La escritora Valeria Luiselli describe las múltiples caras de Frida Kahlo

La cabrona insolente, la artista discapacitada, el símbolo del feminismo radical, la víctima de Diego Rivera, el icono chic, la mujer hermosa y a la vez monstruosa. Éstas son “las muchas caras públicas” que ha tenido la pintora Frida Kahlo (1907-1954), afirma la escritora Valeria Luiselli, definiciones de las que parte para analizar la comercialización y la banalización de su figura y su trabajo.
La ensayista comenta en entrevista vía telefónica desde Nueva York, donde vive desde 2008, que esta lista de cosas que se han dicho sobre la artista plástica se contradicen entre sí, pero echan luz sobre la manera como se le ha concebido.
Y la define como “esa pintora que estaba siempre mirando hacia adentro mientras miraba hacia fuera, que era capaz de plasmar la unión entre una interioridad convulsa y un exterior también convulso, y generar con ello imágenes indelebles”.
Un texto de la también novelista, quien dedicó a Kahlo un capítulo de su tesis para obtener el doctorado en Literatura comparativa en la Universidad de Columbia, se publica como prólogo de la nueva edición de la biografía Frida, de Hayden Herrera, publicada por Taurus.
Frida Kahlo y el nacimiento de la fridolatría hace reflexionar sobre cómo, a pesar de la explotación comercial de la imagen de la autora de La columna rota, que ha aparecido en bolsas, llaveros, camisetas y hasta en una muñeca Barbie (sin uniceja), “su obra sigue vigente y moviendo a los jóvenes”.
«Me repele la comercialización y la banalización de su figura, su transformación en un icono y lo que sucede con los iconos, que se vacían de significado, se convierten sólo en una fachada, se trivializan”, agrega.
Pero la narradora de 36 años está convencida de que Kahlo ha salido ilesa de este escrutinio mundial. “Todo, cuando es explotado comercialmente, experimenta un vaciado de significado; como cuando se explota la tierra y se vuelve árida. Los productos artísticos y de la mente humana, cuando son explotados, se convierten durante un tiempo en tierra yerma.
«Pero esto no significa que sea una condición perenne; es decir, las cosas pueden volver a tener un resurgimiento y una fertilidad mayor. Muchos esfuerzos que se han hecho recientemente en torno a su obra apuntan en esa dirección”, añade.
Quien ha escrito los libros de ensayo Papeles falsos y Los niños perdidos destaca que los museos han generado una mirada crítica en torno al fenómeno. “Buscan recupera la obra de Frida y entender su figura”.
Confiesa que lo que más le gustan de Kahlo son los cuadros más chicos, más detallados. En especial, el óleo Lo que el agua me dio (1938), “donde está metida en la tina, que se ven sólo unas piernas y unos pies, y del agua salen edificios”.
Luiselli dice que observa a diario la vigencia de la obra de Frida, pues siempre fascina a sus alumnos. “Doy clases sobre lo que investigué para mi tesis doctoral, que aborda a distintos artistas mexicanos y su circulación por Nueva York, y a escritores gringos y su circulación por la Ciudad de México; canaliza distintos circuitos del arte y de la literatura”.
Detalla que el prólogo surgió de esa tesis doctoral y que antes fue un artículo que publicó el diario británico The Guardian, el 11 de junio de 2018, a propósito de una exposición en la Tate Modern. «Los editores leyeron el artículo y me pidieron usarlo como prólogo”.
Ensayo Sonoro
Luiselli apunta en el prólogo que “difícilmente se puede decir que Kahlo fuese una ingenua que no supiera lo que estaba haciendo ni quién era. Al contrario: sabía muy bien cómo sacar partido de los elementos de su vida privada y de su herencia cultural. Los organizaba y transformaba, los utilizaba para construir su personaje público”.
Incluso admite que Frida y Diego, “voluntariamente o no, se convirtieron en una obra de arte ellos mismos. Las personalidades de ambos, en algún sentido eclipsaron la obra; es decir, se convirtieron en dos figuras tan eminentes que se volvieron icónicas.
«La obra definitiva de la pareja fue, por supuesto, ellos mismos. Podría decirse que Kahlo y Rivera fueron los primeros artistas de performance de México, y su casa-estudio fue su galería personal”, señala.
Esta apertura y flexibilidad ante su entorno, hacen de Kahlo y su obra una materia difícil de trivializar.
La autora de las novelas Los ingrávidos y La historia de mis dientes confiesa que vive la cuarentena obligada por el COVID-19 “con miedo anticipado y vértigo”, pero que avanza en la escritura de su nueva propuesta.
«Estoy lentamente trabajando en algo nuevo. Es una especie de ensayo sonoro sobre la violencia contra el cuerpo femenino y contra la tierra; es decir, feminicidio, pero también ecocidio, en la zona fronteriza.