Quentin Tarantino, memoria de la vida

Tras una larga promoción, hoy llega a las salas mexicanas Había una vez en… Hollywood, la nueva cinta de Quentin Tarantino.

El realizador estadounidense platicó en exclusiva para Grupo Imagen.

Quentin Tarantino, Había una vez en… Hollywood, ésta es tu penúltima película según lo dicho por ti mismo, así que empieza a hablar.

Ja, ja. ¿Dónde quieres que comience?

Yo supongo que si ya has dicho que es tu penúltima película, es decir, la última antes de la última.

Sí, la última antes de la última.

Ahora puedes hablar de tus otras películas, de tu trabajo a lo largo de ¿25, 30 años?

Sí, bueno, no 30 años, sino 27 más o menos. Creo que para el tiempo en que haga esa última película serán 30 o 31 años.

¿Cuál es el tema principal que Tarantino quiere entregarle a la gente?

Esa es una buena pregunta, no sé si tengo una buena respuesta. Pero una de las cosas que es interesante es que mirando el cuadro completo puedes, especialmente, desde la situación en la que estoy haciendo 10 películas. Elegí cada una de ellas. Ninguna de esas películas fue un encargo o un trabajo, son un propósito mío, por la razón que sea. Y en esta situación puede pasar que en una carrera hecha así, con este propósito, podrías decir que todas las películas están creando una película.

POR SUPUESTO.

Como si cada película fuera un vagón contenedor en un tren. Y si lo llevamos a eso creo que este filme, Había una vez en… Hollywood, sería el gran clímax. El gran clímax para el show. Pienso que aquella décima será más como un epílogo; el clímax ha pasado y hay que detenerse.

¿Cuál es el hilo conductor de tus películas, incluyendo la penúltima?

Bueno, creo que eso no puedo decirlo yo, sino otros, los que analizan mi carrera. Pero hay una cosa que nunca ha sido a propósito, pero que ha aparecido en casi todas mis películas y puede considerarse mi tema: mis personajes son buenos actores, esta película es sobre un actor, uno que es tan bueno que es parte de la trama. El punto es que siempre hay un momento en todas mis películas en las que mis personajes principales, cuando los hay, siempre emprenden una mascarada, siempre pretenden ser alguien que no son, y generalmente son muy buenos haciéndolo y fingiendo que son alguien más. Entonces, toda esta cuestión de la mascarada, de ser un buen actor y literalmente actuar. Tim Rob es un maestro, un maestro de policías encubiertos en Perros de reserva. Hay buena actuación y mala actuación, y en este negocio una mala actuación puede matarte. Entonces sí, el hilo sería esta cuestión de mis personajes actuando, de la mascarada, cuando su vida está en juego.

Tal vez todos los humanos usamos máscaras. Pensaba que en Había una vez en… Hollywood también hay una historia de fondo, la historia familiar de Manson; todos tenemos una historia de fondo en nuestras biografías.

Oh sí, lo creo, y también creo que es un aspecto si miras la biografía de Los Ángeles en esos tiempos, lo que esta película intenta es mirar a Hollywood de dos maneras: Hollywood como una industria y Hollywood como una ciudad, una ciudad en la que vive gente, y no son exactamente la misma cosa, pero hablando del pueblo… la gente dice: ‘oh, esto es la carta de amor de Quentin Tarantino a Hollywood’, yo diría que es mi carta de amor hacia la ciudad, no necesariamente a la industria, pero a la ciudad de algún modo lo es. Sin embargo, tienes este increíble periodo de tiempo, esta revolución contracultural ocurriendo y a Los Ángeles abrazándola. Nunca antes y no desde entonces en la industria los ejecutivos y los agentes usaban su cabello largo, chaquetas en lugar de trajes de tres piezas y collares hippies, todos usaban collares y los agentes usaban collares en esos tiempos y todo eso se fue. Pero la cosa es que la familia Manson casi representa como; imagina una hermosa pintura al óleo de Los Ángeles y la familia Manson es como un moho que logró reptar dentro del óleo, dentro de la misma pintura, y el moho está creciendo.

Quizás esa es tu pintura. Quizás Tarantino está pintando una pintura a lo largo de su vida. Posiblemente tengo la impresión de que has mirado todo el tiempo hacia el núcleo de la crueldad humana, de la violencia humana que hay incluso en el alma más bella, quizás.

No, oh, hay un aspecto… Aún no sé a qué he llegado, aún no tengo conclusiones, he explorado el concepto de violencia: la violencia como entretenimiento, la violencia como una tragedia
realista que ocurre en la vida, y he explorado, sus distintos efectos y sus diferentes significados, y sus efectos tanto en la gente como en una audiencia, la presento de una manera y la audiencia reacciona de tal forma, y lo presento de otra y reaccionan distinto, e incluso trato de presentarlo y mediar sus respuestas, ya sea haciéndolo más complicado o más divertido, dependiendo de la situación, dependiendo en qué experimento estoy probando.

Y tu propuesta es, porque en todas tus películas se apunta, a veces a la inteligencia, a veces a la suerte, a veces sólo ver cómo el mal nace y es posible en cualquier ser humano. ¿Cuál es tu búsqueda dentro del mal y la violencia y la crueldad en el alma humana? Incluso desde los ojos del humor.

Bueno, creo que si estuviera escribiendo una disertación sobre mí, sobre por qué de ello, y es que siempre intento que la gente se ría de cosas que están sistémicamente mal, básicamente de cosas que no son divertidas en la vida real, me gusta presentarlas en este extraño humor que hace que el observador al final se ría.

Recuerdo el día que platicamos en el Festival de Cine de Morelia, Michoacán. Hace 10 años. Hablamos de la violencia, de aquella que apenas crecía en México. Y recuerdo que cuando platicamos de eso me dijiste: “No hay manera de amar lo que está sucediendo en México”.

Sí, era un tiempo en que no veíamos lo que sucedía. No es que ahora no lo sepa. Pero no soy un ciudadano mexicano. Si lo fuera, sabría exactamente de lo que estoy hablando. Sería capaz de ver al interior del tejido social o lo absurdo de la situación; pero no lo sé, sólo adivino.

En estos días de promoción de Había una vez en… Hollywood hablaste de mi paisano Alfonso Cuarón, y dijiste que la misma nostalgia que Alfonso plasmó al filmar Roma, tú la tuviste con Los Ángeles en Había una vez en… Hollywood.

Sí, en un grado muy grande. Su película, de hecho, se parece mucho del lugar de donde vengo; porque ambos venimos de lugares muy parecidos. Buscamos una familia, un ambiente, un tejido social, que a los seis o siete años no entendemos, pero vinimos de ahí, lo vimos, nos dejaron memorias de esa edad que uno recuerda. Lo que hice en esta película fue darle sentido a todo eso, como adulto. Ahora, es una cosa hacer una película histórica, eso es lo que es, y otra cosa es hacer una pieza sobre la memoria. Y en verdad creo que mi película y la de Alfonso entran en la categoría de la memoria. ¿Cuál es la diferencia? Bueno, si estoy haciendo algo histórico la mayor parte debe ser histórica, debo tener toda la información correcta a menos que de verdad quiera cambiarla por razones dramáticas, entonces sí. Las películas de recuerdo pueden ser más fluidas porque la memoria es fluida. No es sobre la historia, sino sobre tu recuerdo de la historia.

ES EMOCIONAL.

Es emocional, ¡lo es! Recuerdas algo que te pasó a ti a los seis, pero quizás tenías ocho en realidad, no lo tienes todo. Pero la memoria te permite ser más fluido, como dije, más emocional y menos de datos de periódico, aunque también puede haber muchos datos de periódico.

La película Había una vez en… Hollywood es un cuento de hadas. ¿Acaso siempre hay una pesadilla detrás de todo cuento de hadas?

Sí, en todos los cuentos de hadas que puedo recordar las hay. Los hermanos Grimm son los hermanos Grimm. Hans Christian Andersen mantiene a Stephen King despierto por las noches si notas los temas de los que habla.