Ya éramos muchos… ¡Y parió la abuela!

Me parece que el dicho popular aplica perfectamente a nuestro país, ahora que se ha determinado por el esquizofrénico presidente de los EUA establecer un arancel a los productos importados desde México a esa nación. Ya teníamos muchos temas preocupantes que pueden afectar el devenir económico de nuestra patria, y ahora, de repente, como salido sólo de alguna ocurrencia perversa, salta esta noticia altamente perturbadora.

En efecto, el 30 de mayo pasado, el presidente Trump anunció que impondría un arancel del 5 por ciento a todas las importaciones de México a partir del 10 de junio, mismo que aumentará en 10 por ciento el primero de julio, y en otro 5 por ciento cada mes durante tres meses hasta llegar al 25 por ciento. Estas medidas entrarían en vigor si México no realizaba acciones efectivas para detener el flujo de migrantes. Si bien el gobierno estadounidense ha hecho énfasis en que se trata de una presión para generar un compromiso migratorio, los efectos comerciales pueden llevar a una seria afectación de la economía de ambos países.

Las motivaciones políticas son, a mi manera de ver, muy claras y se originan en su ambición por reelegirse por un periodo más. Trump, como todo buen populista, ha logrado, desde tiempos de su campaña electoral, vender a su electorado la idea del enemigo que, para la paz social y la economía norteamericanas, representan los inmigrantes provenientes de México. Ha sido extraordinariamente hábil para ilustrar el grave riesgo que representan las hordas de hambrientos y delincuentes que vienen del sur, como una terrible amenaza, incluso, para la seguridad nacional.

De ahí, como siguiendo a pie juntillas su propio manual de acción (o de sui generis negociación) ha pasado a la amenaza del arancel, relacionando, contra toda práctica histórica entre ambos países, la migración con el comercio. De no haber acciones eficaces contra lo migratorio, habrá aranceles a las importaciones de México. Aunque quisiera pensar otra cosa, mis años de quehacer político me llevan a pensar en que se ha colocado en una situación de ganar, ganar: si México logra hacer algo para frenar la migración, Trump se alzará triunfante frente al electorado; si no logra nada, México habrá recibido su castigo a manos del “presidente preocupado” por la seguridad nacional norteamericana.

El simple anuncio de la medida ya ha tenido sus primeros efectos al provocar una caída en el Standard & Poor’s 500 y en el Nasdaq entre 0.9 y 1.1 por ciento, así como en el valor del peso de 4 por ciento en los primeros días. Asimismo, siembra un antecedente de incertidumbre sobre la efectividad de un tratado comercial para evitar tarifas y para resolver controversias comerciales, dado que un arancel de 25 por ciento es equiparable con el que enfrentan los productos chinos sin acuerdo de libre comercio. Analistas de Citi Banamex estiman que los aranceles podrían provocar una subida a 22 pesos por dólar con la primera tasa de 5 por ciento, hasta llegar a los 29 pesos con la tasa máxima de 25 por ciento.

El anuncio se da en medio del proceso de ratificación del T-MEC en el Congreso estadounidense, lo que ha generado reacciones negativas por parte del representante de Comercio, Robert Lightizer, y los senadores republicanos que negocian la ratificación. Asimismo, estos aranceles fueron anunciados después de la reunión del vicepresidente Mike Pence con el primer ministro Justin Trudeau para promover la ratificación mutua ese mismo 30 de mayo. De no resolverse el tema arancelario, la ratificación podría posponerse de manera indefinida, con todo lo que ello implica.

Algunas de las exportaciones más representativas que enfrentarían este arancel generalizado serían los automóviles, productos tecnológicos y productos agropecuarios. La industria automotriz también enfrentó caídas en la bolsa, porque las cadenas de valor de empresas globales como Nissan, Toyota y Volkswagen exportan vehículos desde plantas en México. Brian Coulton, economista en jefe de Fitch Rating, señala que “la naturaleza global de la producción de automóviles hace que el sector sea particularmente vulnerable a un aumento de los aranceles.”

Los aranceles tienen el efecto de reducir el consumo y la actividad de las empresas que tienen integrada su cadena de valor con México. Éstos podrían afectar a la economía norteamericana al reducir la expectativa de crecimiento de 3.1 por ciento a 1.9 por ciento, según una encuesta de Oxford Economics a líderes de empresas.

Esto sucede también en el contexto de las medidas arancelarias sobre productos chinos, aumentando los aranceles de 10 por ciento en septiembre 2018 a 25 por ciento en mayo de 2019 y limitando las exportaciones de tecnología, con una respuesta similar por parte de China. Asimismo, Trump anunció que terminaría el tratamiento comercial preferencial para la India a partir del 5 de junio. La medida efectivamente termina con las exenciones arancelarias para los bienes indios por un valor de más de $ 5 mil millones.

The Economist Intelligence Unit señala que, al final, los consumidores estadounidenses serán quienes terminen pagando estos aranceles. Cuando China, México o India son los principales proveedores de un producto, el costo del arancel se transfiere a los consumidores en Estados Unidos, quienes no pueden sustituir los productos por bienes estadounidenses. Los consumidores estadounidenses podrían enfrentar el efecto acumulado de los aranceles sobre productos chinos (que representan 22 por ciento de las importaciones), mexicanos (13 por ciento de las importaciones) e indios (2.1 por ciento de las importaciones).

México ha respondido con un equipo negociador que comenzó labores el viernes posterior al anuncio. El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, se ha mostrado optimista sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo, pero también ha señalado que, de fallar las negociaciones, México llevaría el caso a organismos internacionales. Relaciones Exteriores y la Secretaría de Agricultura emitieron un “Posicionamiento del Gobierno de México sobre migración e imposición de tarifas arancelarias” que describe la situación de los migrantes, advirtiendo que el deterioro de las condiciones económicas en la región, al aumentar los aranceles, podría incrementar los flujos migratorios.

Por otra parte, el presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, Alfonso Ramírez Cuéllar, ha señalado que el gobierno mexicano puede responder con aranceles a las importaciones de gas natural, maíz amarillo, piezas para el ensamble de aeronaves, turbosina y propano. Sin embargo, el Congreso sigue siendo favorable a soluciones que lleven a una mayor apertura comercial.

En cualquier caso, Trump insiste en el clásico “descontón” y los baldes de agua helada, lo que, creo, obligará a México a intentar otras estrategias, quizás riesgosas, pero probablemente inevitables. Y creo que, además de una estrategia de espejo o de carrusel en materia de aranceles a las importaciones provenientes de EU, ha llegado la hora de ventilar abiertamente (y ante instancias legales internacionales) el tema de la escandalosa venta de armas a México y, por otra parte, volver sobre el tema del consumo de drogas en los Estados unidos, cuestionando la pertinencia de seguir con nuestra cooperación en ciertos aspectos que, ésos sí, pueden amenazar seriamente a la seguridad nacional norteamericana.

Todo ello, si es que no prosperan las acciones que han anunciado legisladores de ambos partidos en Estados Unidos para bloquear a su presidente. No ignoro que un circo como éste es lo que busca Donald para su campaña, pero creo que, para bien o para mal, la prudencia tiene un límite.

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