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«Educar con el ejemplo no es una forma de educar, es la única»

  • Seguro que has escuchado alguna vez la cita que encabeza este post. Su autor es nada menos que Albert Einstein.

El alemán ha entrado en la historia como uno de los científicos más brillantes de todos los tiempos. Sin embargo, durante toda su vida mostró también un profundo interés por la educación, defendiendo la necesidad de apostar por modelos respetuosos con los niños y sus inquietudes. Han pasado más de 60 años desde la muerte de Einstein, pero la frase sobre estas líneas es tan cierta como cuando él la pronunció. Desafortunadamente, también es una lección olvidada con frecuencia.

Cuando hablamos de educación, el ejemplo lo es todo. Ni las palabras, ni las normas, ni mucho menos los castigos. Nada influye tanto en el aprendizaje y el desarrollo de un niño como los modelos y las referencias que tiene a su alrededor. Es la herramienta más importante y poderosa que padres y educadores tenemos a nuestro alcance. Utilizarla no es una decisión, es inevitable. «No te preocupes si tus hijos no te escuchan, te están observando todo el tiempo», dijo Teresa de Calcuta. Ser ejemplo para los niños es una enorme responsabilidad para los adultos que están cerca de ellos. Es fundamental asumirla de forma consciente, desde la autocrítica y la vocación de mejora.

No es lo que dices, es lo que haces

Hay una serie de mensajes que todos los padres repiten a sus hijos una y otra vez. No grites. No mientas. Respeta a los demás. Trata de ponerte en el lugar de los otros.Los niños entienden perfectamente el sentido de estos consejos. A partir de cierta edad, son capaces de distinguir lo que está bien de lo que está mal, un comportamiento solidario de uno egoísta. El problema es que, a la hora de adoptar sus propios patrones de conducta, no se fijan tanto en las palabras como en los hechos. Cuando los padres gritamos o mentimos con cierta frecuencia, interiorizan que son comportamientos aceptables en ciertas ocasiones. No está bien… pero sí puede hacerse de vez en cuando.

“Disciplina viene del latín ‘discipulus’, que significa ‘persona que está aprendiendo’. Esa es la tarea de los padres: enseñar. Y la mejor forma es con el ejemplo”, subraya Bei M. Muñoz.

No podemos olvidar que educar con el ejemplo trasciende nuestras relaciones con los niños. Es la manera en que les tratamos, la forma en que nos dirigimos a ellos, la atención con que escuchamos lo que dicen… pero es mucho más que eso. En realidad, es todo lo que somos. No se enseña a valorar el esfuerzo y la constancia con grandes discursos, sino afrontando los contratiempos con esos principios. En gran medida, tus hijos aprenderán a resolver sus problemas observando tu forma de solucionarlos. Del mismo modo, de nada servirá que les hables siempre con respeto si te escuchan siendo desconsiderado con sus profesores, sus abuelos o sus vecinos. Se fijarán en cómo eres con ellos, pero también en cómo eres con los demás.