Igual que siempre: «Cacería de brujas»

En México durante las últimas décadas al darse un cambio en el gobierno federal se inicia la ya conocida y terrorífica “cacería de brujas”, durante los últimos sexenios se han dado casos sobresalientes la aprehensión del poderoso líder petrolero Joaquín Hernández Galicia “la quina” y la caída del líder magisterial Carlos Jonguitud Barrios.
Al siguiente sexenio la aprehensión y consignación de Raúl Salinas de Gortari, hermano del presidente de la República saliente.
También se detuvo sexenios más tarde a la lideresa del magisterio nacional Elba Esther Gordillo.
Andrés Manuel López obrador dijo y repitió muchas veces tanto en campaña como en entrevistas que no lanzaría una cacería de brujas en contra de funcionarios de administraciones pasadas, pero es evidente que cambió su forma de pensar o como dicen algunos rompió su promesa.
La acusación recientemente presentada por la Fiscalía General de la República en contra de Luis Videgaray, exsecretario de Hacienda y exsecretario de Relaciones Exteriores, no es otra cosa más que eso: cacería inútil, absurda, insubstancial para buscar chivos expiatorios en gobiernos pasados.
Las aparentes evidencias que la Fiscalía comparte hasta ahora, consisten en dos testimonios de Emilio Lozoya, que es un delincuente confeso al que la autoridad mexicana le ha otorgado por denunciar y acusar a otros, es decir igual que en él los siglos XIV y XV en que se llevó a cabo una intensa cacería de brujas, que era suficiente con que alguien la denunciara y al delator la Santa inquisición le otorgaba recompensas.
Se sabe que la Fiscalía en dos ocasiones intentó presentar el expediente en contra de Videgaray frente a un juez, mismo que rechazó las acusaciones por falta de elementos para abrir un proceso.
Se le acusa de delitos electorales, al haber utilizado dinero producto de sobornos de Odebrecht para campañas del PRI en diferentes entidades. Delito que, por cierto, si se aplica al 2012, haora ya prescribió.
Conscientes de ello, le imponen el increíble y desproporcionado delito de traición a la patria, por su naturaleza atemporal.
El o los supuestos delitos electorales concluyeron su vigencia y se busca uno mayor, aunque con la misma evidencia: financiar campañas con dinero proveniente de una empresa extranjera.
Lo más grave para la Fiscalía es que va a tener que comprobar con evidencias sólidas dichas acusaciones, que a estas alturas, se ve inviable.
Luis Videgaray fue sin duda el brazo derecho de Enrique Peña Nieto. Desde la campaña y antes, en el propio gobierno del Estado de México, Videgaray se convirtió un apoderado de Peña Nieto, para decidir, planear, construir estrategias, ejecutar políticas. Para nadie es un secreto que las capacidades de Videgaray en el ámbito político como en el hacendario y económico, le hicieron depositario de todas las confianzas del señor Peña.
Pero acusar a alguien de traición a la patria es absolutamente desproporcionado, apunta más a fines políticos y partidistas, que judiciales. Es decir una auténtica cacería de brujas.
Resulta vergonzoso que la Fiscalía seudo independiente se preste a la agenda política del presidente, en vez de hacer un trabajo pulcro y ejemplar –como prometieron– para acabar en este país con la corrupción verdadera.
Si se trata de buscar corruptos. Pues busquen bien. Por qué no se dan una vuelta por los liderazgos sindicales nacionales y locales, y los responsables de manejar esos fondos; por qué no revisan las universidades en el caso de la ‘estafa maestra’; hay docenas de expedientes en la Auditoría Superior de la Federación, en estados, secretarías o paraestatales.
Esto es una auténtica “cacería de brujas” que López Obrador prometió que no la haría como “los anteriores”.