El título dudoso de Argentina 1978

El ambiente era desquiciante en la cancha de Rosario. Argentina necesitaba cuatro goles y le hizo seis a Perú antes de pasar a la final contra Holanda.

Nadie estaba más complacido que el presidente Jorge Rafael Videla del proceso de reorganización social y de Argentina.

Se había desplazado a Rosario para apoyar a sus seleccionados que estaban contra las cuerdas, porque Brasil tenía una buena ventaja de goles en la segunda fase del Mundial que se jugaba por grupos.

Videla no dudó en bajar al vestidor y saludar de mano a cada uno de sus rivales.

No nos presionó ni nos dijo nada fuera de lo común”, recordó el defensa peruano Héctor Chumpitaz; “Videla tenía una forma de mirar muy penetrante y te daba un apretón de manos que dolía. Entonces estaba el rumor de que desaparecía personas aventándolas de un avión al mar”

Perú fue goleado y formó parte de una mitología oscura alrededor de todo el mundo argentino durante 1978, época de una dictadura que desapareció a 30 mil personas.

Fueron 25 días de futbol y miedo. Mientras el país se desangraba, la selección argentina cargaba con el peso de un aparato militar gobernante.

Mientras nosotros hacíamos y gritábamos goles, afuera había torturados y desaparecidos”, comentó Osvaldo Ardiles, mediocampista de aquel equipo comandado en el banquillo por César Luis Menotti.

Salvo el dudoso partido ante Perú, investigado sobre si hubo sobornos o amenazas, la albiceleste tuvo un rendimiento por encima de todos sus rivales.

En la primera fase vivió encuentros muy duros con Francia e Italia, pero gracias a Daniel Pasarella, Mario Kempes y Américo Gallego lograron sobrevivir.

Sorprendió, por otro lado, una estética selección peruana que no soportó el ritmo en la segunda fase de grupos, en la que ya no pudo hacer un solo gol a pesar del bello futbol de Teófilo Cubillas, Gerónimo Barbadillo y Héctor Chumpitaz.

Brasil empezó flojo y terminó batiendo tambores de guerra con la indignación de quedarse con el tercer lugar tras la polémica del Argentina-Perú, mientras que Italia, siempre poderosa, no pudo con Holanda, que la detuvo en un partido decisivo del Grupo A en la segunda fase.

Los holandeses tuvieron que asentar sus esperanzas de campeonato en una dura cancha rioplatense y sin Johan Cruyff, que prefirió no jugar ese Mundial, por la situación, que se vivía.

Quizá ninguna selección tenía tanta información sobre el estado político de Argentina como la Naranja Mecánica.

Amagaron con no jugar la final debido a las presiones de los organizadores para desestabilizarlos mentalmente.

Nunca tuvimos miedo, pero eran muy tramposos. Había mucha presión. Veía a la gente tensa en las tribunas, más que emocionada. No querían dejar que Van de Kerkhof jugara enyesado del brazo cuando en la fase de grupos participó así. No nos importaba Videla, porque hubiera sido peor para ellos que no saliéramos a jugar. Perdimos en un duro partido y queríamos regresar pronto a casa, no era un buen ambiente. Nos hicieron una cena de gala esa noche, a la que decidimos no asistir”, confesó Johan Neeskens, talentoso mediocampista holandés de la época.

De México, poco que destacar. La vergüenza más grande se consumó con el último lugar en el Mundial. Saldo negativo de 12 goles recibidos y ni un punto conseguido.