Los silencios del ganso

Potosino de nacimiento, cabeño por adopción y arquitecto de por vida. Pienso que la participación en la sociedad es un compromiso y las letras son una oportunidad.

El silencio propio es un ático tan personal como el pensamiento. En él se balancean los recuerdos, se amasan los proyectos, es la sala de expulsión de las ideas. Es la llave del hermético cajón de los secretos celosamente guardados como si fueran canicas en la bolsa de cualquier niño. El silencio tiene significado y objetivo en ocasiones en tonos maquiavélicos. Es, también, aditivo necesario en esos duelos con uno mismo, pero jamás debe usarse si existe en la mesa algún cuestionamiento y mucho menos si éste es de importancia pública, jamás.
“Soy dueño de mi silencio”. Esto, además de considerarlo una grave falta de respeto fue una frase que, al menos a mí, me cimbró más que si mi cliente me dijera que frene la obra por falta de recursos. En automático surge una sensación de camino a oscuras. ¿Quién le dijo que era propietario de su silencio ante una respuesta que es de interés público? La relación de México con otros países, entre todo lo demás que ni se imagina, no se debe tomar con esa ligereza y mucho menos con sarcasmos de ninguna talla. Andaba de “cáeme bien” esa mañana.
En caída libre y con lo vivido en términos de incertidumbre, no creo que esos silencios de los cuales erróneamente se está apropiando sean generados por algún plan o estrategia. No señor, que las sutilezas no te delaten. Cautivo de su soberbia, porque esa si es solo de él, sería mucho pedir que reconozca no saber la respuesta. Aquí el silencio hace la función de las piedras para cruzar el rio sin mojarse, solo eso. Al menos pásenle una ouija.
¿Será que ya entendió que todo lo que diga puede ser usado en su contra? Dice Shakespeare: es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras. Pues sí.
Si nos recargamos en la definición de que analfabeta no es precisamente el que no sabe leer sino el que a pesar de saber no entiende nada, por esa me voy, la misma soberbia le está impidiendo leer al País.
En la película “El Lector” también conocida como “Una pasión Secreta” dirigida por Stephen Daldry, Hanna Schmitz personificada excelentemente por Kate Winslet y bajo el contexto de la Alemania de postguerra, expone el silencio y sus consecuencias. Para esto, me permito citar a Nicolas Fontaine
en su artículo El silencio como concepto filosófico: “calla (Hanna Schmitz) en el juicio final para no asumir públicamente su analfabetismo, que es traducido como ignorancia y deshonra pública”.
Les dejo esa mosca en la oreja…

@barrerArq