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Escándalo en Tigres de la UANL, descubren maraña de malos manejos

  • Una tranza tras otra y la universidad en verguenza

Tras 25 años de privatización, Club Tigres no ha compartido ni 1 centavo de sus ganancias con la Universidad Autónoma de Nuevo León y, apenas en 2016, empezó a pagar por la explotación de los símbolos universitarios. Y la UANL, además de haber cedido gratuitamente el club, aún financia con millones de pesos al año a la filial de Cemex, le permite aprovechar sus instalaciones sin retribución alguna e incluso le regala el agua, le paga los recibos de luz y hasta el servicio de SKY.

¿Tigres es de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL)?, ¿la representa? ¿Qué tipo de relación sostienen Cemex y la casa de estudios con respecto a la franquicia futbolera y todo lo relacionado con ella?, ¿bajo qué términos? ¿Quién gana y quién pierde después de casi dos décadas y media de privatización?

Todas esas cuestiones son un tema tabú para las autoridades universitarias y casi un insulto para Sinergia Deportiva, SA de CV, la empresa paralela de la trasnacional que desde 1996 explota la identidad, las instalaciones y los recursos de la institución originalmente educativa.

Tras cinco lustros, los resultados para la UANL son evidentes: el club, propiedad de la tercera cementera más grande del mundo y considerado como uno de los más pudientes del futbol mexicano, nunca ha entregado 1 solo peso de las ganancias, y no fue sino hasta 2016 que empezó a compartir migajas por la renta del disfraz universitario; asimismo, aprovecha gratuitamente la infraestructura, empezando por el Estadio Universitario, sin tener que preocuparse por los servicios de agua o energía eléctrica, los cuales corren por cuenta de la Autónoma, no obstante que por contrato debería ser la empresa la que pagara por ello.

Todavía más: la UANL cada año le deposita millones de pesos al club por el concepto de “boletos/abono” y otros tantos miles por servicio SKY.

Por datos como estos, al alimón, en alianza permanente, el club y la institución académica bloquean toda intención de indagar los detalles de la relación público-privada en el negocio llamado Tigres.

Después de casi cuatro años de pugna entre opacidad y transparencia, disputa que Cemex y la universidad incluso llevaron a la cancha de la Primera Sala Ordinaria del Tribunal de Justicia de Nuevo León, aquí se presenta la historia oculta, desde el descenso inducido y posterior simulación de licitación hasta los entresijos vigentes del conjunto que en público viste los símbolos universitarios, mientras factura y cobra en privado.

Ganancias inexistentes, promesa rota

En 1996, la UANL entregó gratuitamente a Sinergia Deportiva “las autorizaciones, permisos y franquicias ante la Federación Mexicana de Futbol Soccer [sic, de] “Tigres”, “Tigrillos”, “Cachorros”, así como sus “fuerzas básicas”; “las cartas y registro de los jugadores de los equipos”; “el uso, operación y administración de las instalaciones que utilizan los equipos”, más “todos los derechos de propiedad y uso de los nombres comerciales, emblemas, escudos, logotipos y demás diseños gráficos, menciones, slogans, himnos, marchas, canciones, marcas, mascotas y demás similares”.

Según las cláusulas segunda y quinta del vigente acuerdo original, los empresarios beneficiados se obligaban desde el principio a permitir “que la Universidad participe de las ganancias”, específicamente a entregar, “tan pronto como sea posible”, el 50 por ciento del remanente de la operación del club.
¿Cuánto ha recibido la UANL por parte del equipo que dice representarla?:

Nada. Cero.

Tigres fue privatizado con la promesa de retribuir económicamente a la institución. Empero, no ha compartido dividendo alguno con la casa de estudios: ni 1 centavo. Tan así, que a la propia Autónoma de Nuevo León le dio vergüenza responder en primera instancia, por lo cual optó decir que no estaba obligada a informar sobre tal cantidad, ya que, según su propio argumento, la empresa futbolera-cementera “no forma parte de ninguna de las dependencias universitarias”. Por supuesto, le tocó recular y certificar por escrito la inexistencia de beneficios.

Contrato Sinergia-UANL 1996 by Beatriz De León on Scribd

Tigres de Cemex, historia de una privatización

¿Por qué es de interés público la relación entre Tigres y la UANL?: Porque desde hace dos décadas y media se privatizó a punta de mecanismos administrativo-deportivos cuyo hedor aún es rastreable.

Transcurría el año escolar y futbolístico 1995-1996. La afición felina sufría con una de las peores épocas del equipo, encabezado entonces por Guillermo Lara, comerciante de jugadores acusado de fraude e, incluso, boletinado como non grato durante algún tiempo por la propia Federación Mexicana de Futbol. El rector de la Autónoma de Nuevo León era Reyes Tamez Guerra, nombrado en el cargo en febrero de 1996 después de la renuncia de Manuel Silos Martínez, de quien era su secretario General; ha sido priista, panista y de Nueva Alianza por igual, funcionario señalado de corrupción tanto en su paso por la UANL como dentro del gabinete de Vicente Fox.

Guillermo Lara y Tamez Guerra ejecutaron el plan trazado por el Honorable Consejo Universitario y los distinguidos empresarios beneficiados.

Tigres acababa de quedar penúltimo en la tabla general del tornero 94-95, y a pesar de que arrancaría el campeonato 95-96 con el vaho del descenso en la nuca, la Comisión de Hacienda de la UANL anunció que “no autorizó ni autorizaría ningún pago por concepto de contratación de nuevos jugadores”.

El primer paso formal hacia la privatización se da el 7 de julio de 1995, con la aprobación del “proyecto de Organización Administrativa del Club que desligara administrativa y financieramente al equipo” (sic).

Ese año, como mecanismo provisional para operar el equipo “administrativa, financiera y deportivamente”, se eligió el Fideicomiso Tigres Banca Serfín, SA, el cual se constituye dos días antes de iniciar el último torneo largo en el futbol mexicano.

Tras una campaña predispuesta por la herencia negativa en la tabla del descenso y la decisión de las autoridades, Tigres sella su degradación hacia la segunda división en la jornada 32. Rayados de Monterrey fue el encargado de dar la puntilla el 26 de marzo de 1996, en el Volcán.

Cuatro días después de la humillación, Jesús Lozano Díaz, miembro de la Comisión de Hacienda, presumió el cataclismo ante el Consejo Universitario, presidido por Tamez: “El Fideicomiso Tigres ha cumplido con su responsabilidad primaria”, espetó sin ambages.

El colegiado se había reunido para discutir cómo hacer para de una vez “desligar el equipo de futbol soccer de la UANL” y dejarlo “en manos de empresarios regiomontanos”. Y se barajaron tres opciones.

Algunos recomendaban seguir el esquema de Pumas, club reprivatizado en 1977 con la creación de una asociación civil encabezada por diversos empresarios ligados a ICA y a la alta burocracia universitaria. La ventaja, según ellos, sería que la UANL podría firmar “contratos de arrendamiento respecto al Estadio Universitario y las instalaciones deportivas de Zuazua, NL”.

El segundo modelo propuesto era una asociación en la que el 60 por ciento fuera privado y el 40 restante de la Universidad. “La persona jurídica participaría exhibiendo en efectivo la cantidad de 35 millones de pesos en acciones” por los jugadores-valor de cambio.

La tercera opción era continuar con el fideicomiso Tigres-Serfín, modificándolo a partir de la intervención de los empresarios interesados. “Una figura con autonomía y personalidad [propia]”, definió Jesús Lozano para rematar la sugerencia.

Tras la exposición, la decisión 2566-5-95/96 se dio por unanimidad: disfrazar la privatización con una asociación civil similar a la de Pumas. Sin embargo, pasadas unas cuantas semanas, el rector y el Consejo Universitario ignoraron su propia resolución y prefirieron optar de plano por una figura que ni se discutió: una Sociedad Anónima de Capital Variable sin participación de la universidad.

Finalmente, el 12 de junio de 1996, ante el notario público 129 de San Pedro Garza García, Cemex, SA de CV, y Femsa Cerveza, SA de CV, constituyen una empresa subsidiaria con 50 mil pesos de capital mínimo fijo y 99 años de vida que hasta el día de hoy conserva el nombre: Sinergia Deportiva, SA de CV. Un mes después, la nueva compañía es inscrita ante el Registro Público de la Propiedad y del Comercio.

El método formal de desincorporación supuestamente se dio con una “licitación pública para la adjudicación de la administración, operación, financiamiento y desarrollo del inmueble que es sede (de) los equipos, conocido como el Estadio Universitario, así como de las instalaciones ubicadas en Zuazua, Nuevo León, denominadas ExHacienda de San Pedro, […] incluyendo las cartas y registros de los jugadores”, relata la Comisión de Transparencia y Acceso a la Información del Estado de Nuevo León en su explicación de por qué el asunto es de interés público:

Según así fue, empero la Universidad asegura que no existe ningún documento relacionado con dicha “licitación”. En los hechos, la Autónoma de Nuevo León cedió gratuitamente parte de su patrimonio a favor de Cemex y Femsa, aunque tiempo después la segunda se retiró de la sociedad.
Así nacieron los actuales “Tigres de México”.

Patrimonio universitario, SA

El Volcán, las instalaciones de entrenamiento, la simbología y demás elementos identitarios… incluso dinero del presupuesto en transacciones directas es lo que disfruta Tigres del patrimonio público.

Subsidio en metal

De 2014 al primer trimestre de 2019, la UANL le depositó más de 20 millones de pesos a la filial de Cemex.

¿El motivo?: “boletos/abonos”, contesta el propio contralor General de la institución, Héctor Luis Aguilar González. Los montos ascienden cada año: mientras que en 2014 la universidad desembolsó 2.8 millones, en 2018 entregó 4.8 o en 2017 5.2 millones de pesos.

La financiación directa por compra de boletería es el mismo mecanismo que utilizan cada año la UNAM y la AC que posee a Pumas. Pero en el caso de Sinergia Deportiva-UANL se echa mano de una justificación más: pago por el “servicio SKY”, el cual sangra con unas decenas de miles de pesos más al presupuesto universitario. Por tal segundo concepto, la UANL pagó entre 2014 y 2018 casi 250 mil pesos.

La información disponible llega hasta 2019, porque después de los litigios que le arrancaron los anteriores datos a la UANL, la institución decidió reservar bajo llave los montos que entrega a favor de Tigres. Preguntar por ello ahora es un tabú.

 

Volcán: con todo y servicios

La situación con el Estadio Olímpico Universitario es aún más grave:

Para empezar, su uso y explotación es completamente gratis para la subsidiaria de Cemex: no lo compró ni paga renta; sin embargo, lo utiliza como si fuera suyo.

La UANL “está otorgando en fideicomiso irrevocable, el uso, operación y administración de las instalaciones que utilizan los equipos” a favor de Sinergia Deportiva, asienta el contrato original celebrado en 1996.

Pasadas las décadas, el control sobre el inmueble por parte de la firma privada es tal que “el estadio Universitario pertenece a Sinergia Deportiva, SA de CV”, asegura por correo electrónico Félix González Estrada, director de Infraestructura para la Sustentabilidad de la UANL, después de lidiar con diversas solicitudes de información y de entrevista.

“El Universitario ha sido testigo de incontables hazañas de los Tigres”, rememora el orgulloso equipo en su página de internet. Y tiene razón: El Volcán es uno de los pocos recintos futbolísticos en México que puede verse lleno cada vez que juega el equipo local –antes de la pandemia, por supuesto–. Los abonos, el aforo entero, la publicidad, las ventas y los derechos de transmisión han sido fuentes de ingresos permanentes para el club privado… con un beneficio adicional: no paga ningún tipo de renta ni tiene que pasar por engorrosos trámites para arrendar el inmueble.

Se pudo haber privatizado la identidad universitaria, también el estadio con todo y taquillas. Pero lo que permanece público son los pagos por los servicios: Tanto las cuentas con la Comisión Federal de Electricidad como los suministros de agua corren a cargo del presupuesto de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Según el último acuerdo entre la UANL y el club, firmado el 1 de septiembre de 2016, “los gastos derivados por concepto de agua, drenaje, luz y gas que se generen por el uso de las instalaciones del ‘Estadio Universitario‘ -excluyendo su estacionamiento- y de la ‘Cueva del Tigre‘” serían pagados por Sinergia. Y se comprometieron a trabajar para que “a la brevedad posible” se instalaran medidores independientes a la Ciudad Universitaria.

Ya sea en la Liga, en la Copa o en los torneos internacionales, en los que invariablemente los partidos son en la noche, el conjunto felino juega normalmente bajo reflectores.

¿Cuánto cuesta bañar con la luz del erario los partidos del multicampeón del futbol mexicano?, ¿cuánto paga la Autónoma por la energía eléctrica requerida por el Estadio Universitario?, ¿cuánto se ahorra Sinergia Deportiva? Los recibos expedidos por la CFE correspondientes a los últimos años, de los cuales se posee copia, lo indican:

-2015: 3 millones 653 mil 707 pesos,
-2016: 3 millones 466 mil 398,
-2017: 4 millones 91 mil 765,
-2018: 2 millones 511 mil 756,
-2019: 3 millones 175 mil 172 pesos.

 

UANL a Tigres 14-19 by Beatriz De León on Scribd

Sobre el suministro de agua… esa es otra cortesía, a pesar del contrato.

Por el mantenimiento del campo, por las decenas de baños que requiere la multitud de asistentes, un estadio es uno de los puntos más demandantes en una comunidad en cuanto a líquido se refiere. Y ello tampoco es ni problema ni gasto para Tigres, ya que se sirven de la toma general de UANL.

“El consumo de toda la Ciudad Universitaria se alimenta de una sola toma de agua, misma que abastece tanto a las facultades que integran la Ciudad Universitaria de esta Máxima Casa de Estudios, así como a todas las áreas centrales, los estadios Chico Rivera, Gaspar Mass y Universitario”, asienta el director de Infraestructura para la Sustentabilidad de la UANL, González Estrada.

Sin embargo, la Universidad no sabe cuánto consume el club, pues dice que solo hay un medidor de agua y drenaje. “(Por tanto) resulta imposible que se desprenda de ese medidor el consumo particular alguno de cada Dependencia Universitaria y del Estadio Universitario”. El Comité de Transparencia de la institución confirmó la respuesta dada por el área de Infraestructura.

De lo anterior se confirma lo esencial: el suministro de agua para el estadio que utiliza Sinergia Deportiva también proviene de la fuente pública de la institución educativa, que no tiene reparos en compartir sus recursos para que sean aprovechados gratuitamente por el club privado.

Cuando se solicitó entrevista con el director de Infraestructura para la Sustentabilidad de la UANL, Félix González, pareció dispuesto en primera instancia. “Con todo gusto podemos conversar”, respondió. Pero días después se retractó de la siguiente forma:

“Siento no poder atenderlo en su solicitud, pero el estadio Universitario pertenece a Sinergia Deportiva S.A. de C.V. y no lo administra la UANL, por lo tanto solo ellos pueden proporcionar la información que usted solicita”.

Todavía más: de acuerdo con el propio arreglo firmado en 2016, las ganancias por los derechos de denominación del “Estadio Universitario UANL” (naming rights, en el contrato) serían repartidos cada año en una relación de 75 por ciento para la Universidad y 25 por ciento para Sinergia. Incluso estimaron que el valor comercial del nombre del estadio fluctuaría anualmente entre 30 y 89 millones de pesos.

¿Cuánto ha recibido la UANL por este concepto?: Cero pesos, cero centavos.

Identidad universitaria, enajenada

Durante dos décadas, la UANL no recibió nada por la explotación de los símbolos universitarios; de 1996 a 2017, Sinergia Deportiva lucró libremente con la identidad de la institución educativa sin retribuir nada a cambio.

El nombre, los colores y el emblema de Tigres formalmente son de propiedad pública, aunque sean modificados, aprovechados y hasta subarrendados por el club privado. Tanto las marcas institucionales como las deportivas, advierte la Oficina del Abogado General, son “patrimonio exclusivo de la Universidad Autónoma de Nuevo León, encontrándose registradas y protegidas ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) y por las leyes nacionales e internacionales en materia de propiedad intelectual”.

Dicha simbología da la ilusión de pertenencia o representatividad universitaria, por tanto da razón de ser a la empresa subalterna de Cemex, pues sin ella tendría que adoptar un mote y un escudo ajenos a la UANL y, de querer seguir existiendo, en vez de Tigres tendría que llamarse Club Cemex, Zambrano FC o alguna opción que no se relacionara con la institución pública.

En este caso, la cementera renta el disfraz colegial por medio un contrato de licencia de uso de las 45 marcas registradas.

El acuerdo asienta que el justo pago sería el 7 por ciento de las ventas de los productos textiles. Es decir que toda mercancía no tejida como vasos, termos, pines, banderines, afiches, figuras, balones, gel antibacterial, libretas y cuanta cosa se le ocurra no representa ingreso alguno para la UANL. Además, los montos dependen de las “regalías [que] la empresa (Sinergia) obtiene derivado de los compromisos contractuales celebrados con Adidas de México, SA de CV, y New Era, SA de CV”.

Entre 2016 y 2019, Tigres pagó por el nombre 14 millones 396 mil 495.47 pesos.

Por contrato, las retribuciones debían ser trimestrales, so pena de “pagar además el interés legal del 3% por cada mes que omita”. Sin embargo, por ejemplo, en 2019 el club solo hizo un depósito.

Sin especificar, por “otros conceptos”, en esos años hizo un par de depósitos más que suman 5 millones 327 mil 404.52 pesos.

En la licencia, la Autónoma hace énfasis en el cuidado de las marcas, “a fin de salvaguardar” los principios, funciones y atribuciones de la universidad, por lo que el escudo de Tigres no puede aparecer en ningún envase de bebidas alcohólicas ni energéticas, tampoco de cigarros y demás productos que “dañen a la salud y el bienestar social”. Sin embargo, nada se dice sobre que sí aparezca en los mismos uniformes en los que se anuncia Tecate, cervecera que patrocina al club, y eso que la Universidad recibe antes de cada torneo una lista con los patrocinadores que aparecerán en el estadio, además de los diseños de los uniformes.

Si bien el acuerdo indica que Sinergia Deportiva “únicamente podrá utilizar las marcas para fabricar, distribuir, comercializar y vender” dentro de México, el permiso le permite no solo explotar los símbolos, sino también para sublicenciarlos, negocios de los cuales no participa la institución.

El instrumento entró en vigor en noviembre de 2016 y fenecerá el 12 de junio de 2021. Sin embargo, el 9 de diciembre de 2020, la universidad y Sinergia Deportiva anunciaron que la relación entre las partes “se alargará hasta el 2056”. Es decir que en plena pandemia, con la casa de estudios cerrada y la comunidad estudiantil desmovilizada, los empresarios y los funcionarios aprovecharon para prorrogar de golpe la cesión del patrimonio público por 35 años más.

La “caridad” de la multinacional

Además del 7 por ciento de una parte del comercio basado en la identidad de la UANL, ¿de qué otra forma “retribuye” Tigres de Cemex?:

Con “donaciones”. Pero no a la universidad, sino a una fundación privada de la que es socio el propio presidente del club, Alejandro Rodríguez. Y las erogaciones llegan a ser mayores que lo pagado por el uso de las marcas.

Por ejemplo, de 2014 a 2017 Sinergia Deportiva depositó anualmente a favor de la Fundación UANL, Asociación Civil, entre 1.6 y 6 millones de pesos. A las labores caritativas se suma otra asociación paralela a Cemex llamada Tigres por un Mejor Futuro, AC, impulsada por el mismo directivo.

El interés benefactor de Cemex se ilustra con la tercera cláusula del Anexo B del acuerdo de 2016: “por cada diez metros cúbicos de concreto” que la UANL le compre a la cementera, recibe la fantástica promoción 1 metro cúbico gratis.

Tigres y UANL, aliados por la opacidad

“Toda la información que ha sido intercambiada entre ambas instituciones es considerada como información confidencial, por tal razón, Sinergia Deportiva, SA de CV, al ser titular de dicha información, externa su inconformidad y rechazo a la entrega de la información que se solicita”, expuso Alberto Palomino Garza, apoderado legal de Sinergia Deportiva, desde que se inició el presente trabajo en 2017. Y la postura no ha cambiado.

Por su parte, la Autónoma de Nuevo León cumplió con un papel de subalterna de Cemex en pro de la opacidad. La institución desacató resoluciones de la Comisión de Transparencia y Acceso a la Información del Estado de Nuevo León que ordenaban la apertura de los archivos, dilató procesos, dio pie a Tigres para que emitiera amparos e, incluso, respaldó a Palomino Garza en opiniones como las que decían que las cláusulas de confidencialidad eliminan el derecho de acceso a la información o que la universidad pública no es un sujeto obligado a trasparentar sus actos.

“La información resulta relevante y beneficiosa para la sociedad, pues su divulgación daría a conocer las medidas por las cuales la Universidad Autónoma de Nuevo León cedió parte del patrimonio exclusivo universitario, tales como los derechos representativos de los equipos de futbol que tenía a su favor en la Federación Mexicana de Futbol, así como las instalaciones en las que éstos se desempeñaban profesionalmente”, resolvió desde el principio la Comisión, empero los socios se empecinaron en la cerrazón.

Con las uñas, con los dientes, a patadas; a punta de desacatos, amparos y hasta juicios de nulidad, la Universidad y Sinergia Deportiva desplegaron un abanico de gambetas para mantener ocultos los acuerdos contraídos en los casi cinco lustros de privatización del club.

“Como órgano de transparencia, lo vemos como lamentables estrategias o tácticas legales que llegan a seguir los implicados para negar el acceso a la información o dilatar los procedimientos”, se llegó a quejar en entrevista Bernardo Sierra Gómez, presidente de la Comisión neoleonesa. Y es que en sus resoluciones, el árbitro había sido claro:

“La cláusula de confidencialidad estipulada en contrato que cita el tercero interesado (Sinergia Deportiva), no tiene efecto alguno. (…) Creer que por encima de la Ley de la materia prevalece cualquier pacto celebrado por particulares o entes de derecho público que contravenga dicha legislación, haría nugatorio el derecho fundamental de acceso a la información, quebrantando la norma suprema, es decir, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.

Ninguno de los directamente relacionados respondieron las solicitudes de entrevista presentadas. Ni de la UANL: Rogelio Garza Rivera, rector; Jaime Gutiérrez Argüelles, exabogado general; Eloy Hernández García, representante legal; ni de Tigres: Miguel Ángel Garza y Alejandro Rodríguez Miechielsen, presidentes; Alberto Palomino Garza, apoderado.