Desde el lanzamiento, en 2004, de la edición conmemorativa de Don Quijote de la Mancha, la colección impulsada por la Real Academia Española (RAE), la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale) y la editorial Alfaguara, se ha buscado defender la idea de que “el español es una patria común y trabajamos para establecer puentes que hagan viajar la literatura de una orilla a otra”.
“Estamos convencidos de que las grandes obras escritas en nuestro idioma son un patrimonio y una herencia compartidos y así queremos transmitirlo a los lectores”, en palabras de Pilar Reyes, directora Editorial de Alfaguara y Literatura Random House, durante la presentación de El señor presidente, de Miguel Ángel Asturias, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1967.
Coordinada por Raquel Montenegro, directora de la Academia Guatemalteca de la Lengua, la edición cuenta con textos de Arturo Uslar Pietri, Mario Vargas Llosa, Darío Villanueva, Sergio Ramírez, Luis Mateo Díez, Gerald Martin, Mario Roberto Morales, Lucrecia Méndez de Penedo y Anabella Acevedo.
De acuerdo con el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, se trata de uno de los libros clave de la literatura centroamericana y de nuestra lengua, que vale por la historia que representa, por la historia guatemalteca, centroamericana y caribeña y, sobre todo, por su lenguaje.
“El tema de las dictaduras en América Latina se da porque los esquemas democráticos no encuentran asideros suficientes para volverse permanentes. En América Latina tenemos una recurrencia de las dictaduras por las imperfecciones y las anomalías de nuestra propia vida política y social; en este sentido, El señor presidente sigue siendo, desde la parte política, no sólo desde el lenguaje, muy vigente”.
El gran laboratorio de lo que vamos a conocer como las dictaduras típicas de América Latina se da en Centroamérica y en el Caribe, explicó el narrador, siendo una figura central de los dictadores, o arquetípica de los dictadores, la de Manuel Estrada Cabrera, el protagonista de la novela de Miguel Ángel Asturias, quien permaneció casi 20 años en el mando supremo de Guatemala, “hasta que fue derrocado por una rebelión popular en las calles, acompañada después por las fuerzas armadas”. “
El señor presidente es una fiesta de las palabras, una de las perspectivas que el lector debe disfrutar: la aproximación a la figura siniestra del dictador, pintando primero lo que es la atmósfera de la Guatemala de esos años, a través de personajes, como Cara de ángel, uno de los esbirros del señor presidente, que se volverán inolvidables para el lector”.
En la literatura latinoamericana existen varios ejemplos de novelas enfocadas en la dictadura, como El recurso del método, de Alejo Carpentier; La fiesta del chivo, de Mario Vargas Llosa; Yo, el supremo, de Augusto Roa Bastos, además de El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez.
“Como vemos, gran parte del armazón de la literatura narrativa latinoamericana está construida alrededor de esta figura dominante en nuestra historia, el dictador, el gran patriarca, que unas veces viene del caudillo ilustrado y, otras veces, del que va el golpe de Estado y a través de artimañas de queda en el poder; en Centroamérica hay que recordar todas estas dictaduras estuvieron siempre bendecidas por el poder omnímodo de la United Fruit Company, apoyada por el departamento de Estado de los Estados Unidos”, explicó Sergio Ramírez durante el lanzamiento de la edición conmemorativa.
En la ceremonia telemática, la editora Pilar Reyes recordó que, desde la publicación, en 2004, de Don Quijote de la Mancha, se asumió el reto editorial de convertir obras canónicas de la literatura en español en auténticos best sellers: tres millones de ejemplares vendidos de la edición del Quijote, más de un millón de Cien años de soledad; y casi 50 mil de Rayuela o de la edición antológica de Jorge Luis Borges, Borges esencial.