexicanos que sí están obligados a salir, usan cubrebocas por protocolos que les son exigidos en sus centros de trabajo. De esa manera, y junto con otras medidas como el distanciamiento social y la higiene de manos, tratan de no contagiarse de coronavirus. Por eso, el presidente tampoco es igual a esos millones de mexicanos, pues él se ha negado permanentemente a usar cubrebocas y encabeza constantemente eventos en los que no se cumple con el distanciamiento social.
Esos millones de mexicanos tratan de no contagiarse porque saben que si caen enfermos corren demasiados riesgos.
Al enfermarse, tendrían la incertidumbre si podrán contar con un buen tratamiento médico, o si encontrarán disponible una cama de hospital o un tanque de oxígeno en caso de necesitarlos, o si sus pocos ahorros serán suficientes para que sus familias no tengan qué preocuparse por lo indispensable, o si al acudir a la farmacia en busca de medicamentos les podrán surtir sus recetas.
A López Obrador no le pasó nada de esto por la cabeza durante su convalecencia.
El presidente no es como millones de mexicanos que han visto la angustia de algún familiar, amigo o conocido por no encontrar una cama de hospital disponible para su paciente, por tener que salir a la calle, incluso de noche, para tratar de conseguir oxígeno.
Este presidente, que a veces se compara con Benito Juárez y en ocasiones con Francisco I. Madero, nuevamente se distancia de la realidad. Él no es como los próceres, pero tampoco es como millones de mexicanos que deben salir a trabajar arriesgándose a contagiarse de coronavirus.
López Obrador estuvo bajo el cuidado permanente de cinco médicos especialistas que, incluso, lo inscribieron en un protocolo de tratamiento experimental del Instituto Nacional de Nutrición al que ya quisieran acceder los casi dos millones de contagiados en el país.
De ninguna manera el presidente es como millones de mexicanos que verdaderamente están padeciendo la pandemia. Cuántos han perdido su empleo por la crisis generada, cuántos están luchando por mantener a flote un pequeño negocio, y cuántos ruegan por contar con apoyos gubernamentales que desde Palacio Nacional les niegan.
El presidente López Obrador se ha distanciado de la realidad.
No es como millones de mexicanos que se contagiaron por necesidad. El presidente se contagió, simplemente, por irresponsable.
Ante estas declaraciones populistas de inmediato fue duramente criticado por esta posición teatral del Presidente de la República para en un acto demagógico compararse e igualarse con millones de mexicanos.
Pero al parecer le falló la intención porque fue insultante sobre todo para quienes han padecido directamente o a través de algún familiar esta enfermedad que además de terrible por sí misma es extremadamente difícil conseguir asistencia médica, hospitales, suministros.