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Pablo Hasél, en la disyuntiva de la libertad de expresión

La detención del rapero español Pablo Hasél, acusado por “enaltecimiento del terrorismo e injurias a la corona” y condenado a nueve meses de prisión, ha levantado la voz de distintas comunidades artísticas que señalan que este acto es un atentado contra la libertad de expresión.

Pablo Hasél, de 32 años de edad, fue detenido el 16 de febrero por la policía catalana, luego de refugiarse en la Universidad de Lleida, en donde acompañado por simpatizantes esperó a que las autoridades fueran por él al no presentarse voluntariamente para enfrentar los cargos que se le imputan.

El doctor Pedro Pallares, de la Facultad de Derecho en la Universidad Panamericana y especialista en Derechos Humanos, explica que el caso de Pablo Hasél recuerda a otros hechos en donde las expresiones artísticas y comentarios han sido detonantes para dialogar y analizar hasta qué punto y en qué contextos, por ejemplo, la creatividad y obras de arte pueden ser o significar una ofensa para alguien más y escalar hasta los tribunales, demandas, condenas y el encarcelamiento.

A la espera de conocer a detalle la condena y el proceso final que llevará Pablo Hasél, el especialista Pedro Pallares explica que en el caso de España y en general en la Corte Europea de Derechos Humanos, existen factores particulares que intervienen para considerar la libertad de expresión o las condenas, y aunque la declaratoria universal de derechos humanos debe aplicarse por igual en cada individuo en cualquier parte del mundo, hace hincapié en que la identidad cultural y las políticas que cada localidad implican manejos y apreciaciones distintas en sus formas y procesos.

“La letra del rapero pudiera caber en una letra protegida por la libertad de expresión, porque aunque dice cosas fuertes, en sí mismo no se sabe si estás agarrando y trepando a alguien para que quemen a Felipe (…) debe de haber algo adicional a simplemente la canción donde se basaron los jueces para poder decretar u ordenar la detención, esto desde el punto de vista jurídico”, expresa Pedro Pallares.

“Los documentos de derechos humanos dicen: antes de que la persona hable no puedes impedir la expresión de las ideas, a no ser que impidas el acceso a un menor de edad por motivos de cuidado de la moral, etcétera, y solamente puedes aplicar penas posteriores a que alguien habló, ese es el estándar y al menos en América Latina es más exigente que en los otros tratados de derechos humanos en el mundo”.

El historial que Pablo Hasél tiene con la policía y la corona española no ha sido amable y en los últimos años el rapero ha estado en la mira por el contenido de sus canciones, en las que al ritmo del rap expresa su descontento hacia la monarquía, actos de represión y censura y dinámicas de diversos integrantes de la realeza española, enfocándose principalmente en los escándalos políticos y económicos que han llevado a la corona a los titulares internacionales.

“Por ejemplo, un caso, cuando alguien dibujó a cerdo teniendo relaciones (sexuales) con otro cerdo, uno de esos cerdos hacía referencia a un banquero y el cerdo pasivo de la acción era un político. El caso fue muy debatido y lo que se resolvió era que una cosa es dar un mensaje político y otra cosa denigrar a la persona. ¿Qué conexión hay con un mensaje político con poner a un ser humano como cerdo?”, recuerda el doctor Pedro Pallares.

“El Tribunal Constitucional Alemán hizo el siguiente análisis: está bien que la ficción muchas veces parta de la realidad para que sea creíble, pero entre más identificable sea un personaje ficticio tienes la obligación de revelar menos cosas íntimas, porque luego la gente no va a distinguir entre qué es real y qué es ficción”, explica Pedro Pallares al recordar la disputa que hubo entre un escritor que fue acusado por una mujer de considerar violación a su derecho de expresión, luego de que su historia de vida coincidiera con la protagonista de la novela en cuestión.

Los antecedentes

Desde 2005, Pablo Hasél inició su trayectoria como rapero y en 2014 enfrentaría su primer choque con las autoridades que desde entonces lo acusaron de “enaltecimiento del terrorismo” y aunque en otras ocasiones se logró la suspensión de las condenas, sus canciones quedaron marcadas como incitadoras a la violencia y el odio.

“Al final no lo puedes controlar todo, no puedes controlar el discurso de todo el mundo. Cuando yo reclamo y digo que tengo libertad de expresión, al mismo tiempo me estoy poniendo la soga al cuello diciendo que tengo la madurez de poder procesas mis opiniones, escuchar la opinión de alguien más y reaccionar como una persona razonable. En general, la protección de la libertad de expresión es muchísima más amplia que los derechos de terceros”.

A raíz de la detención de Pablo Hasél, diversas protestas sociales se activaron en ciudades como Madrid, Valencia y Barcelona, por ejemplo, con las que se exigió la liberación del rapero catalán, y a las que la policía reaccionó con un fuerte operativo luego de que las manifestaciones culminaran con contenedores incendiados y riñas entre las autoridades y protestantes.