El debate pendieme

El pacto federal inicia con la Constitución de 1824, al  derrocar el régimen imperialista de Iturbide, ya para esos momentos algunos Estados habían elaborado y contaban con su normativa suprema salvaguardando su soberanía, entre otros el de Jalisco que se había anticipado.

A partir de esos acontecimientos se fueron presentando coyunturas históricas en aras de mantener de acuerdo a la época la unidad nacional, sobre todo en los Estados de la naciente República, encontrándose siempre presente un tema fundamental: El Federalismo.

En ese entendido, los debates en lo concerniente a reformas constitucionales donde se trataban temas para dar facultades a la federación en detrimento de las entidades eran intensos y aún continúan por esa senda.

Viene a colación lo anterior en virtud del posicionamiento realizado hace unos días por el gobernador electo del Estado de Jalisco y secundado por los provenientes de Acción Nacional, a través de un desplegado. Por lo visto el tema sobre federalismo estará en boga los próximos meses.

El argumento del ahora senador Ricardo Monreal en su calidad de gobernador de Zacatecas, para fundar la Conago, al arribo de Vicente Fox a la Presidencia de la República, consistía en sostener que la verdadera soberanía del país residía en los Estados y, por lo tanto unidos representaban la soberanía nacional.

Tal parece que esa postura ya se le olvidó, ahora pretenden tener gobernadores sumisos y agachones, ya lo dijo su compañero de bancada el impresentable Félix Salgado Macedonio, el que se salga de la raya corre el riesgo -como en los viejos tiempos-, de ser desconocido y aplicarles la desaparición de poderes.

El hecho es que con cada reforma constitucional se van mermando las facultades a los Estados; adicionalmente mediante la ley y el convenio de coordinación fiscal los tienen amarrados con los recursos financieros, así la dependencia con el Ejecutivo Federal es relevante.

Es en ese sentido que muchos gobernadores se aprecian como lastimosos limosneros ante la

Federación, regateando recursos para sus Estados en todas las dependencias y haciendo el tradicional cabildeo en la Cámara de Diputados. Ahora con un régimen centralista, autoritario  y lleno de compromisos, que además los limita mediante nuevos e innovadores controles, resultan obvias las consecuencias.

Sin duda, las reglas impuestas en esta transformación ameritan reacciones en torno al federalismo, sin dejar de observar lo concerniente al municipalismo que también tiene sus bemoles, que son temas que tendrán que abordarse, sin dejar de lado el lastre de la corrupción y los excesos cometidos por muchos servidores públicos,

La disyuntiva se presenta entre la lucha por el poder o la transformación equilibrada de instituciones sólidas; entre la creación de reglas federalistas o una nueva dictadura.