¡Una de cal!

Hoy en día una gran cantidad de trabajadores pierden la oportunidad de acceder a una pensión

Una de cal, por las que van de arena, reza el dicho popular con el que estamos familiarizados y que realmente se origina en una frase más larga que decía “Una de cal y otra de arena, hacen la mezcla buena”. La frase aludía al necesario y conveniente equilibrio entre estos dos materiales para lograr un mortero de calidad. En el caso de la reciente iniciativa para reformar el sistema de pensiones en nuestro país, al que me referiré, ésta de cal, llega después de muchas de arena. Dicho figurativamente, ya han sido muchas malas noticias de acciones y omisiones en materia económica, cuando se nos hace este generoso obsequio, cortesía del acuerdo al que llegaron el gobierno, los sindicatos y los empresarios. Sin duda, un paso en la dirección correcta; una de cal, por las que van de arena.
En este mismo espacio he tratado el preocupante tema de la gran amenaza que Pedro Vázquez Colmenares analiza con gran objetividad y talento, en su libro (que me permito volver a recomendar) «Pensiones en México, La próxima Crisis”. Una verdadera bomba de tiempo que, si bien no se puede decir que haya sido desactivada, sí ha sido disminuida, gracias a la iniciativa anunciada apenas hace unos días, el 22 de julio. Ese día, el Ejecutivo Federal anunció la propuesta de Reforma al sistema de pensiones que se presentará a la Cámara de Diputados, y que busca atender las bajas tasas de reemplazo entre salario y la pensión recibida de los trabajadores afiliados al Seguro Social y el problema de una población que envejecerá considerablemente para 2050. Esta reforma logró un punto común entre actores con intereses enfrentados y de aprobarse, se implementaría a partir de 2023.
La propuesta reduce el tiempo de cotización de 1,250 semanas, equivalente a 25 años, a 750 semanas que representan 15 años laborales. Este tiempo de cotización aumentará a 1,000 semanas gradualmente en los próximos 10 años. Esto supone uno de los mayores ajustes frente al estado presente del sistema. Dado el fracaso evidente en cuanto a la formalización de nuestra economía, hoy en día una gran cantidad de trabajadores pierden la oportunidad de acceder a una pensión, por la falta de suficientes semanas de cotización.
Asimismo, la propuesta mejorará la tasa de remplazo entre salario y pensión. Un trabajador que recibe cuatro salarios mínimos, sólo obtenía 35% de su salario en la pensión, y en el siguiente umbral de 5 salarios mínimos, la pensión era del 31%. Gracias a la reforma, estos retornos incrementarán a 58% y 54% respectivamente. Actualmente, según el Secretario de Hacienda Arturo Herrera, 80% de los trabajadores formales en México se encuentran en el umbral de 5 salarios mínimos. Así mismo, la pensión mínima garantizada aumentará de 3,289 pesos (80% de un salario mínimo) a un valor promedio de 4,345 pesos.
Estos cambios se financiarán con un aumento en las aportaciones de los empresarios. Las aportaciones aumentarán de 6.5 a 15%. La aportación del empleador será la principal contribución, la cual aumentará de 5.15% a 13.87% gradualmente durante 8 años. Mientras que la aportación del trabajador no tendrá cambios. De igual forma, el porcentaje del Estado mexicano permanecerá igual, en alrededor de 0.22%, pero se focalizará a trabajadores con hasta cuatro salarios mínimos.
La reforma también propone una reducción en las comisiones de las administradoras de fondos de pensiones privadas (Afores) a niveles cercanos al 0.7%, contra el 1% que se cobra actualmente, liberando recursos en favor del ahorro acumulado. Desafortunadamente, la reforma no plantea instrumentos para fomentar el ahorro voluntario, ni una expansión de la base de los pensionados hacia una seguridad social universal.
El gasto público en pensiones de reparto ha crecido desmedidamente y en esta reforma no se plantea cómo se podría reducir el billón de pesos que aproximadamente representa, con cargo al presupuesto federal. Tampoco se hace cargo del tema relacionado con la problemática que enfrentan estados y municipios por el mismo tema. En los países de la OCDE el gasto público en pensiones representa alrededor de 8% del PIB y un promedio de 18.4% del gasto total de los gobiernos. Mientras que, para México, las pensiones representaron 2.2% del PIB y 7.9% del presupuesto.
La población mexicana experimentará un fuerte cambio demográfico en los próximos 30 años. Según el documento Pensions at Glance 2019 de la OCDE, México tiene una proporción de 13.2 personas mayores a 65 años por cada 100 personas en edad de trabajar (20 a 64 años). Nuestro país tiene una mayor cantidad de jóvenes, si se compara con los 31 adultos mayores por 100 adultos en edad laboral promedio en los países de la OCDE. Pero para 2050, la proporción de adultos mayores en México será de 28.9, más del doble de personas retiradas que existen actualmente.
En México la tasa de pobreza en la vejez es de 24.7 de los adultos mayores, frente al 13.5 promedio de la OCDE. Para examinar el problema, es necesario observar la tasa de reemplazo: la relación entre el monto de la pensión y el salario antes de esta. México tiene la segunda tasa más baja entre los países de la OCDE. En 2016, la OCDE reportaba que la tasa de contribución actual en el sistema de pensiones mexicano era de 6.5%. Esta sólo podría cubrir el 26% del salario original para el trabajador promedio. Para generar un ahorro del 50% del salario con una pensión se necesitaría realizar una contribución mínima de 13% del salario durante 40 años, por lo que la aportación recomendada debería situarse entre el 15% y el 20% del salario.
Ernesto O’Farril en su columna del Financiero señala que uno de los incentivos negativos de la reforma es el aumento en los costos del empleo formal. Una mayor contribución empresarial podría significar que las empresas preferirán el outsourcing o las contrataciones informales. Enrique Quintana en su columna comenta que la reforma no plantea alternativas para quienes se encuentren fuera del empleo formal. Pero ambos coinciden en que es una reforma que tiene que realizarse en este momento.
Hace 25 años que en Fundación Alzheimer, Alguien con quien contar, atendemos a enfermos de este doloroso mal y durante todo este tiempo he podido constatar lo difícil que resulta encontrar fondos o donadores en favor de las personas de la tercera edad. No así en otros casos en que he participado, relacionados con niños en situación de calle, indígenas Mazahuas o la misma UNAM, entre otras. Me duele que en esta sociedad nuestra nos desentendamos de quienes nos han antecedido (quizás porque ahora yo formo parte de ese grupo). Y me parece de elemental justicia voltear a verles y hacer algo. Esta medida va en ese sentido y lo celebro.

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