«Literalmente ella rompió el techo de cristal. Incluso las mujeres de hoy en día aspirarían a hacer lo que ella hizo hace 1.400 años». Así describió Asad Zaman, un imán de la ciudad de Manchester, en Inglaterra, a Jadiya, una mujer que nació en el siglo VI en lo que hoy es Arabia Saudita.
Fue una mujer respetada en su sociedad, muy rica y poderosa, que rechazó las propuestas de matrimonio de muchos hombres de la nobleza. Se casó en dos oportunidades. Quedó viuda de su primer esposo y se cree que decidió separarse del segundo. Juró que no se volvería a casar, pero su convicción duró hasta que conoció a quien se convertiría en su tercer esposo.
Si lo eligió, le dijo Zaman a la BBC, fue porque vio en él «algunas cualidades asombrosas que la hicieron cambiar de opinión sobre el matrimonio».Literalmente, Jadiya fue quien lo escogió, fue ella quien le propuso que se casaran.
Ella tenía 40 años y él era un joven de 25 años de origen muy humilde. Su historia no sólo es una de amor, sino una que evoca el nacimiento de la segunda religión con más seguidores en el mundo.
Y es que Jadiya se casó con Mahoma antes de que él se convirtiera en el último profeta del islam.
La comerciante
Robert Hoyland, profesor de Historia del Medio Oriente Antiguo de la Universidad de Nueva York, advierte que es difícil tener una visión detallada de quién era Jadiya, en parte, porque lo que se conoce de ella se escribió muchos años después de su muerte. Sin embargo, la mayoría de las fuentes apuntan a que se trataba de una mujer con «la ambición de un espíritu libre y con una voluntad muy fuerte», le dice el reconocido autor.
Por ejemplo, había rechazado casarse con su primo, algo que por tradición su familia hubiese preferido, porque quería ser ella quién escogiera a su pareja. Jadiya fue la hija de un comerciante que había convertido el negocio de la familia en un imperio comercial.
Tras su muerte, en una batalla, ella se hizo cargo. «Estaba claramente acostumbrada a abrirse camino en el mundo», indica la historiadora Bettany Hughes.
«De hecho, fue su perspicacia para los negocios lo que la pondría en un camino que con el tiempo cambiaría la historia del mundo».
El ayudante
El negocio que Jadiya dirigía, desde Meca (Arabia Saudita), contaba con muchas caravanas que transportaban productos por las grandes ciudades del Medio Oriente. Recorrían extensas distancias que iban, por ejemplo, al sur de Yemen y al norte de Siria.
Si bien parte de su riqueza provenía de su familia, Jadiya también forjó su propia fortuna, dice Fozia Bora, profesora asociada de Historia Islámica de la Universidad de Leeds, en Inglaterra. «Era una mujer de negocios por derecho propio, con mucha autoconfianza».
Jadiya estaba acostumbrada a contratar a personal para cubrir los diferentes aspectos de la actividad comercial. En una ocasión oyó hablar de un hombre que tenía la reputación de ser muy honesto y trabajador.
Lo conoció y le pidió que se hiciera cargo de una de sus caravanas. Pronto surgió un sentimiento de admiración hacia él. Jadiya quedó tan impresionada que decidió asumir un nuevo compromiso matrimonial. Esa unión, indica Bora, le brindó a Mahoma, quien había sido huérfano y criado por un tío, una vida «con una mayor estabilidad y prosperidad económica».
Se cree que tuvieron cuatro hijos, aunque sólo las hijas lograron sobrevivir la primera infancia. «Desde una perspectiva sociológica, también hay que entender las condiciones de la época, era un matrimonio monógamo en una época en la que la mayoría de los hombres tenían varias esposas. Era una sociedad muy polígama», reflexionó la profesora Rania Hafaz, miembro del Instituto Musulmán de Londres.
Las primeras revelaciones
Mahoma había nacido y crecido en la tribu Quraysh (la misma a la que pertenecía Jadiya), en una época en la que varios grupos de la zona adoraban a varios dioses. Años después de casarse, inició una progresiva transformación espiritual que lo llevó a adentrarse en las montañas de Meca para meditar.
De acuerdo con el islam, Mahoma recibió revelaciones de Dios a través del ángel Gabriel, el mismo que le anunció a María que sería la madre de Jesús. Así le fue revelado el Corán, el libro sagrado de los musulmanes. Se cuenta que cuando experimentó la primera revelación, sintió miedo porque no sabía de qué se trataba.
La primera musulmana
Para muchos expertos, al ser la primera persona que escuchó las revelaciones que Mahoma había recibido, Jadiya se convirtió en la primera musulmana de la historia, la primera conversa. «Ella creyó y aceptó el mensaje», indica Bora.
«Considero que eso le dio mucha confianza a Mahoma para que empezara a difundir el mensaje (…) Le hizo sentir que tenía una voz».Mahoma, cuenta Hughes, desafió a los mayores de la tribu y decidió predicar públicamente:
«Hay un solo Dios, Alá. Adorar a otros es una blasfemia». De acuerdo con Bora, cuando Mahoma comenzó a enseñar el islam, fue marginado por muchos miembros de la sociedad de Meca porque se oponían a su mensaje monoteísta.
«Pero Jadiya le brindó el apoyo y la protección que tanto necesitaba en esos momentos».
«El año de la tristeza»
Jadiya hizo todo lo que estaba a su alcance para apoyar a su esposo y al islam hasta el final de sus días. En el año 619, se enfermó y murió.
Tras 25 años juntos, Mahoma estaba destrozado. «Realmente él nunca se recuperó de la muerte de Jadiya», reflexiona Hoyland.
«Lo que impresiona de las fuentes es la forma en que hablan de Jadiya, como la mejor amiga que Mahoma tuvo, incluso más que sus más cercanos compañeros: Abu Bakar u Omar». «Ese es el aspecto romántico de esa relación».
De hecho, Hughes indica que «los musulmanes todavía recuerdan el año de su muerte como el Año de la Tristeza».
Tiempo después y siguiendo la tradición, Mahoma se volvió a casar.