Qué ocurre cuando los niños no entienden lo que leen

Nos centramos tanto en las matemáticas y en su complejidad que a veces olvidamos un elemento primordial para la formación de los niños: la lectura. Y ya no hablo a que los pequeños sepan qué pone en una hoja y sean capaces de unir las letras para formar una palabra sino al hecho de que comprendan lo que tienen enfrente.
Las primeras tareas que me propuse junto a mi tutor fueron súper simples, pero terminaron siendo efectivas. Se las enumero para que vayamos notando como podemos trabajarlas con nuestros hijos. Primero: Leer cualquier libro (si puede ser uno que le guste) y, después de terminarlo, realizar una breve exposición sobre el objetivo tanto principal como específico del texto.
Después de dos meses, ya mi mentora desarrolló estos consejos prácticos para que pudiese trabajarlo con los textos de estudio:
– Darle un título y un lema concreto a cada párrafo que uno debe leer de contenido. Suena sencillo, pero ni se imaginan lo satisfactorio que era darle ese sentido a la lectura. Mucho más directo que un resumen y más efectivo.
– Crear preguntas de los párrafos leídos, intensificando la comprensión e identificación del tema en específico.

– Planificar la lectura de estudio, distribuyendo las páginas según días de trabajo y enfocándose exclusivamente en aquellas que se van a leer.

– Como se recomienda desde la neurociencia, leer en rangos de veinte y cinco minutos para enfocar el ejercicio. Dentro de ese tiempo, aplicar alguna de las dos primeras herramientas que señalé anteriormente.

– Motivar a que el joven exprese –con sus palabras- lo leído. Aquello moviliza al niño a expresar lo que se trata el texto, pero con sus propias palabras.

– Representar cada párrafo con un dibujo o símbolo que represente la idea central del párrafo.

– Construir un mapa conceptual del texto que se debe trabajar dentro de los veinte y cinco minutos.
Después de estar tres meses practicando algunas de estas estrategias fue bien significativo darme cuenta que, pese a que en ocasiones no lograba algunos resultados esperados, la comprensión y entendimiento de lo que estaba estudiando fue bien significativo para mí. ¡Sentía que estaba apropiándome de lo que estaba estudiando!

Pasó el tiempo y seguimos modificando diferentes estrategias y adaptando algunas otras, pero lo significativo fue después –dentro de la universidad- la comprensión de textos más complejos y la velocidad de mi lectura fue cada vez mejor.

Ahí me di cuenta que en realidad este ejercicio debe tener un elemento central en la perseverancia y en hacer tuyo la misma lectura. Por lo mismo, invito a generar estos ejercicios con sus hijos, desafiándolos a realizar una o dos tareas aquí señaladas para que paso a paso ellos empiecen a notar como su lectura empieza a tener sentido.