Las Islas del Lago de Pátzcuaro, Michoacán

Hablar del lago de Pátzcuaro es evocar uno de los sitios más hermosos del México de ayer y hoy. Para quienes ya disfrutamos de la llamada tercera edad, constituye revivir un cúmulo de anécdotas que ahí se suscitaron y que dejaron una profunda huella en aquel México -entonces bastante desconocido- que lamentablemente no les tocó vivir a las nuevas generaciones.

Viajar en la actualidad a la región lacustre del estado de Michoacán no representa mayores complicaciones, pues existen autopistas, diversas líneas de autobuses con buen servicio, vuelos que llegan a la ciudad de Morelia, etcétera; eso significa que se puede efectuar un recorrido cómodo y rápido.

Pero hace más de 50 años trasladarse a Pátzcuaro era toda una odisea que quedaba plenamente justificada por la belleza, tanto del lugar como del paisaje, que con el correr del tiempo no sólo se ha conservado, sino que en muchos aspectos se encuentra incrementada.

Pocas personas saben que Janitzio no es la única isla dentro del famoso lago de Pátzcuaro, pues comparte su encanto y atractivo con otras ocho. Siete de ellas están pobladas y en algunos casos compiten ventajosamente con el «lugar donde se empezó a poblar», traducción al castellano del nombre purépecha de dicha isla.

Las islas Tecuena y Tecuanita forman un conjunto; Yunuen y Pacanda, ambas extraordinarias, constituyen otro; las tres islas Urandenes, cuyo nombre proviene del vocablo urani que significa «batea», son un grupo más; y por último se encuentran Jarácuaro y Copujo.

En cada una de ellas hay escuela primaria, mientras que la secundaria sólo puede estudiarse en Janitzio en consecuencia, los jóvenes deben trasladarse todos los días en las tradicionales canoas de remos, que manejan con gran destreza, para completar su instrucción básica. ¡Es todo un espectáculo ver la cantidad de chamacos surcando el lago para asistir a la escuela!

De todas las islas, Yunuen merece especial mención, ya que con el apoyo del gobierno estatal y el esfuerzo ejemplar de sus moradores se ha desarrollado un centro vacacional de muy alto nivel. Cuenta con una sala de convenciones con modernos equipos electrónicos, salón de juegos de mesa, dos comedores -uno al aire libre- atendidos con tal esmero que pueden servir de ejemplo de lo que quiere decir «conquistar al turismo».

Alrededor de este conjunto se encuentran unas comodísimas cabañas rodeadas de árboles y jardines. Todo este desarrollo turístico es atendido y administrado por los isleños, quienes hacen su mejor esfuerzo para que la estancia de los visitantes sea grata y confortable. Y en verdad ¡lo logran!

Los trabajos comenzaron con un programa intensivo de reforestación y el desasolve de lo que parece ser un ajalapaxco, esto es, un cráter lleno de agua que bien podría convertirse en una magnífica alberca natural.

La transportación turística por el lago está cubierta por 150 lanchas de motor aproximadamente, cuyos tripulantes pueden conducirnos a cualquiera de los extraordinarios canales que lo rodean. Éstos suelen ser los sitios ideales para que los lugareños pesquen, a la manera tradicional, con sus famosas redes en forma de alas de mariposa.

La conservación y «salud» del lago están al cuidado de tres gigantescas dragas cosechadoras que tienen un excelente equipo de trituración y un enorme almacenador para el acarreo de basura. Trabajan constantemente, pero si se presenta alguna emergencia durante el periodo crítico de crecientes, su número se duplica para operar en forma ininterrumpida las 24 horas del día.

Tuvimos la oportunidad de visitar las islas y los canales, siempre rodeados de garzas y gaviotas que revoloteaban por encima de nuestra embarcación y pudimos constatar que la feroz plaga de lirio acuático, que hasta hace pocos años amenazaba con causar daños irreversibles, ha desaparecido casi en su totalidad.

Preguntamos a varias personas de diferentes lugares su opinión sobre este asunto y la respuesta fue coincidente: esto es el resultado del esfuerzo colectivo de los lugareños apoyado ampliamente por instancias del gobierno estatal y que en conjunto han podido crear una conciencia ecológica, lo que ha salvado y preservado el lago de Pátzcuaro, sus canales y sus bellísimas nueve islas.

Pero volvamos atrás y recordemos un poco sobre la isla de Janitzio de antes. El cine nacional se encontraba en su época de oro, y las películas hoy conocidas como clásicas mantenían entonces esa insuperada calidad que las hizo famosas en cada rodaje. Por ejemplo, Redes, filmada con esfuerzos titánicos, dejó constancia de aquellos tiempos en los que Janitzio, entre otras carencias, no contaba con luz eléctrica.

Durante la filmación, los moradores se quedaron boquiabiertos cuando acuatizó un flamante hidroplano que transportaba un refrigerador de gas butano, enviado como regalo a María Félix, para que la célebre actriz pudiera disfrutar de refrescos fríos en cualquier momento.