Resguardan cartas de Rubén Darío y Augusto C. Sandino

Las cartas manuscritas, una del escritor Rubén Darío y otra del revolucionario Augusto C. Sandino, se guardan desde ayer y hasta 2022 en la cámara acorazada de la Caja de las Letras del Instituto Cervantes; es el legado que Sergio Ramírez depositó pocos días antes de recibir el Premio Cervantes.

Ramírez, acompañado de su mujer, sus tres hijos y sus ocho nietos, cumplió así con la tradición que siguen desde 2007 los autores distinguidos con el principal galardón de las letras españolas al dejar un legado en la antigua caja de seguridad bancaria que acoge en su sótano la sede del Cervantes.

No podía dejar nada mejor en la Caja de las Letras que la firma, de su puño y letra, de dos nicaragüenses que me legaron un país”, recalcó Sergio Ramírez (Masatepe, 1942), que puso su legado en la caja de seguridad número 1475 de la Caja de las Letras, donde permanecerá guardado hasta el 5 de agosto de 2022, fecha en la que escritor y exvicepresidente de Nicaragua cumplirá 80 años. A cambio, recibió la llave de la caja de seguridad y un certificado acreditativo del depósito.

El Premio Cervantes confesó que pensó en varias opciones al intentar decidir qué dejar en la caja: una pluma o estilográfica no le convencía, porque ya no escribe a mano, ni tampoco una máquina de escribir, que ya no usa desde hace 30 años. Así se inclinó por algo que trascendiera a él y a su oficio.

Por eso, trajo de su archivo personal dos cartas de dos personas que representan para él “la esencia” de Nicaragua “con la palabra y la dignidad”.

El escritor Rubén Darío (1867-1916) y el héroe nacional de Nicaragua, Augusto C. Sandino (1895-1934), “nos dieron sentido de nación”, recalcó el autor nicaragüense. “Ambos salieron de las entrañas de una tierra pequeña”.

El director del Instituto Cervantes, Juan Manuel Bonet, destacó cómo con este legado entra en la Caja de las Letras la historia de un país en el que han estado siempre presentes la literatura y la política. Como el propio galardonado, quien tras dedicarse a la política dijo adiós a esa labor “para concentrarse en la literatura”, recalcó Bonet.