Trucos para mantener la privacidad en línea

El desarrollo del mundo digital y el aumento de las actividades online han provocado que la preservación de la privacidad se convierta en un tema de debate cada vez más significativo. Lejos queda el tiempo en el que desconocíamos los riesgos asociados al uso de determinados servicios en línea y herramientas digitales. Hoy en día casi todos sabemos que nada es gratis; que, si algo es libre de coste, es porque el precio a pagar somos nosotros, nuestra información, nuestros datos. Y aunque lo sepamos, aunque el número de robos de contraseñas y de otra información sensible continúen al alza, aunque los escándalos que azotan a las grandes empresas tecnológicas responsables de las redes sociales y otros servicios digitales que utilizamos todos los días se estén multiplicando, aunque los peligros del “Gran Hermano” informático estén, en un contexto internacional como el actual, más a la vista que nunca, la realidad demuestra que cambiar nuestros hábitos digitales no es una tarea tan sencilla como pudiera, a priori, parecer.

 

Por mucho que nos propongamos concienciarnos sobre las crecientes amenazas y actuar en consecuencia, muchas veces nos encontramos con que tenemos menos campo de maniobra del esperado, ya sea o bien por la falta de transparencia que rodea a ciertas aplicaciones (que recopilan grandes cantidades de información sin que podamos, a penas, darnos cuenta); por el profundo desconocimiento en lo relativo a la correcta utilización de las herramientas informáticas (unido a la escasez de tiempo que podemos dedicar a un adecuado aprendizaje en la materia, que se vincula con la —cada vez mayor y más inmediata— necesidad de uso de las herramientas o servicios en cuestión); o porque, sencillamente, no depende de nosotros, sino de las demás personas que utilizan el servicio.

 

A pesar de estas dificultades, existen ciertos comportamientos y sistemas que conviene tener presente y que nos ayudarán a reducir el riesgo de sufrir vulneraciones de nuestra privacidad. Lo primero que hay que tener presente para mantener nuestra intimidad y nuestra información sensible seguras es que la información que aportemos a determinados servicios digitales (como, por ejemplo, las redes sociales), acabará, más que probablemente, en manos desconocidas, y, por ende, fuera de nuestro control. En otras palabras, si queremos asegurarnos de que seguimos siendo los dueños de los datos que incluimos en un determinado servicio, deberemos tomarnos el tiempo de realmente leernos y estar de acuerdo con los términos del servicio y sus condiciones de uso (si no al completo –que todos sabemos que puede ser una tarea ardua— al menos sí en los puntos esenciales que afecten a cuestiones que valoremos como importantes como puede ser el caso de la privacidad). Si decidimos no hacerlo, o si utilizamos el servicio de todas formas aun sabiendo el destino que depara a nuestra información, deberemos estar dispuestos a perder el control sobre la misma.

 

Siempre es recomendable navegar únicamente en sitios seguros, pero hay que tener en cuenta que muchos de ellos tienen problemas de seguridad o datos que se envían de forma no segura, a veces hasta datos personales, por lo que siempre se recomienda comprar una vpn para mantener los datos seguros.

 

Además de esto, es importante revisar los ajustes de privacidad en la configuración de nuestras cuentas, pueden ayudarnos a tener una idea algo más clara y detallada de lo que implica estar utilizando determinadaaplicación o servicio, y a su vez nos dará algo más de capacidad a la hora de aportar una capa de protección adicional a nuestros datos. Determinadas aplicaciones, navegadores y herramientas de software requieren de ciertos permisos para poder operar. Esos permisos pueden dar acceso a nuestra red de contactos, a archivos personales, o a herramientas como cámaras, micrófonos, geolocalización, etc. Deberemos estar atentos a qué permisos concedemos y lo que ello supone, y, para reducir al mínimo las posibilidades de verse afectados por comportamientos fraudulentos, estar pendientes de deshabilitarlos una vez no los estemos usando. Lo mismo aplica con nuestros dispositivos físicos: si podemos ocultar dispositivos tan golosos de hackear como las cámaras de nuestros portátiles, hagámoslo, ¡nadie quiere que le estén mirando sin permiso!

 

Un poco de limpieza y reordenación de contenido también es una tarea bastante recomendable si queremos mantener nuestra información saneada y libre de intrusiones. Cosas como eliminar contenido superfluo de nuestras cuentas periódicamente (o incluso darnos de baja de los servicios que no utilicemos a menudo), borrar el historial de búsqueda, no guardar información sensibleen servicios online, realizar copias de seguridad para contrarrestar posibles sustracciones de datos, o cerrar sesiones una vez terminemos de utilizar los dispositivos(especialmente, por supuesto, en ordenadores de uso público o compartido); pueden dificultar el rastreo de nuestros datos y de nuestros movimientos en línea y ahorrarnos muchos disgustos. En pocas palabras, mantén tu información al mínimo manteniendo únicamente lo realmente necesario, durante el tiempo estrictamentenecesario.

 

Si a esto le añadimos consejos clásicos como utilizar un antivirus, utilizar contraseñas seguras y actualizarlas frecuentemente, mantener nuestras aplicaciones y demás herramientas siempre al día, o desconfiar de las redes wifi abiertas (evitando, en la medida de lo posible, su uso, o restringiendo la navegación a sitios que no contengan datos que puedan comprometernos), estaremos dando pasos en la dirección adecuada para blindar nuestra actividad en línea y proteger nuestra privacidad.