Este sábado, más de 130 mil personas salieron a las calles de Francia para protestar contra un controvertido proyecto de ley sobre seguridad, considerado como una mordaza por sus detractores, en una jornada empañada por choques entre manifestantes y policías en París.
La mayoría de las manifestaciones contra este texto – que restringiría el derecho de filmar a la policía – se desarrollaron en calma, pero en París, donde al menos 46 mil personas se volcaron a las calles, según cifras del ministerio del Interior, estallaron violentos enfrentamientos al caer la noche.
Grupos de manifestantes, vestidos de negro, prendieron fuego a la entrada del Banco de Francia y a un restaurante adyacente, volcaron e incendiaron varios vehículos, y lanzaron piedras a la policía, que respondió con gases lacrimógenos y cañones de agua, constataron periodistas de la AFP.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, condenó en Twitter «violencias inaceptables contra las fuerzas del orden». El ministro señaló que 37 policías resultaron heridos en los enfrentamientos que se saldaron con al menos 46 detenciones.
En el centro de las protestas figuran tres artículos del proyecto de ley Seguridad global que recibió la luz verde de la Asamblea Nacional la semana pasada, y que enmarca la difusión de la imagen de la policía, el uso de drones así como imágenes de las fuerzas del orden tomadas por ciudadanos con sus teléfonos móviles.
«Las libertades fundamentales y básicas de nuestra democracia están siendo atacadas: la libertad de expresión e información», estimó Sophie Misiraca, una abogada de 46 años, que salió a protestar en la capital.
«Este proyecto de ley pretende restringir la libertad de prensa, la libertad de informar y de ser informado, la libertad de expresión, en fin, las libertades públicas fundamentales de nuestra República», consideran los coordinadores que convocaron las protestas.
El artículo 24 ha centrado la atención, pues castiga con un año de cárcel y hasta 45 mil euros (54 mil dólares) de multa la difusión «malintencionada» de imágenes de las fuerzas del orden.
El gobierno asegura que esta disposición pretende proteger a la policía de llamados al odio y a muerte en las redes sociales, con revelaciones de detalles sobre su vida privada.
Pero los detractores sostienen que muchos casos de violencia policial quedarían impunes si no hubieran sido grabados por las cámaras de periodistas o por los teléfonos de los ciudadanos.
También alegan que es una disposición inútil, ya que el arsenal jurídico actual es suficiente para reprimir estos delitos y que el derecho francés «sanciona los actos, no las intenciones».
Dos casos de violencia policial esta semana han atizado el debate, sumiendo al ejecutivo de Emmanuel Macron en una crisis política.
El lunes, durante una operación mediática de organizaciones promigrantes, la policía evacuó brutalmente a los que se habían instalado en una plaza del centro de París, y zarandearon a los periodistas bajo el foco de las cámaras y de los smartphones.