- En el libro Tuesday/Martes, la artista visual Anaïs Abreu reescribe la misiva de Woolf a su marido
La poeta y artista visual Anaïs Abreu D’Argence confiesa que, en un momento en que se quedó sin palabras, decidió “adueñarse” de la carta que la novelista británica Virginia Woolf (1882-1941) le escribió a su esposo Leonard antes de suicidarse en el Río Ouse. “La taché, la reescribí: la hice absolutamente mía”.
El libro de artista Tuesday/ Martes es el resultado de esta segunda intervención que la también editora hace de la carta de suicidio de la autora de Orlando (1928) y Una habitación propia (1929).
«El día que dejé de necesitarla en el buró la hice un poema visual y ahora una pieza. Virginia nació en 1882. Yo nací 100 años después. Tal vez sólo busco una conexión para justificar el descaro de tomar como mías sus palabras una y otra vez. Este libro es un homenaje a su muerte y uno a la mía. Aquel día me lancé del balcón en una playa de Sayulita. He muerto y he regresado. Igual que Virginia vuelve cada que la leo”, explica.
En entrevista con Excélsior, la directora del sello artesanal La Dïéresis afirma que con estas obras “buscaba comprenderla y, al mismo tiempo, comprenderme. Desentrañar el significado de la tristeza, la desesperación, la melancolía… y librarla. Quise entrar al mundo de los que eligen irse por voluntad propia; entrar ahí sin juicio y conocer, reconocer, esa parte que muchas veces queremos ocultar”.
La traductora de 37 años señala que el suicidio suele considerarse un acto egoísta. “Desde mi experiencia, se trata mucho más de un acto de desesperación. Se habla del impulso de vivir y se busca combatir el impulso de muerte que es parte natural de todo ser humano.
«La carta de suicidio de Woolf es de amor y de despedida para su esposo Leonard, no es de una mujer egoísta: es la misiva de una mujer digna que no quiere vivir eso a lo que se le está condenando: la locura”.
Anaïs Abreu comparte que necesitó adueñarse de la carta porque “durante una etapa realmente dura de mi vida pensé más de una vez en el suicidio. Conocí la desesperación… Estar en el límite de una misma y depender de que los demás te den una mano o te obliguen a levantarte, a comer, a estar, a pertenecer. Creí que, de ser necesario despedirme de mis grandes amores, la carta de Virginia sería un buen ejemplo”.
Esos sentimientos motivaron el primer poema visual publicado por el Periódico de Poesía de la UNAM y ahora, con el libro arte-objeto, rinde un homenaje a la muerte y a la vida. “Una siempre se está muriendo y renaciendo. Permanecer aquí se trata de una sincronía entre esos dos impulsos. Son tan humanos y necesarios uno como el otro. Soy una mujer que cree en la eutanasia y en el suicidio como una elección absolutamente válida”.
La egresada de la Escuela de Escritores de la SOGEM detalla que en Tuesday/ Martes incluyó un collage de las fotografías tomadas por Virginia Woolf en la Monks House, su última casa, desde la cual salió para no volver.
«Las imágenes están llenas de nostalgia, no sólo por el blanco y negro, sino por los instantes que eligió fotografiar: pinos a la distancia, la puerta de su casa, dos palmeras abandonadas entre la arena, los techos de otras casas. Como si su ojo estuviera determinado a plasmar (para los demás) una melancolía que no podían callar. Además agregué, en cada página, un fragmento de la carta de suicidio escrita con su caligrafía”, apunta.
UN FEMINISMO LIGHT
Abreu D’Argence añade que ha confeccionado además un segundo libro de artista, Feminipro, en el que hace una crítica a cierto feminismo light o feminismo de moda “que ha dejado de cuestionarse las profundas bases del movimiento y que busca aprovecharse para resaltar o protagonizar, a nivel individual, en los pocos espacios de visibilidad que las mujeres hemos construido como parte del movimiento feminista”.
Destaca que esta obra es el grito de una feminista radical. “Como todo lo que es light, carece de sustancia, de bases sólidas, de conocimiento, de lecturas, de trabajo personal. El feminismo de moda es de dientes para afuera: no hay una reflexión y no busca un cambio, sino sólo pertenecer a un estrato social en el que es políticamente correcto ser feminista”.
La escritora explica que ha visto a mujeres diciendo cosas que otras dijeron muchos años atrás, como si estuvieran descubriendo el hilo negro. “Me refiero a esas feministas que utilizan el movimiento para ser vistas, escuchadas, publicadas, etcétera; pero en el contacto real, al acercarte a ellas buscando dialogar desde esa sororidad que presumen, puedes salir no sólo decepcionada, sino incluso lastimada. Me ha pasado más de una vez”.
Cuenta que Feminipro, que reúne fotografías de su autoría, está dedicado a su amiga, la escritora Marisol García Walls. “Parte de una serie de conversaciones en las que hacemos rabietas en contra de ese feminismo de pose: soy feminista, pero sólo creo en la familia tradicional; soy feminista, pero blanca; soy feminista, pero me olvido de la diferencia de clases; soy feminista, pero desde mi zona de confort; soy feminista heteronormada; soy feminista, pero lo político me importa poco; soy feminista, pero no me cuestiono una y otra vez qué estoy construyendo en mi vida cotidiana”.
La autora concluye que este volumen es su manera personal de decir ¡Ya basta!