Cabras en el monte II

Hace miles de años – este es un intento de acoplarme a la nueva era de los también nuevos tiempos de la 4T- aprendí sin entender completamente los conceptos de la verdad absoluta y la verdad relativa. No se me asusten, no pienso complicar la columna con ideas como: existe la verdad relativa, aunque esta sea una afirmación absoluta; la verdad relativa no siempre es verdad; la verdad es relativa y por consecuencia la verdad absoluta no existe. Esto lo suelto solo como referencia de configuración histórica de la palabra “verdad”. Guardemos en un círculo cuadrado de color blanco oscuro todos esos enredos y platiquemos, sin la mínima intención de agitar más el sartén, de otra: la verdad alternativa. Más peligrosa que complicada.
Cuando es estrictamente con fines políticos también se le conoce como Posverdad, dicho de paso, fue elegida como palabra del año en 2016 por el diccionario de Oxford como reconocimiento al impacto que tuvo en la opinión pública. Si se topan con esa cara de la verdad aléjense inmediatamente y cuéntenle a quien más confianza le tengan, porque puede causar ceguera de opinión. Mejor miénteme.
De seguro piensan que al que escribe también se le van las cabras al monte y les confieso que muy seguido mas no en esta ocasión.
Me explico: en la primera entrega con el mismo nombre mencione la verdad alternativa motivo por el cual me dispongo a soltar ese concepto como línea de salida. En la búsqueda de su acido desoxirribonucleico, ADN para los cuates, me topé con una versión que me pareció muy ilustrativa y publicada en el diario El Horizonte en diciembre del 2017 por el Dr. José Antonio Cárdenas Marroquín:
“La distorsión de la verdad se basa en nuestra incapacidad de reconocer el contexto como su componente más importante. Datos individuales relacionados no necesariamente constituyen la verdadera realidad; no obstante, un torbellino de “tweets” es recibido por la audiencia cibernética sin reflexión crítica ni contexto, sentando las bases para edificar estas realidades alternativas”.
La verdad alternativa también se traza a partir de ciertos rasgos de percepción y como ejemplo reciente en la del entonces, ahora y siempre candidato. A propósito, ¿alguien sabe cuándo toma posesión el presidente?
La gente tiene muy claro lo que necesita y lo percibe en su candidato, éste a su vez, lo sabe y le hace como si él es el indicado para complacerlos apoyándose en la verdad alternativa. Como mecánica es sencilla. Después de tantos años el señor sabe mover el abanico. Si a esto le agregamos gente agotada por sexenios de decepción y hartos de la espera de algo mejor, que se supone y como estamos actualmente no debería ser tan difícil, voltean y perciben al candidato como ese camino amarillo de Dorothy y sus compañeros de ruta tan anhelado (¿buscaran también cerebro, corazón y coraje?). Ansiosos de ser considerados y no abandonados para ellos no existe otra verdad, él es la verdad.
La verdad alternativa, como aditivo importante de toda demagogia, nace entonces a partir de la distorsión de la verdad al natural y sin conservadores. Se lava, se amasa, se le condimenta y se hornea a fuego lento hasta que quede al dente; se redondea para que no queden aristas peligrosas que pudieran dejar al descubierto sus turbias intenciones que consisten en manipular la opinión pública.
Como nos podemos dar cuenta se habla de verdades alternativas sin hacer nunca mención a la mentira. La verdad de raíz se considera una afirmación, en contraste, la mentira siempre lleva cargada la negación. Todo está calculado.
A pesar de venir de buena madre, pero mal influenciada esa verdad se transforma en un ente efímero y con objetivos tramposos a corto plazo. Ojo, si se mantiene en el aire esa verdad alternativa por mucho tiempo puede, al caer su manto, ser más peligrosa que un nini sin sus tres mil novecientos pesos.
Si encontré todas mis cabras, por si alguien estaba con el pendiente.

@barrerArq