El opositor ruso Alexéi Navalni ha sido detenido en el control de pasaportes del aeropuerto Sheremétievo, poco después de llegar a Moscú, capital de Rusia.
“La detención de Navalni se llevó a cabo en base a una orden emitida el 29 de diciembre por el jefe del Servicio Penitenciario Federal de Rusia en Moscú, según la cual, el condenado fue incluido en la lista de buscados por violaciones sistemáticas de las condiciones del período de prueba, con la orden de tomar medidas para detenerlo al determinarse su paradero”, ha anunciado este domingo el Servicio Federal de Moscú (FSB, en su acrónimo ruso), en un comunicado.
El organismo ha aseverado que la siguiente medida preventiva para Navalni “será determinado por un tribunal” y, mientras se espera el pronunciamiento, “estará bajo custodia”.
Inicialmente, el vuelo del opositor ruso debía aterrizar en el aeropuerto de Vnúkovo, (también en la capital rusa), pero fue cerrado por razones técnicas. Mientras tanto, una gran multitud de partidarios del opositor esperaba su llegada en Vnúkovo. De hecho, allí se registraron casos de enfrentamientos con la Policía, que llevó a cabo decenas de detenciones. Poco después de su detención, varios países occidentales han reaccionado al respecto. El presidente del Consejo Europeo (CE), Charles Michel, y Francia han pedido a Moscú su liberación “inmediata”, mientras que Lituania, país de la Unión Europea (UE), ha urgido a “discutir nuevas sanciones” contra Rusia, y Polonia ha llamado a una “respuesta rápida”.
Navalni “debe ser liberado inmediatamente”, ha instado por su parte Jake Sullivan, futuro asesor de Seguridad Nacional del presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, denunciando además los “ataques del Kremlin” contra el opositor.
La portavoz de la Diplomacia rusa, Maria Zajarova, ha respondido a su vez en Facebook, afirmando que los líderes extranjeros deberían “respetar la ley internacional” y “ocuparse de los problemas de sus propios países”.