Encierro, entierro o destierro

Los sucesos de la noche del dos de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas marcaron un parte aguas en la historia de México, en su libertad para manifestarse y en su democracia. Todavía ahora y después de 51 años se escuchan las detonaciones en las conciencias responsables y protagonistas todavía vivas.
Violento suceso como introducción de las olimpiadas llamadas de “DE LA PAZ” y que dejó como saldo muertos, heridos y otros tantos desaparecidos por siempre.
Después de varios días de revueltas, en donde El Instituto Politécnico Nacional y la Prepa 1 sintieron el miedo de la invasión de parte del ejército y los granaderos en su afán de imponer el orden previo a que un evento de estatura internacional estaba en puerta: la edición número XIX de los Juegos Olímpicos.
Después del reclamo del Rector de la UNAM levantando la voz con bandera a media asta.
Después de varios días de macanazos y de granaderos al pendiente; después de una marcha silenciosa en donde participaron estudiantes, maestros, amas de casa y hasta niños, “Únete pueblo, no nos abandones, únete pueblo no nos abandones”, llego el día de la bengala, la señal que anunciaba la masacre.
Pañuelo blanco en mano izquierda el Batallón Olimpia logra infiltrarse entre la manifestación de las seis de la tarde y tomar sus posiciones en el Edificio Chihuahua. Pacientes esperan sudorosos la orden.
Los militares resguardaban el lugar en especial la torre de Secretaria de Relaciones Exteriores. Un destello verde al cielo dio la orden y empezó el descontrol, el desconcierto y con esto, la emboscada. Los convocados a la manifestación corrían sin rumbo como hormiguero alborotado entre el fuego cruzado y desconocido para ellos. El ejército dándose por atacado también abrió fuego.
“La mecánica de la feria era otra; los resortes no eran de alambre sino de sangre; una sangre lenta y espesa que se encharcaba, sangre joven pisoteada en este reventar de vidas por toda la Plaza de las Tres Culturas” nos relata Elenita en “La Noche de Tlatelolco”.
La confusión y estampida resulto igual de grave que los mismos disparos. Pareciera como si la manifestación pacífica tampoco era el recurso aceptable. Provocaba una agresión cruda y directa, a quema ropa.
Al final y al paralelo del conteo y entierro de las victimas solo resta la revisión y encierro de algunos, así como la desaparición y destierro de otros.
«La calumnia no me llega, la infamia no me toca, el odio no ha nacido en mi» decía Gustavo Díaz Ordaz después del dos de octubre. Muere once años después.
El tema resulto ser muy tratado en varios libros, así como reportajes y películas.
La película “Rojo Amanecer” dirigida por Jorge Fons; el documental “Ni olvido ni perdón” de Richard Dindo ;”El Grito” de Leobardo López Areche. Libros como el que ya mencioné de Elena Poniatowska “La Noche de Tlatelolco”; “Palinuro de México” de Fernando del Paso; “Los días y los años” de Luis Gonzales de Alba, por mencionar solo algunos.
El tema también nos motiva a reflexionar acerca de las bondades de la libertad para manifestarse pero a la vez nos alerta en cuanto a sus alcances en el contexto del momento. La reacción del gobierno ante los desmanes estudiantiles hubiera sido la misma si no se tendría la presión y el compromiso en puerta de los juegos olímpicos?
Esto no se lea como justificación alguna de los hechos, solo intento darles coordenadas.
Nos quedan testimonios ejerciendo su estatura de protagonistas de ambos lados, así como la llamada anual al juicio de la historia de: Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, Julio Sánchez Vargas, Salvador del Toro Rosales, Luis de la Barreda Moreno, Miguel Nazar Haro.
A partir de esa fecha la sociedad mexicana es otra. A partir de esa fecha las autoridades son otras. También a partir de esa fecha se expone con mayor libertad una diversidad de ideologías hasta llegar a los excesos actuales.
El concepto de autonomía nos otorga un blindaje más reforzado a nuestras instituciones educativas y la imposición gubernamental se torna más cautelosa.

El dos de octubre no se olvida.

@barrerArq