La Patagonia: el lugar donde se aman las ballenas

Durante seis meses las Ballenas Francas Australes se alejan de la costa  y se pierden por medio año en las frías aguas del Atlántico Sur. Hasta hace pocos años, sus viajes más allá de las playas de la Patagonia argentina eran un auténtico misterio. Se sabía, más o menos, que viajaban a las remotas regiones en las que los hielos antárticos se funden en aguas atlánticas, pero sus rutas y lugares de ‘caza’ eran desconocidas.

Hoy se sabe que se desparraman por un área limitada al oeste por las últimas planicies de la Plataforma Continental Sudamericana y que llega a las aguas próximas a las Georgias del Sur y las primeras aguas Antárticas. Los marineros de la antigüedad decían que por debajo del paralelo 40 no había ley y que más allá del 50 no había Dios. Pues ahí es a dónde van las Ballenas Francas Australes.

A esas aguas en las que no hay Dios. Aguas frías y tormentosas. Ricas en nutrientes, eso sí. Y en kril , esos crustáceos pequeños que nadan en nubes de a millones y que son una de las bases sobre la que se sustentan los mares y sus criaturas.

Las ballenas francas australes regresan ‘a tierra’ a mediados de junio y se concentran en las bahías tranquilas del norte de la costa patagónica. Llegan hasta estas aguas para aparearse y permanecen el lugar hasta la llegada del verano austral (diciembre) en que vuelven a adentrarse en aguas abiertas hasta una nueva temporada.

Esta migración anual es uno de los grandes espectáculos naturales del mundo. Y también la oportunidad para ver de cerca a estos gigantes marinos de más de 15 metros de largo y hasta 40 toneladas de peso que nadan tranquilos en las aguas someras de lugares mágicos como el Golfo Nuevo, una inmensa bahía al sur de la Península de Valdés en la que las aguas turbulentas del Atlántico Sur se reposan y planchan.

Península de Valdés. Patagonia en estado puro. Un lugar que, a primera vista, podría parecer desolado y hasta desértico; pero es un espejismo. Es un lugar que rebosa vida por todas partes.

En el mar, pero también tierra adentro. Un lugar que debería estar en la ruta de cualquier viaje que se planifique a la Argentina. Un verdadero paraíso para los amantes de la naturaleza que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad y que bien merece un par de días de dedicación. Lo normal es hacer base en la ciudad de Puerto Madryn, en la que hay una nutrida oferta hotelera y servicios de todo tipo, o en la pequeña población de Punta Pirámides. También puedes alojarte en alguna de las antiguas estancias ganaderas de la propia Península, lo que supone vivir en pleno parque nacional. Una auténtica pasada que es bastante más caro pero que merece la pena.

Una pequeña guía de Puerto Madryn

Esta pequeña ciudad costera se encuentra a orillas del Golfo Nuevo, con el que se encuentra a través de una enorme playa de arena que en el verano austral permite tomar el sol y darse un remojón (para valientes eso sí); pero la mejor época para visitarla es en invierno y otoño, coincidiendo con la temporada de ballenas.

Muy cerca de aquí tuvo lugar el primer contacto entre los europeos y los Tehuelches. Un tal Fernando de Magallanes –nada más y nada menos- comparó a los hombres de aquellas tierras con el gigante patagón, un ser mítico de las novelas de caballería tan de moda por aquellos tiempos. Otro lugar importante para la historia local es la Punta Cuevas, lugar en el que se establecieron los primeros colonos galeses que se establecieron en la región a finales del XIX. El Museo del Desembarco (Boulevard Almirantete G Brown, 3681) explora ese primer asentamiento. Muy cerca del museo se encuentra el Monumento al Tehuelche, sobre un pequeño cantil que da al mar y que también es un buen mirador para ver ballenas durante la temporada.

Avistaje de Ballenas.- La temporada de ballenas francas se extiende desde mediados de junio a mediados de diciembre y los picos más importantes se producen entre julio y noviembre. Según los expertos, en la costa patagónica se concentran en esta época hasta 700 ballenas, muchas de ellas en las inmediaciones de la Península de Valdés. Como te decíamos antes, el llamado Golfo Nuevo, justo en frente de Puerto Madryn y Puerto Pirámides, es uno de los epicentros de la actividad reproductiva de los colosos del mar.

Desde Puerto Pirámides salen numerosas excursiones de avistaje de ballenas. Sólo seis agencias están autorizadas para esta actividad (hay que tener en cuenta este extremo para evitar molestar a los bichos). Ya sabes, cuando hay fauna de por medio hay que ser responsables.