México 70: En el nombre de Pelé

¡Pelé, Pelé, Pelé!”, ¿cuántas veces habrán invocado el nombre de O Rei aquella tarde mágica en el Estadio Azteca? Cuando aquel circo de once marcianos brasileños aterrizó en territorio mexicano y acabaron con la Italia de Albertosi, Mazzola y Riva en un dos por tres. Pelé, el as que Zagallo traía bajo la manga, el hijo de Dondinho, el número 10 eterno, el tres veces campeón del mundo, el que estuvo a punto de no venir al Mundial de México 70 porque un entrenador de apellido Saldanha dijo que Edson era miope y tenía problemas de cadera.

Sucedió hace medio siglo.

El Brasil de Pelé, Tostao, Rivelino, Gerson y Jairzinho (los cinco magníficos) conquistó la IX Copa del Mundo ante la locura multiplicada del pueblo mexicano, con un claro marcador de 4-1 sobre Italia. La Copa Jules Rimet sería entregada al capitán Carlos Alberto, de manos del presidente Gustavo Díaz Ordaz. Una copa que se “perdería”, años después, en territorio amazónico.

La imagen del santo negro Pelé, suspendida en el aire ante la mirada atónita del defensor Tarcisio Burgnich, mientras el balón choca con la testa del número 10 y se va hasta el fondo de la portería de un vencido arquero llamado Enrico Albertosi. Minuto 18. La jugada la comenzó Tostao en saque de manos por la banda izquierda, el balón fue interceptado por Rivelino y éste lo elevó hacia el área chica. La Perla Negra se elevó, detuvo el tiempo, y marcó el que sería su último tanto en Copas del Mundo. El 1-0 apocalíptico para la Squadra Azzurra. La testa del futbolista de 29 años y 1.73 metros de estatura saltó llegó a los 2.29 para beneplácito de los fotógrafos.

Un gol de Roberto Boninsegna, al 37’, daría un poco de tranquilidad a los fatigados italianos, quienes venían de un largo encuentro ante los alemanes en El partido del siglo y dejaban la primera parte igualada. La afición mexicana estaba con los brasileños y pedía a gritos que los sudamericanos acabaron con aquellos que eliminaron a la Selección Mexicana.

Lo mejor estaba por llegar. Ante coros en las gradas de “¡Brasil, Brasil!”, Gerson se animó a disparar con la zurda desde afuera del área y cruzó el esférico ante la estirada tardía de Albertosi. Una pirámide humana se amontonó ante aquel número 8. El 2-1, en el minuto 66.

Tocaba a Pelé regalar balones para gol. Como el que acomodó de cabeza, al minuto 71, a los pies de Jairzinho. El extremo entró trompicado, le pegó mal a la pelota y aun así la introdujo en la abaratada portería italiana para el 3-1. Aquel número 7 corrió como loco para hincarse en la banda y persignarse. El séptimo tanto para el brasileño, balón de plata en México 70, quien anotó en todos los partidos.

El 4-1 fue un poema firmado por O Rei y el capitán Carlos Alberto. Rivelino ataca por la banda izquierda y cede a Pelé, en medio de la cancha. El hijo de Dondinho frena el balón, detiene el tiempo y manda una línea recta a la derecha, donde aparece un rayo llamado Carlos Alberto. Un trallazo a 73 kilómetros por hora sale de su botín derecho rumbo a las redes. El daño estaba hecho.

Más tardó el silbante Rudi Glöckner en pitar el final del encuentro, que mirar a Pelé sin camiseta y levantado en hombros por un puñado de paisanos mexicanos. Aquel niño de 17 años que lloró tras coronarse en Suecia 58, ahora sonreía.

Un detalle. El árbitro era de la Alemania Democrática y, en la presentación de las selecciones, se izó la bandera de la Alemania Federal. A pesar de los reclamos del hombre de negro, los organizadores no encontraron la bandera correspondiente.

Las voces de los Hermanos Zavala volvieron a escucharse en el Azteca corear todos el cántico Futbol México 70, mientras el capitán Carlos Alberto recibe la Copa Jules Rimet. Se asoma el inconfundible Gustavo Díaz Ordaz, mientras los demás brasileños de la selección campeona del mundo esperan su turno para acariciar el trofeo.

Fue la despedida para Pelé en Copas del Mundo, pero también para otros siete integrantes de aquel cuadro titular. Adiós al portero Félix, Brito, Carlos Alberto, Everaldo, Clodoaldo, Gerson y Tostao. Wilson Piazza, Jairzinho y Rivelino se darían cita en Alemania 74.

Mario Lobo Zagallo, quien se atrevió a jugar con cinco delanteros, se mantendría en el banquillo.

Y decía Joao Saldanha que Pelé no vendría a México 70 por estar miope y con la cadera desviada.

¡SE ROBARON LA COPA!

Diseñada por Abel Lafleur y hecha de plata, enchapada en oro, la Copa Jules Rimet se entregaba cada cuatro años, desde 1946, a la selección que resultara campeona del mundo. El trofeo de más de tres kilos se quedaría de forma permanente en el país que lograra ganar tres Copas del Mundo. Brasil, Italia, Uruguay y Alemania, los cuatro semifinalistas en México 70 tenían la oportunidad de quedarse con dicho galardón. Al final, Brasil se adjudicó la Jules Rimet, nombre de un expresidente de la FIFA, tras titularse en Suecia 58, Chile 62 y México 70.

Se sufrió con el trofeo de los campeones. Durante la Segunda Guerra Mundial lo tenía Italia, campeón en 1938. Ottorino Barassi, presidente de la Federación Italiana, se lo llevó a Roma en secreto y lo escondió en una caja de zapatos, debajo de su cama, para impedir que los nazis se apoderaran de él.

En 1966, antes del Mundial de Inglaterra, fue robado en una exhibición. Siete días después fue encontrado en un jardín suburbano en Londres, gracias al olfato de un perro llamado Pickles.

Cuando Brasil se adjudicó de manera perpetua la Copa Jules Rimet, fue a las vitrinas de la Confederación Brasileña de Futbol, en Río de Janeiro, pero fue robado en 1983 y se dijo que fue fundido. Cuatro hombres fueron declarados culpables por su robo y se hizo una réplica.