Como estamos empezando en el terreno de las posiciones, hemos seleccionado unas muy sencillas de hacer para ambos a la par que excitantes.
Así que si no eres de hacer ejercicio y tu único fondo es el del armario, no te preocupes: podrás aguantar hasta el final sin lesiones ni tirones en los músculos.
1) El misionero clitoriano
Este es el clásico misionero, pero reinventado con la estimulación del clítoris, que, como ya te contamos en Vozpópuli, es esencial para que ella llegue al final.
¿Cómo se hace? Es muy sencilla. Ella se tumba boca arriba y él se sitúa encima.
Mientras la penetra, ella puede estimularse el clítoris con el rozamiento de la pelvis de su compañero y controlar asimismo el ritmo de la penetración con su movimiento de caderas.
2) La silla del placer
Esta también es muy sencilla de hacer y facilita la conexión emocional durante la penetración, lo que hará que ambos tengáis un orgasmo mucho más intenso.
El se sienta en la silla y ella, a horcajadas sobre él, mirando de frente o dándole la espalda.
Esta postura le da a la mujer libertad total de movimiento, y acceso total a su clítoris y pezones, que pueden (y deben) ser estimulados por ella misma o por su compañero.
3) El taladro
Esta postura está reservada únicamente para aquellas mujeres que les guste ser sumisas en la cama y para los hombres que quieran ser dominantes.
En esta posición, él tiene todo el control de la acción, pues controla todos los movimientos de su pene, que es introducido en la boca de la fémina. Ella solo ha de estar recibiendo el miembro viril en sus labios. Recordemos que si el hombre introduce el pene hasta la garganta, ella deberá dejar de respirar para reprimir la arcada.
4) La húmeda
Tras ‘el taladro’, ella deberá exigir su recompensa, y ‘la húmeda’ es la posición idónea para ello. Ojo, esta es una posición solo apta para aquellos hombres que quieren ofrecer a su pareja un sexo oral intensísimo, y que saben hacerlo. Lo más probable es que solo con este cunnilingus ella llegue al orgasmo.
¿El modus operandi? Ella se sienta (no literalmente) en la cara de él, y éste se dedica a hacer su labor con la lengua y los labios. Mientras, puede estimularle el ano con los dedos.
