Sus cuatro jinetes

Potosino de nacimiento, cabeño por adopción y arquitecto de por vida. Pienso que la participación en la sociedad es un compromiso y las letras son una oportunidad

Cuenta la leyenda que, a un rey no le bastó comerse su propio reino y beberse, despacio como si fuera vino de mesa, un sinfín de proyectos y expectativas a futuro, sino que también alejó a los malos “espívirus” con solo una imagen en su bolsillo de un ser, que a su consideración, era su homólogo”.
De seguro las noches de insomnio en palacio navegan entre dos puertos: populismo y popularidad. El cómo obtener el equilibrio necesario para que su sistema de gobierno no acabe en el lodo como algo inevitable. El malabar es complicado y con sus recientes y desatinadas imposiciones con fachada de decisiones en bien de la clase más desprotegida, se ha convertido en un juego no solo difícil, más bien extremo mientras ciertos integrantes de su equipo, que al parecer andan mas perdidos que los hijos de la llorona, lejos de ayudar, estorban.
Desde el 1 de diciembre del 2018 hemos estado en su juego: la tibia oposición como si fuera tiro de esquina, lejos del balón; los empresarios haciendo fila en serie de penaltis esperando anotar ese gol como salvación de la descalificación en los siguientes partidos; algunos gobernadores levantando la voz, pero desde la banca; el arbitraje del INE del color de su credencial suplicando respeto y la enardecida porra preparando los petardos por si el marcador no les favorece.
Intentando desafiar la gravedad y en su afán de frenar su vertiginosa caída, lejos de colocar puntales está empeñado en llevar al país al despeñadero contrariando eventos o tendencias que llegaron de afuera para quedarse como es alguna estrategia -no de índices más bien de acciones- contra la pandemia mundial y sus consecuencias o la intención de crear un mundo sustentable en beneficio de futuras generaciones bajo el ya muy masticado argumento de la corrupción razón, según él, de todos los males terrenales, hasta del posible efecto invernadero que se produce con las flatulencias del ganado vacuno. Menos mal que sus magnas obras están vacunadas. Duerman tranquilos.
Su popularidad también se vio seriamente afectada con improvisaciones que no pasan desapercibidas ni por el filtro de la inteligencia -hablar por hablar- como sucedió con la desafortunada arremetida que le dio a los profesionistas y en especial, como sacudida nacional, a los doctores en días en que ellos traen en sus hombros la responsabilidad de la salud del país aportando su valor y sus conocimientos además de arriesgar su salud y la de sus familias.
Un líder que no puede reconocer el valor y la lealtad de sus hombres no merece obediencia.
Al populismo y popularidad se le suman dos integrantes más: política y moral. Menuda tarea y pienso, luego existo, que con este par de conceptos ya se le hizo “bolas el engrudo” por decirlo de una manera sutil y coloquial.
Ahora, si para complicar el cuadro le agregamos una pizca de religión, a pesar del veterano divorcio entre política y esta, con sus “detente” abonara sin duda al populismo, pero con mucha duda a la popularidad por el riesgo que representa y el resultado que puede implicar, esto en el caso específico de esta comezón que nos tiene en arresto domiciliario sin haber cometido delito alguno.
Un populismo inteligente, entrando por la puerta de la empatía, te puede llevar a una popularidad perene, de tal manera que inteligente o no, uno te lleva a la otra inevitablemente. Por otro lado, lograr una dosificación adecuada entre moral y política es más que complicado. Entre moral y política hay una interacción y rivalidad constante, permanente, que no necesariamente depende una de la otra, aunque debería. Política es formación del orden colectivo, la moral se refiere a un conjunto de principios que configuran las conductas humanas; nace y se mantiene del color necesarios y aplicables de acuerdo a las culturas de una manera específica. La mala dosificación entre la moral y la política puede ser también un juego difícil y extremo además de espinoso.
Populismo, popularidad, política y moral. Los cuatro jinetes de su apocalipsis.

@barrerArq