- Excélsior dio cuenta en sus páginas, el 30 de septiembre de 1921, acerca del inusitado evento en el que se le rindió homenaje a la deidad prehispánica, en Xochimilco
CIUDAD DE MÉXICO.
Excélsior, 30 de septiembre de 1921.
Las costumbres prehispánicas forman parte de nuestras raíces y nutren la riqueza cultural de nuestra historia. Es por ello que, en 1921, año de los festejos por el centenario de la independencia de México, se realizaron diversos homenajes, actividades y reconocimientos que tenían como finalidad exaltar la identidad mexicana.
El 29 de septiembre de 1921, se llevó a cabo un homenaje simbólico a Xochiquetzal, o Xochiquetzalli, diosa de todo aquello que inspira belleza y fertilidad; adorada en la antigüedad por diversas culturas prehispánicas que la aclamaban como la madre de la belleza en sí. En épocas más recientes, se le ha atribuido a Xochiquetzal una concepción apegada a los artistas, es decir, la danza, la música, la cultura y el arte en general.
Excélsior dio cuenta en sus páginas, el 30 de septiembre de 1921, acerca del inusitado evento en el que se le rindió homenaje a la deidad prehispánica, mismo que tuvo lugar en el lago de Xochimilco, específicamente en el canal de Cuemanco, al que asistió una serie de invitados del mundo de la política y la literatura, entre quienes destacó el escritor y poeta Ramón del Valle Inclán o Alberto Pani, entonces secretario de relaciones exteriores, quien encabezó a una delegación de embajadores extranjeros.
«Después de algo más de cuatro siglos, la diosa Xochiquetzal, la protectora de los artistas, a los que los aztecas rendían el más férvido de sus homenajes en los días melancólicos en los que languidecen y mueren las últimas rosas del verano.” Se publicó en Excélsior.
La ceremonia ancestral incluyó un amplio desfile de canoas y trajineras que formaban parte de un concurso que se organizó dentro del mismo evento. Otras trajineras transportaban a los asistentes y a representantes de comunidades indígenas de Xochimilco con una representación de guerreros de distintos tipos. También se ofreció un banquete de comida típica, todo acompañado de música prehispánica ejecutada con instrumentos de origen mesoamericano como el teponaxtle.
Un elemento infaltable fueron las flores, flores de todo tipo en especial de cempasúchil; entre las ofrendas se incluyeron algunos símbolos patrios “Luego, un cuadro, en que figuraban, bien simulados los tipos, el Padre de la Patria, don Miguel Hidalgo y Costilla, llevando a sus lados a dos generales insurgentes y varios guerrilleros; coronando al Padre de la Patria… Y un “Escudo Nacional”, formado con su peña, sus nopales, su águila devorando la serpiente, y una bella indígena recostada en la base del escudo.”
Se efectuó un brindis al mismo tiempo que se pronunciaron discursos en los que se expresaron buenos comentarios a la celebración que buscaba enaltecer a la diosa prehispánica en aras de buscar una reconciliación revolucionaria con esa identidad patriótica que se estaba volviendo a encontrar, y que quizá, a pesar del tiempo, no hallamos todavía.