¡¿En síntesis, Don Óscar?!

Con cariño para Carmen, Alfredo, Adrián y Alejandro

(Segunda parte)

El estilo de Alfredo del Mazo era verdaderamente especial y
estaba en todo, en relación a cada uno de quienes le acompa
ñábamos profesional y políticamente. A mí, por ejemplo, inesperadamente, un día como cualquiera, me llamó a su oficina para conversar. ¿Cómo va Don Oscar? ¿Qué tal todo? ¿Esta contento con la chamba? ¡Encantado, Sr. Gobernador! Jamás me imaginé cuanto me iba a gustar todo esto, tan diferente a todo lo que había conocido y de una dimensión impresionante. Gracias por la oportunidad.

Al contrario, gracias a usted, ahí vamos, muy bien. Pero ha llegado el momento de explorar otras aristas de este quehacer político y público. Continuó, mientras yo no le quitaba la vista, expectante. Sé que usted tiene desde hace varios años un hermoso lugar en el municipio de Valle de Bravo y estoy seguro que ama esa tierra, por cuya gente seguramente querría hacer algo. Y creo que, honestamente, usted, como muchas personas, solo conoce una parte de la realidad de Valle de Bravo.

Por todo ello, agregó, he pensado que se sume usted mucho más activa y profundamente al equipo político de esa región de nuestro estado, se llene los zapatos de polvo, recorra las comunidades y nos ayude a definir qué podemos hacer por ese municipio y los otros dos del distrito que, contrario a lo que parece, tienen enormes carencias y miserias. Lo quiero invitar a que, sin dejar su puesto y haciendo un doble esfuerzo, participe en las próximas campañas políticas, como candidato a diputado local suplente por ese distrito electoral. Un baño de pueblo…y de realidad, Don Oscar.

Con la misma cara que hace mi nieto, ante el regalo de su juguete favorito, emocionado, solo atiné a decirle: ¡Muchas gracias, Sr. Gobernador!, espero no decepcionarlo, de verdad que le agradezco que haya pensado en mí para esto.

Me retiré, después de darle un abrazo, pensando que, si ya de por sí toda aquella experiencia era magnífica, se acababa de volver aún más interesante y retadora. Quizás esa fue la primera vez que entendí la magia de la política, de sus muchas expectativas y facetas, al tiempo que constataba la visión y habilidad política del capitán del equipo al que pertenecía.

Y ni qué decir de la maravillosa experiencia de la campaña, en tres municipios que son fundamentalmente rurales (Almoloya de Juárez, Amanalco de Becerra y Valle de Bravo), con lo que ello representa, en términos de rezagos, carencias y miseria. Para alguien que venía del ámbito de la Bolsa de Valores, esto era una verdadera revelación…y un auténtico shock.

Sin haber pertenecido nunca antes a algún partido político, en esos meses de campaña, conocí las entrañas y el funcionamiento de la aplanadora que era el PRI y del cuasi monopolio político que representaba en lugares como aquel distrito electoral, en donde era el único que tenía presencia en todas partes. Habiendo vivido siempre en la ciudad de México, en la cual no había autoridades electas, en poco tiempo entendí el papel que jugaba un regidor, un síndico, un alcalde o un delegado municipal, que en ese entonces eran para mí novedades.

Y por mucho, lo más importante que conocimos (mi esposa y mis hijos me acompañaban en muchas de las jornadas) fueron las carencias que vivían tantas personas, a la vez tan cerca y tan lejos de nuestras vidas: niños que iban a la escuela quizás solo con una tortilla y café por alimento, madres adolescentes, padres sumidos en el alcohol, desnutrición crónica, falta de agua o caminos  en las comunidades, por mencionar solo algunas de las más notables. Pero eso sí, generosos, ofreciendo sin límite su hospitalidad- aquella experiencia nos cambió para siempre.

El gobernador Del Mazo había logrado que su tesorero se sensibilizara acerca del valor que pueden tener los recursos gubernamentales y de la importancia de canalizarlos adecuada y oportunamente a los municipios de la entidad. Pero también logró que de ahí naciera la inquietud de comprometernos a fondo por las comunidades para siempre. Además, contaba ahora el gobernador con un nuevo interlocutor con las autoridades y sociedad de dichos municipios. Así es como se tejía la nueva red política tan útil y necesaria.

El gobierno de Del Mazo transcurrió exitosamente en lo general, siempre con la vista de todos puesta en aquella expectativa que tomaba cada día mayor fuerza, de que Del Mazo pudiera lograr la candidatura para la Presidencia de la República en 1987, para el período 88 – 94. Si bien es cierto que el Presidente de la Madrid manejó la idea de una baraja más amplia, la verdad es que la competencia era realmente entre dos: Del Mazo y Salinas de Gortari.

Un hecho que vino a definir con mayor claridad esa competencia, abriendo un capítulo mucho más intenso, fue la invitación que De la Madrid hizo a Del Mazo, para integrarse a su gabinete como secretario de energía. Ahora sí, la posibilidad era más real que nunca. El equipo político tenía entonces la doble responsabilidad de hacerse cargo de la dependencia federal y de la gubernatura del estado, la cual asumió Alfredo Baranda, a quien acompañé como secretario particular.

La decisión sobre la candidatura no favoreció a Del Mazo, lo cual representó un duro golpe para todos nosotros y principalmente para él, quien quedó en una situación política incómoda y complicada.

La rueda de la fortuna política lo tenía colocado abajo, pero dicha rueda nunca deja de girar y pocos años después, haría que Del Mazo volviera a la escena política. La llegada a la candidatura presidencial de Ernesto Zedillo y la cercanía a él de antiguas lealtades de Alfredo, habían conformado un escenario favorable para su retorno, aprovechando sus atributos políticos.

La reforma política que promovimos en la ciudad de México, para que su gobierno fuera electo por la gente y ya no designado por el presidente de la república, vino a generar una interesante oportunidad política para Alfredo. Ante el poco plazo de que disponíamos los entonces prisitas para designar un candidato, dado que se habían adelantado los tiempos políticos, hizo aconsejable basarnos en el llamado reconocimiento de nombre, para arrancar de ahí la campaña. Y el personaje político que más logró en ese sentido, fue Del Mazo.

La verdad es que, visto en retrospectiva, en aquel momento de la Ciudad de México, nadie hubiera sido capaz de derrotar a Cárdenas, abanderado del PRD, quien nos infligió una derrota apabullante. El presidente, al término de mi administración en el gobierno capitalino, me invitó a mí como Secretario de Turismo y a Del Mazo, después de aquellas elecciones, como Director General de FONATUR, organismo cuyo consejo presidía yo. Otra vez juntos, listos para lo que viniera. Esa fue la ultima vez que nos unieron las responsabilidades políticas, para dar todo el espacio a la mejor relación de todas: la de la amistad.

Quede esta apretada crónica, como un modesto homenaje a mi amigo que nos ha dejado para siempre. Ahí está un resumen que bien podría dar respuesta a la pregunta aquella de Alfredo del Mazo: ¡¿En síntesis, Don Oscar?!. Descanse en paz.

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