QUIJOTE

Un pobre, un voto

A menos de seis meses del día en que se realicen las votaciones para renovar el congreso de la unión y en 15 estados el congreso local, además de que en muchos estados se renovarán sus ayuntamientos.
Ante este panorama y ante la expectativa de que tanto legisladores federales, estatales, como autoridades municipales que se elijan en el próximo proceso electoral, tendrán la oportunidad de reelegirse en forma consecutiva hasta completar doce años de ejercicio en el mismo cargo.
Esta circunstancia electoral vuelve más codiciados estos cargos públicos. Por lo que varios partidos políticos y muchos aspirantes buscan asegurar los votos que los lleven a ese anhelado cargo público y los votos lógicamente los tiene la población a la que es necesario convencer para que emitan el sufragio a favor de tal o cual candidato; claramente varios partidos políticos han visto la posibilidad de conseguir esos votos entre los más pobres de México.
En nuestro país el voto de un pobre cuenta lo mismo que el voto de un rico, lo mismo el voto de un científico cuenta lo mismo que el de un ignorante. Y muchos aspirantes a un cargo de elección popular han visto que es más fácil y práctico para ellos obtener el voto de un pobre o de un ignorante que el voto de un rico o de un científico. Y por ello han hecho campañas en todo el país teniendo como aliado y argumento la intensa y dolorosa miseria que viven alrededor de 67 millones de mexicanos a los que se describe estadísticamente como mexicanos en pobreza y pobreza extrema.
En el estado de San Luis Potosí tenemos muchos ejemplos de este abuso electoral y muy lamentablemente provienen en especial de un partido que dados sus documentos básicos y sus principios ideológicos, debería de tener una actitud muy ajena a negociar con el hambre del pueblo.
Hoy es fácil darnos cuenta como se le ofrece a los pobres paquetes de material para construcción, miserables y exiguas despensas, mochilas de vinil de las más baratas y corrientes, pintura para sus humildes viviendas, promesas de obsequio de televisores montándose ilegal e inmoralmente en programas federales de educación, llevándoles espectáculos masivos aunque pongan en riesgo su vida por contagios, pero que dada su condición de pobreza jamás podrán tener acceso a un espectáculo que un grupo musical muchas veces imitador, les ofrece.
La propia Ley Electoral Federal ante tanto abuso de la pobreza de muchos mexicanos, ha reglamentado los obsequios que ofrecen en las campañas electorales.
Pero en una habilidad digna de los más aviesos delincuentes, diseñan estrategias para jalar por el estómago a la población más pobre para que desde ahora comprometan su voto, por ejemplo a través de entregarles tarjetas con dinero electrónico de diferentes supermercados con la promesa de recargárselas (abonarles) si asisten a determinados actos de campaña y desde luego si emiten el voto a su favor llegando a ofrecerles que si ganan, mensualmente les recargarán o abonarán dichas tarjetas llegando al extremo algunos candidatos de intimidarlos diciendo que habrá cámaras incluso satelitales para observar por quien votan.
Hoy para muchos políticos de ciertos partidos inclusive de la mal llamada tendencia izquierdista, un pobre es igual a un voto.
Y es por ello también la razón que estos aspirantes y partidos nunca acuden ante empresarios o con estudiantes de instituciones de nivel superior a promover que voten por ellos. Aún falta una más estricta normatividad electoral sobre todo para defender a los votantes en cuanto a las exageradas promesas y hace los candidatos como construcción de centros hospitalarios de alta especialidad, consecución de empleos, creación de guarderías para los hijos de las mujeres trabajadoras, “becas” alimentarias para los más pobres.
Se requiere que alguien obligue a los candidatos si es que ganan para que cumplan puntualmente con lo que prometen durante la campaña.