Desde una jardinera frente a lo que era el edificio Casa Latinoamérica, a donde llegaron decenas de brigadistas, el señor Edgar mira afligido como una maquina comienza a remover el escombro que ocasionó el sismo del pasado 19 de septiembre.
Desde ahí, sobre la avenida Morelos, esquina con la calle Degollado, expone que es una persona muy “afortunada” porque a las 13:14 horas del martes pasado, cuando empezó a cimbrar la tierra, estaba viendo uno programa de televisión en su departamento: el número 102.
En ese momento intentó ponerse los tenis y, cuando se dispuso a salir, decidió cerrar la puerta porque apareció “una nube de polvo, a un metro, y no veía”, relata el señor de 69 años de edad, mientras continúa sentado.
Edgar Parabeles Flores dice que el temblor fue “espantoso, exageradamente fuerte, brusco, violento…”, tanto que parte del inmueble de 10 pisos quedó derrumbado en cuestión de segundos.
De manera que afectó a los departamentos, oficinas y algunos locales comerciales ubicados en sus distintos niveles que, en conjunto, fueron construidos en 1949 para dar función a la Casa Latinoamericana.
Comenta que en Cuernavaca ha vivido por al menos 37 años y “cuando estaba en el departamento le pedí perdón a Dios y hasta ahí porque no podía hacer nada, estaba muy feo”.
Pero escuché algunos “golpazos fuertes (en la ventana), me asomé y (minutos después) ya estaban los de Protección Civil”, narra don Edgar, quien añade que le pidieron salir porque el edificio se derrumbaría.
Entonces, los rescatistas le ayudaron a salir con una escalera y “logre bajar a la avenida Morelos y (después) me atendieron los médicos y (todo) bien hasta ahorita”, argumenta.
Cuando había pasado el susto -después de pisar parte del perímetro que hoy sigue acordonado- miró aquel edificio y “todo era impresionante y no la creía”.
Desde afuera todo fue diferente para el señor Manuel Espinoza, pues el movimiento telúrico lo sorprendió cuando platicaba con su tío Juan González. Los dos estaban a un lado de la puerta de una tienda de venta de artículos para el hogar.
Ahí, sobre la banqueta, su tío tenía un pequeño puesto de ropa interior. “Cuando empezó a temblar nos (fuimos) a la mitad de la calle, pero no habíamos comprendido la magnitud del problema y de que el edificio podría venirse”, expone.
Nos quedamos parados hasta que nos dimos cuenta cómo había sido todo esto”, indica el vecino de la colonia Centro, al comentar que la Torre Latino, como también es conocido ese edificio, empezó a “tronar mucho y se movió el piso”.
Cuando empezó a colapsar una parte -después de cimbrarse la tierra- miró a la gente correr en todas las direcciones y, al acabar el temblor, esperó a que el señor Juan se recupera del espanto. “Incluso llamé a su hermano para que viniera por él”, comenta.
Después llegó la ayuda para quienes estuvieron en riesgo. “Sólo me di cuenta cuando empezaron a sacar a las personas de una ruta (colectivo) y un taxi” porque quedaron entre los escombros, añade don Manuel, quien este día vino a la zona del desastre.
El temblor del 19 de septiembre, fecha en que también se registró el de 1985, no sólo afectó este edificio alrededor del ayuntamiento de Cuernavaca, sino además a El Palacio de Cortés.
Este monumento ha tenido diferentes funciones a lo largo de su existencia, pues inició como residencia de Hernán Cortés, de 1747 a 1821, y después una cárcel, dónde estuvo preso José María Morelos y Pavón.
También se tuvieron algunas fisuras y desprendimientos de las fachadas de otros inmuebles aledaños al centro de Cuernavaca, capital del estado de Morelos, en donde 73 personas fallecieron por el sismo.