La palabra albóndiga es término procedente del árabe al-bunduqa, ‘la bola’. Los árabes enseñaron a los europeos a preparar este guiso de bolas de carne. El historiador granadino Luis del Mármol documenta el término en su Descripción general de África (1573): «Venden fideos, almojábanas y albóndigas hechas de carne picada con especias y fritas en aceite».
El diccionario oficial de la lengua española da entrada tanto a albóndiga como a almóndiga, aunque esta última forma se considera de uso vulgar, recomendándose la forma original.
En Argentina, se preparan de tres modos distintos muy similares a la forma española: hervidas (para esto generalmente se rebozan con harina refinada de trigo).
Fritas: se hacen con carne de vaca picada y un rebozo semejante al de las milanesas: con huevo, ajo, perejil y pan rallado. Después de freírlas ligeramente, se terminan de cocer en una salsa hecha tradicionalmente a base de un sofrito de cebolla, rodajas de cebolla, harina, vino blanco y especias; fritas (para esto se suelen rebozar con pan rallado) y; cocidas al horno.
Se sirven generalmente como primer plato durante los inviernos y otoños con salsa, papas (patatas), arroz y carne vacuna.
En Bolivia se las come con salsa de ají, fideos o arroz, y dos papas cocidas.
En Brasil, las albóndigas se llaman almôndegas y se sirven generalmente con espagueti.
En Chile son bolas de carne molida con pan rallado, huevo y perejil que se cuecen en un caldo de carne al que luego se le agrega arroz y se sirve caliente.
En Estados Unidos, las albóndigas se sirven comúnmente con espagueti tal y como en spaghetti and meatballs, un plato fundamental en la cocina italo-estadounidense.