La inevitable desintegración del traje de Neil Armstrong

En una mesa de un taller del Museo del Aire y del Espacio, en los alrededores de Washington, los guantes de Neil Armstrong aparentan estar casi intactos. Apenas se distingue el polvo lunar que los ensució hace 50 años.
Al lado, el casco de comunicación de su compañero de equipo Buzz Aldrin luce algo amarillento. El traje espacial de Michael Collins, el tercer astronauta de la misión Apolo 11, está casi inmaculado.
Pero la goma de silicona azul que recubre la yema de los dedos de los guantes de Armstrong, el primer hombre en caminar sobre la Luna, comenzó el proceso inevitable -por ahora invisible a simple vista- de descomposición. El interior del traje de Collins sufre la misma suerte. ”Al cabo de 50 años se sabe que el caucho se degrada, se endurece y se rompe”, explica Lisa Young, restauradora especializada en objetos espaciales del anexo del Museo Smithsonian de Chantilly.
”Fueron fabricados para una sola utilización: ir a la Luna y volver. En los años 1960 los materiales eran nuevos. El interior en caucho debía durar apenas seis meses, y ya van 50 años”, dice esta mujer que era una niña cuando Armstrong y Aldrin pisaron el satélite de la Tierra, el 20 de julio de 1969.