Renta Básica

Ya sé que, en cierto modo y para algunas personas, ya parezco disco rayado. Y más vale que así sea. No cejaré en el empeño de difundir todo aquello que tenga que ver con el tema de la Renta Básica, pues estoy convencido de sus virtudes para un país y una sociedad como la nuestra, que no puede, por ningún motivo, seguir siendo tan desigual y con tanta gente en pobreza y con falta de oportunidades.
El Foro Económico Mundial, camino a su Sustainable Development Impact Summit: Realizing a ‘Great Reset’ for Sustainable Development, que se realizará el 24 de septiembre, publicó una serie de iniciativas que los países y el sector privado han implementado para fomentar el desarrollo en medio de la pandemia. El caso del experimento del ingreso básico universal en Alemania puede ser una muestra muy original y útil de las políticas que podríamos estar presenciando en esta materia, en particular porque no ha provenido del Estado, sino del sector privado y social.
El experimento realizado por el German Institute for Economic Research, (una organización privada financiada por 140,000 donantes) asignará a 120 alemanes una renta básica de 1,200 euros (el valor de la línea de pobreza en este país) cada mes durante tres años. Una condición del estudio es la diversidad de los participantes; estos pueden no estar bajo la línea de pobreza y son libres para desempeñarse cómo lo deseen. Los resultados del seguimiento a estos individuos se contrastarán con la evolución económica de otras 1,380 personas que no reciben la renta. Comenzará en noviembre de 2020 y empezará a medir resultados en el año 2021.
Esta cantidad es más elevada que los apoyos sociales combinados en algunas regiones de Alemania, según los investigadores. Existen evidencias encontradas sobre el potencial para reducir la desigualdad, pero se ha señalado que tiene poco efecto sobre el empleo. Estas conclusiones se basan en experimentos con la renta básica de corto plazo los cuales no han examinado metódicamente las decisiones económicas de los individuos. Durante los tres años del estudio, se realizarán cuestionarios sobre sus vidas, trabajo y estado emocional asociadas al ingreso básico.
Jürgen Schupp, director del proyecto, señala que es necesario producir esta evidencia científica para debatir seriamente el ingreso básico. Hasta ahora, las iniciativas se han mantenido en un nivel filosófico, sin un diseño muy metodológico. Esta iniciativa espera obtener información sobre la innovación y el espíritu empresarial de quienes usan la renta, ya que Schupp señala que es probable que “los beneficiarios de tales ingresos estén dispuestos a tomar decisiones más arriesgadas para convertirse en autónomos o intentar otra carrera». Programas anteriores se han planteado como un incentivo al trabajo o a inversiones sociales, pero esta vez plantea ser más neutro en espera de que se convierta en un incentivo a la creatividad.
La mayor parte de los experimentos sobre renta básica han durado sólo unos meses, por lo que no tenemos datos sobre el efecto a largo plazo de estas transferencias; el experimento busca cambiar esto. Este experimento se suma a otras iniciativas en el país para estudiar el ingreso básico de manera más detallada, como la creación en 2019 del Freiburg Institute for Basic Income Studies (FRIBIS) de la Universidad de Friburgo, dirigido por Bernhard Neumärker. Este instituto reúne a investigadores de diversas facultades y activistas de la renta básica de la sociedad civil para contribuir con los resultados de la investigación e implementar proyectos.
Gran parte del financiamiento del proyecto del German Institute for Economic Research proviene del grupo activista Mein Grundeinkommen (Mi Ingreso Básico). En 2014, este grupo lanzó un crowdfunding para financiar un breve experimento y a fines de 2019, había otorgado casi 500 ingresos básicos de 1,100 euros por mes durante un año. Una medición de este último proyecto permitió conocer que más de la mitad lo invirtió en educación y el 35% dijo que se sentía más motivado en el trabajo.
El caso de más duración implementado a la fecha es el de Finlandia, el cual ha inspirado este proyecto. Su ministerio de desarrollo social, Kela, experimentó con una renta básica entre enero de 2017 y diciembre de 2018, en donde un total de 2,000 finlandeses desempleados recibieron 560 euros al mes. Las conclusiones mostraron pocos cambios en el nivel de empleo a pesar de la mejora del bienestar. Al examinar un grupo de control que no recibió la renta, aquellos beneficiarios sólo tuvieron un día más de trabajo que el grupo no beneficiado.
El Banco Mundial comenta en su publicación “Exploring Universal Basic Income” que una forma de expresar la renta mínima es como un impuesto negativo sobre el ingreso. Éste debería ser un monto equivalente a la línea de pobreza con el objetivo de superarla. Sin embargo, países que realizan transferencias focalizadas con montos basados en sus líneas de pobreza han mostrado reservas a convertirlas en rentas universales. Así, la implementación de rentas condicionadas ha sido el tipo de política más común; estas proporcionan incentivos no monetarios para invertir en capital social y se esfuerzan por detectar solamente a los individuos en pobreza extrema. Pero estas decisiones focalizadas han limitado la libertad de los beneficiarios para tomar decisiones en base a esa renta.
Otros experimentos con la renta básica como los de Barcelona, Silicon Valley y Ontario sugieren que existen mejoras en la felicidad, la salud, la asistencia a la escuela y la confianza en las instituciones sociales, así como una reducción en la delincuencia. Pero son poco concluyentes como incentivos para encontrar trabajo, lo que lleva a repensar el papel de la renta no como un seguro de desempleo, para el cual ya existen programas, sino como parte de un incentivo a la formación de talento y de innovación de los individuos.
En el pasado mes de abril, 460 mil ciudadanos alemanes habían firmado una petición para que el gobierno implementara un ingreso básico por seis meses durante la pandemia; sin embargo, el Parlamento no aprobó esta medida. Hasta ahora los partidos políticos alemanes no han incorporado estas ideas en sus plataformas. Todavía existen algunas interrogantes como el impacto sobre los precios al consumidor y la relación que esta transferencia tendría con los impuestos. Pero la pandemia ha empujado este debate en países europeos como España, uno de los países más desiguales de la Unión, que ya implementa un programa que otorga entre 450 y 1000 euros a los hogares en pobreza extrema.
En México, entre los políticos de diferentes partidos, crecen las opiniones favorables, pero creo que no nos haría mal hacer lo que harán en Alemania. ¿Por qué no pasar a los experimentos que nos den elementos más concluyentes sobre el tema? Digamos, pasar de las palabras a los hechos.
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