Cabras en el monte

Potosino de nacimiento cabeño por adopción y arquitecto de por vida. 

Pienso que la participación en la sociedad es un compromiso y las letras son una oportunidad.

Aristóteles define la demagogia como la corrupción de la república. También dice que en ese sentido una república debe velar por el interés de todos incluyendo pobres y ricos por lo que la demagogia con el predominio del interés en los pobres con exclusión de los ricos constituye una aberración. ¿Le queda claro o le hacemos un dibujito?.

De agencia la demagogia viene con: prejuicios, emociones, dicotomías, miedos, desinformación, agnotología (me estoy enterando que es el estudio de la ignorancia o duda culturalmente inducida, especialmente a la publicación de datos científicos erróneos o tendenciosos). Pero aquí no termina, tiene un ingrediente secreto: el engaño, que en su versión 2019 está hecho a mano y al momento, digamos que con un toque artesanal. Tal vez éste sea el motivo de las constantes pausas eternas en la oratoria mañanera, o bien dicho en tono coloquial, que las cabras se le vayan al monte, provocando de esa manera en los desmañanados periodistas presentes una especie de apnea, un nadie se mueva a la espera que se le caiga la frase completa.

La demagogia que no tenga entre sus ingredientes el engaño o la mentira resulta flaca, ojerosa, cansada y sin ilusiones, como lo cantaría el corta venas de Oscar Athie. Malabarean como payaso en semáforo con las emociones de los oyentes prometiendo acciones que de principio parecieran alcanzables y fáciles de cumplir además de gran impacto social previamente calculado con el único objetivo de crear cierta atracción hacia atajos políticos e intereses particulares o de grupo. En la política un discurso sin ilusión carece de atención.  Para que llegue a suceder lo prometido habrá que ser pacientes, en ciertas ocasiones es más probable que antes, el Rey David, cante las mañanitas.

Surge, también como apoyo de la demagogia, lo que algunos llaman la “verdad alternativa” que dicho de paso es un tema que da para arrastrar el lápiz y que no es más que la manera en que las personas perciben a un candidato por encima de cualquier información razonada y que los direcciona a una toma de decisión que los ilusione y con la cual se identifican plena y confortablemente.

Tienen un truco: si sacan varias veces de la chistera una misma mentira acabas creyendo que es un conejo. En bien de la “democracia”, el político está capacitado para deformar, adecuar o bien crear con manufactura impecable versiones paralelas de los hechos y convencer a su público apoyándose en la egoísta posición de que él tiene otros datos. Bastarán dos o tres oportunidades, no más, de repetición para que lo dicho se asiente como verdad aniquilando cualquier argumento técnico o lógico.

Según Carl Sagal en su libro El Mundo y sus Demonios (cita compartida por un buen amigo que eventualmente nos sentamos para intentar darle una peinadita al mundo, intentos todos fallidos, pero siempre agradables y de calidad) el engaño puede llegar a instalarse cómodamente en la mente como si fuera el pariente incomodo en casa:

“Una de las lecciones más tristes de la historia es ésta: si se está sometido a un engaño demasiado tiempo, se tiende a rechazar cualquier prueba que es un engaño. Encontrar la verdad deja de interesarnos. El engaño nos ha engullido. Simplemente, es demasiado doloroso reconocer, incluso ante nosotros mismos, que hemos caído en el engaño. En cuanto le da poder a un charlatán sobre uno mismo, casi nunca se puede recuperar. Así los antiguos engaños tienden a persistir cuando surgen los nuevos.”

Cualquier parecido a la realidad actual, también actual coincidencia. Regreso, voy por mis cabras al monte.

@barrerArq