Evalúan si hay daños en hallazgo del Centro de la CDMX

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) evaluará si fueron dañados los vestigios prehispánicos y coloniales ubicados en un predio del Centro Histórico de la ciudad, luego de que una empresa privada decidió rellenarlos con tierra y establecer un estacionamiento sobre el área de excavación.

Los vestigios, localizados en 2013 en un terreno que comunica las calles de Venustiano Carranza y República de Uruguay, quedaron en espera de que se retomara la exploración arqueológica pero, ante la falta de recursos, el proyecto simplemente se dejó inconcluso y sin vigilancia de las autoridades, reconoce el arqueólogo Salvador Pulido, director de Salvamento Arqueológico del INAH.

Los trabajos fueron denominados Proyecto Venus y los llevó a cabo un grupo multidisciplinario encabezado por el arqueólogo José Antonio López Palacios (Excélsior, 26/08/2013). En el lugar se ubicaron los vestigios de una estructura prehispánica azteca y las ruinas de un palacio virreinal del siglo XVII y de una casa colonial del siglo XVIII, así como centenas de materiales como figurillas, piedras de obsidiana, azulejos y recipientes.

En el predio, propiedad de Grupo Carso, se proyectaba la construcción de un estacionamiento con tres niveles subterráneos y otros tantos hacia arriba, pero los descubrimientos cambiaron el plan. “A inicios de 2014, nos reunimos con los constructores para decirles que teníamos, antes de determinar si se construía o no el estacionamiento que ellos proponían, agotar el registro arqueológico; es decir, excavar lo que todavía no habíamos excavado”, señala Pulido.

“Obviamente no les gustó, porque implicaba dar más recursos para la investigación arqueológica y no fijaron un término. No les agradó y, mientras se trataba de armar una adenda para seguir con los trabajos arqueológicos, se quedó ahí, simplemente se interrumpió el proceso. Ellos cerraron el predio con tapiales en ambas fachadas y la última noticia que tenemos es que ya funciona como estacionamiento nuevamente”, dice el funcionario.

Durante 2013, cuando éste rotativo dio cuenta de los hallazgos, los arqueólogos hicieron un registro puntual de los materiales recuperados y de los vestigios encontrados. Con los datos y el material, el trabajo continuó en el laboratorio mientras se acordaban las condiciones para extender la exploración arqueológica a todo el terreno. Hasta ese momento se habían realizado cinco excavaciones intensivas, que abarcaban el 45 por ciento del terreno, de mil 700 metros cuadrados.

“Hacer tres pisos subterráneos implicaba la remoción de mucho suelo, es decir, la alteración de vestigios arqueológicos que ahí pudiesen encontrarse; aunque eso no significa que no se hubiera podido construir. Si nosotros hubiéramos tenido toda la oportunidad de tiempo y los recursos para hacer la investigación y si no hubiese un vestigio único por su tipo, por su unicidad histórica, se podía construir; en caso de que hubiese un monumento excepcional, veríamos la forma de su preservación, pero todo este proceso quedó inconcluso”, agrega Pulido. El jueves pasado, Excélsior informó que desde hace cuatro meses, en el lugar ya no hay rastros de la exploración arqueológica, que los fosos de exploración han sido rellenados y que el predio ha vuelto a funcionar como estacionamiento.

Pulido acepta que desconoce el procedimiento jurídico que debe seguirse en caso de que se compruebe que los dueños del terreno afectaron los vestigios y, durante la entrevista, cae en la cuenta de que debe informar al Jurídico del INAH sobre el caso, para que determine si existe delito que perseguir.

¿Ustedes sugirieron rellenar los vestigios con tierra?, se le pregunta. “La decisión de rellenar con tierra no es del instituto, aunque la acción no necesariamente va en contra del salvamento. Nosotros esperaríamos y no tenemos forma de comprobarlo, que ellos hayan tapado los vestigios que quedaron, sin destruirlos, sin alterarlos, tal cual, sin removerlos y, por lo que se ve en la superficie actual del predio, simplemente se cubrió todo lo que ahí había”.

¿El haber rellenado la exploración no contraviene la Ley de Monumentos?, se le insiste. “En ese sentido yo no sabría responder y esa sería una situación que el Jurídico del INAH tendría que evaluar, pero si no hicieron mayor intervención, destrucción de los vestigios arqueológicos, no habría algo que perseguir”.

Al cuestionamiento de a quién corresponde dar aviso al Jurídico, el funcionario responde: “Tendríamos que ser nosotros… quienes daremos aviso a la sección jurídica del instituto para que ellos tomen las previsiones necesarias (…) El Jurídico sería quien determine las acciones correspondientes”.

Finalmente, se le inquirió qué constructora trabajaba allí y cuál es el procedimiento que se sigue para informar al Jurídico del caso. “En este momento no podría decir cuál era la constructora. Carso es el dueño del terreno. Nosotros haremos llegar el oficio con la indicación de lo sucedido”, concluye.