Piscinas naturales extremas, ¿te atreverías a nadar en ellas?

  • Sea al borde del océano, en lo alto de una montaña, en una gruta abierta en plena piedra… No hay mejor piscina que una natural y no hay mejor spa que el que se deriva de las diferentes corrientes y temperaturas del agua dulce o salada pero siempre salvaje.

Bienvenidos a la «casa del diablo», a  Bayt-al-Afreet. ¿Se te han pasado  las ganas de meterte? En esta idílica (pero temible) piscina en la roca de Omán se llega a través de una larga escalera de cemento. El tesoro (diabólico o no) se encuentra en las montañas de Hajar y en el pueblito de Dibab.

Esta sima, tallada en la piedra caliza por la acción del agua que se filtra del desierto, es un verdadero oasis.

Landmannalaugar (Islandia)
El frío nunca puede ser un impedimento en una tierra eminentemente volcánica. Esto es Islandia y también es un paraíso de aguas termales en pleno campo de lava en la región de Landmannalaugar.

¡Ah, por cierto! Aquí se viene desnudo a lo vikingo.

O todo o nada.

Piscina Crystal (Norfolk Island, Australia)
El origen de la isla australiana de Norfolk es volcánico. Eso explica el porqué sus piscinas naturales son una de las mayores (y mejores) atracciones, el poder bañarse e incluso hacer esnórquel en la isla en la que se encuentra la segunda barrera de coral más meridional del mundo. Sus piscinas naturales son, además del complemento relajante perfecto a un día de playa, un caldo original de organismos marinos que encuentran en estas cavidades de lava repletas de tranquila agua salada, su casa. Lo dicho: esnórquel siempre.
San Juan de la Rambla (Tenerife).

A tierra guanche nos vamos para disfrutar de uno de los mayores placeres de nuestro país: sus islas. Esta vez, en Canarias, recalamos en Tenerife para darle las gracias al caprichoso Teide y a las caprichosas formas que creó en las costas de la isla. Así podemos disfrutar de las piscinas naturales de San Juan de la Rambla.

Cenotes Ikil (México)
Las antiguas carreteras mayas solían ir directamente de un templo a otro. Hoy las nuevas autovías van de Mérida a los resorts playeros de Quintana Roo, en el Caribe, y Campeche y el yucatano Celestún, en el Golfo. En busca de playa, hay que pasar por los numerosos cenotes que recorren el mundo subterráneo de la península del Yucatán, como el cenote Ikil, próximo a Chitchen Itza.

Queen’s Bath (Hanalei, Kauai)
Esto es ‘la bañera de la reina’ en la hawaiana isla de Kauai. Estas apacibles y cristalinas aguas se crean de manera natural con la marea alta en Hanalei dejando paso al mejor baño de agua salada. No, no nos vemos en un lugar mejor que un agujero de lava solidificada para pegarnos un chapuzón.
Costa de la región de Kimberley (Australia).

No subestimes el poder del charquito. Australia cuenta con innumerables piscinas de enclavadas en la roca, desde el litoral de isla Canguro o a la tropical Lord Howe Island, las rocas erosionadas a lo largo de los siglos por la fuerza del océano son una mina de pequeñas piscinas incluso individuales, como es el caso de las playas de la región Kimberley al noroeste del país, la misma región donde encontrarás huellas de dinosaurio (en Gantheaume Point) o te refrescarás en la playa de Cable Beach, un arenal de más de 20 kilómetros de fina arena blanca.
Blue Lagoon (Islandia).

Rodeado de paisajes volcánicos, el Blue Lagoon es uno de los lagos geotermales más impresionantes que existen. Un destino perfecto para quienes adoren los baños calientes (no te fíes del entorno islandés; el agua llega a los 40 grados) en un entorno único.

El entorno del lago, formado por campos de lava y columnas de vapor, añaden un toque de misticismo al lugar.

Cañón de Matkatamiba (Arizona, Estados Unidos)
Puede parecer una locura pero estas angostas paredes del cañón de Matkatamiba en Arizona son buscados por los escaladores que en verano se permiten darse un baño refrescante. Las excursiones por estos pasajes más estrechos se realizan con una mano y un pie en una pared y las otras extremidades en la otra. Una actividad no apta para claustrofóbicos pero sí para aventureros: la recompensa del chapuzón (o más bien bañito), vale la pena (y tranquilos, al igual que hay zonas más estrechas que la de la imagen, también hay lugares más anchos y abiertos donde disfrutar alegremente del agua).

Termas Valle de Colina (Chile)
Una cordillera. Eso sí que es estar rodeado de roca. Nos encontramos en Chile, en las Termas Valle de Colina a unos 2.000 metros sobre el nivel del mar. Sí, hay que ascender y mucho y llegar hasta el último pueblo del Cajón del Maipo, pero merece la pena encontrarse con estas piscinas a unos 100 kilómetros de Santiago de Chile, cuyas aguas se encuentran a más de 25º.
Brimketill, Islandia.

Bonita, ¿verdad? Pues se mira, pero no se toca: esta piscina natural de lava solidificada se encuentra en Islandia y no es segura para el baño. Pero se merece un hueco en la lisa ya que Brimketill es la joya de la corona natural en el recorrido ‘bonito’ de la región de Reykjanes, al sur de la isla. La leyenda dice que la piscina nunca fue nuestra, humana, sino de una mujer (o más bien una giganta) llamada Oddnýjarlaug. No despertéis a la bestia y cuidado al escalar hasta la zona (siempre recomendable llegar hasta aquí con el mar en calma).

Aunque la visita merecerá la pena.