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Los antidepresivos podrían reducir el riesgo de enfermarse gravemente por Covid-19

  • Un grupo de investigadores en Francia ha demostrado, con estudios en pacientes, que ciertos antidepresivos reducen la inflamación que provoca el SARS CoV-2 en el organismo

El pasado 4 de febrero, un equipo de investigadores publicó un artículo en la prestigiosa revista británica Natureen el que afirma que el uso de algunos antidepresivos en pacientes hospitalizados por Covid-19, podría reducir el riesgo de intubación y muerte.

La investigación, encabezada por el psiquiatra francés Nicolas Hoertel, fue realizada a partir de estudios observacionales que tuvieron lugar en treinta y nueve hospitales de París.

Una de las conclusiones más relevantes a las que llegaron los científicos, es que los antidepresivos que se utilizan para tratar el trastorno depresivo mayor, como la fluoxetina, la paroxetina y el escitalopram, tienden a reducir los niveles de las sustancias que producen inflamación cuando el sistema inmunitario intenta protegerse del ataque del SARS-CoV-2. Un exceso de inflamación por una respuesta inmunitaria muy alta del organismo, está asociado con que se desencadene una tormenta de citoquinas.

Las citoquinas son proteínas que regulan la función de las células. Aquellas producidas por los linfocitos se llaman linfocinas, mientras que las producidas por macrófagos, llevan por nombre monocinas. Tanto los linfocitos como los macrófagos son células especializadas encargadas de destruir a los antígenos, es decir, a todos los patógenos que ingresan a nuestro organismo, incluyendo los virus.

Aunque estudios previos ya habían mostrado la relación entre la utilización de antidepresivos con la reducción en los niveles de inflamación en el organismo, esta es la primera vez que se realiza un trabajo completo sobre la relación entre éstos y el SARS CoV-2.

Los pacientes que fueron estudiados (345) recibieron una dosis de antidepresivo 48 horas antes de ser ingresados en el hospital o después de ser intubados. De todos, 298 (el 84.4%) fueron expuestos a un solo antidepresivo, mientras que a 47 (15.8%) les fueron administrados más de uno.

En entrevista para Aristegui Noticias, el psiquiatra Nicolas Hoertel, del Centro de Psiquiatría y Neurociencias de la Universidad de París-Descartes, comentó que él y su equipo se encuentran realmente sorprendidos por sus hallazgos. De hecho, dice, tuvieron que repetir varias veces los resultados estadísticos para demostrar que no habían cometido algún error.

“Cuando examinamos los antidepresivos de manera individual, encontramos que muchos de ellos están asociados con la reducción del riesgo de ser intubado, pero hubo otros que no del todo”, subrayó. Entre los que demostraron ser más eficaces están aquellos basados en la inhibición selectiva de la recaptación de serotonina (ISRS) como la fluoxetina, mejor conocida comercialmente como Prozac.

El propósito de los antidepresivos ISRS es aumentar los niveles de serotonina en el cerebro. Este es un neurotransmisor al que se le relaciona con el control de las emociones y el estado de ánimo.

Además, algunos de ellos tienen un efecto directo y significativo en los mecanismos de acción de un receptor que se llama sigma-1. Este receptor es una proteína que posee efectos antivirales, la cual está presente en varios tejidos de nuestro organismo, incluido el cerebro. De ahí que tenga que ver también con la severidad con el que ataca el SARS CoV-2.

Las proteínas, moléculas que se encuentran en todas las células vivas, se componen de cadenas de aminoácidos. A su vez, estos aminoácidos están regidos por genes que se componen por una cadena de información genética (ADN), que les dice cómo se deben comportar a través instrucciones precisas.

Sobre los tratamientos existentes para la Covid-19, el investigador mencionó que “actualmente para atacarla hay dos categorías de tratamientos. La primera, a través de antivirales que reducen que el virus se replique dentro de las células. La segunda, corresponde a medicamentos que disminuyen la inflamación como la Dexametasona, pero ésta únicamente funciona en personas que ya se encuentran en cuidados intensivos”. Ninguna de las dos categorías previene la enfermedad.

Lo que podría prevenir la infección, afirma, son los antidepresivos que él utilizó en su estudio ya que éstos harían que el virus no entre a las células. Se atreve a hacer esta afirmación porque un equipo de investigadores alemanes que él conoce, realizó experimentos in vitro con los mismos antidepresivos que utilizaron él y su equipo. Lo que los científicos no comprenden aún es por qué algunos de ellos funcionan mejor que otros.

Sin embargo, Hoertel afirma que hay que ser cautelosos con este descubrimiento porque, aunque se hayan realizado pruebas en cientos de personas, los resultados no son definitivos.

Al respecto comenta que “en ciencia, para probar algo, es necesario que diferentes equipos de investigación, con diversas experiencias y resultados, puedan converger en un mismo resultado a partir de distintas hipótesis”.

Por ello, es cauto con respecto a que con estos experimentos se haya encontrado la cura definitiva para el coronavirus. Aunque no descarta que exista “una gran probabilidad de que podríamos haber encontrado un tratamiento que prevendría la infección y quizá una cura”.

Una de las problemáticas con las que ahora mismo se están enfrentando algunos países es la distribución inequitativa de las vacunas. Por ejemplo, Estados Unidos y la Unión Europea, junto con Israel y el Reino Unido, lideran en este momento las cifras de inoculaciones aplicadas.

Ello se debe a que la mayoría de los productores de vacunas contra el SARS-CoV-2 se encuentran en Estados Unidos y Europa. Otra de las problemáticas tiene que ver con la producción. De hecho, el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, “reclamó a las compañías farmacéuticas un aumento masivo de la producción de vacunas para paliar la falta de dosis a nivel mundial”.

De acuerdo con un reportaje publicado el 28 de enero en The Economist, titulado “Vaccine nationalism means that poor countries will be left behind” (El nacionalismo de las vacunas significa que los países pobres se quedarán atrás), serán los países africanos quienes terminen de vacunar a su población hasta principios de 2023, mientras que Estados Unidos y los países europeos lo harán a finales de 2021.

Esta distribución inequitativa, donde los países más pobres serán evidentemente los más afectados, obliga a buscar alternativas de tratamiento contra la Covid. Sobre ello, Nicolas Hoertel comentó que uno de los tratamientos más plausibles, si se demuestra su efectividad, sería con los antidepresivos que él ha estudiado.

Y pone un ejemplo concreto: “la fluoxetina, en Europa, no se vende en más de 3 euros, por lo que resulta muy barata y una alternativa para los países que no tendrán acceso inmediato a las vacunas”.

La investigación completa de Nicolas Hoertel y su equipo, se puede consultar en el siguiente enlace: https://www.nature.com/articles/s41380-021-01021-4?fbclid=IwAR0pKdzoyeybj2Gtz4gQGkEVVnqeWCXE7vU9d0Q1T4DMN7MDTWpB9Efadgw