Protegerán sitio clave de Mesoamérica

La zona arqueológica de Huapalcalco, en Tulancingo de Bravo, Hidalgo, quiere dejar atrás la ambigüedad de su condición. “Es una zona que está en conflicto pero que está abierta al público, es y no es”, dice Alejandro Aldana, integrante de Niebla y Tiempo, una asociación civil que lucha por obtener la declaratoria como zona de monumentos arqueológicos para el sitio, cuyos orígenes han sido fechados hace más de 14 mil años a.C.

La de Huapalcalco es la misma situación que viven decenas de sitios arqueológicos del país. De los 179 que hay abiertos al público sólo 48 cuentan con declaratoria; el resto padece los problemas que acarrea la ausencia de reconocimiento: raquítica protección, escasos recursos para operar los sitios, escasez de servicios y de investigación, pero sobre todo, falta de compromiso oficial para salvaguardar el patrimonio.

Huapalcalco podría hacer historia: la petición para ser reconocida como zona arqueológica es hecha por un grupo de ciudadanos, se trata de la primera solicitud surgida entre la población que se realiza tras la modificación a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, de 2014, cuando se concedió la posibilidad de que la población en general realice solicitudes para que un determinado bien sea declarado y protegido por dicha ley.

Niebla y Tiempo ya ha avanzado. El pasado 9 de junio entregó más de diez mil firmas (seis mil 160 autógrafas y cuatro mil 50 de la plataforma change.org) de apoyo, a la Coordinación Nacional de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien ahora deberá integrar un expediente para sustentar la petición, y de ser avalada, turnarla al Presidente de la República para que firme el decreto que otorgaría la declaratoria.

“El hecho de que Huapalcalco tenga la figura de zona arqueológica le conferiría toda la protección y todo el poder, todo el peso que la Ley Federal de Monumentos le da a una zona de monumentos, eso implica que va a tener proyección a nivel nacional e internacional, que tendrá un recurso designado ex profeso para la salvaguarda y protección del sitio, implica que tendrá un plan de manejo, implica desarrollo, recursos, proyección, salvaguarda”, piensa Aldana.

No obtener la declaratoria, por el contrario, podría ser contraproducente. Aldana dice que Huapalcalco “no está en buenas condiciones, aparece dentro de la lista de las 179 zonas abiertas al público, pero no tiene un perímetro que la delimite, no hay investigación y ha estado en franca destrucción, hay problemas de saqueo en el sitio, hay mucho grafiti, la gente tira basura”.

Pero todavía hay un problema mayor: el sitio padece un desorden territorial en las 42 hectáreas en que se ha estimado la extensión del sitio. Una parte son tierras ejidales y otra pertenece a pequeños propietarios (unos 40 o 50). Otro segmento, unas 11 hectáreas, ya han sido ordenadas como propiedad pública:

“Uno de los pretextos que pone la autoridad, por lo que no puede intervenir en Huapalcalco, es porque la propiedad no es pública, pero a partir de gestiones y vinculación con la sociedad, ya hay 11 hectáreas que le pertenecen al estado, al municipio y a la federación, en esas 11 hectáreas ya se puede intervenir y debieran decretarse porque, de no hacerlo, esas 11 hectáreas se van a perder”.

ESLABÓN

Huapalcalco es “la clave para entender qué ocurrió en Mesoamérica una vez que cayó Teotihuacán”, dice la doctora Enriqueta M. Olguín. La arqueóloga comenzó a trabajar en la zona hace más de 30 años, el 4 de noviembre de 1983, primero de la mano del INAH y después con la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo; su investigación ha definido a Huapalcalco como una pieza clave para entender las ocupaciones humanas más antiguas hacia todas las direcciones en torno a la ciudad.

Enmarcada por un bloque de enormes acantilados, la zona es una potencial zona para entender la prehistoria mesoamericana: las arqueólogas Florencia Müller y Cintya Irwin registraron que la presencia humana en el lugar comenzó hacia el año 14 mil a. C., aunque otros especialistas han supuesto que la ocupación comenzó hacia el 7000 a.C. Lo que sí ha sido definido con más claridad, es la fecha en que se construyó el centro cívico ceremonial: hacia el 650-990 d.C., justo después de la caída de Teotihuacán. Además de pinturas rupestres, en el lugar se conservan unas 20 estructuras piramidales, de las cuales sólo una ha sido semi restaurada.

“Huapalcalco fue contemporánea de El Tajín, Cacaxtla y Xochicalco y con éstas zonas arqueológicas comparte rasgos en su pintura mural, en su escultura y en su cerámica. Es posible que en Huapalcalco se repitiera la tradición teotihuacana que albergaba barrios donde se concentraban grupos de culturas distintas. Tengo la hipótesis de que posiblemente los otomíes tuvieron mucho que ver en su construcción, pero eso sólo lo podremos afirmar si la información arqueológica se sigue sistematizando y si se logra rescatar la zona arqueológica y explorar intensivamente todo el sitio arqueológico”, dice Olguín.

La especialista agrega que el lugar es crucial “para conocer y entender una ruta, topográficamente cómoda, donde confluían distintos caminos prehispánicos hacia la Costa del Golfo de México, hacia el interior de la Sierra Madre Oriental, hacia la Sierra Norte de Puebla y hacia el actual territorio de los estados de Tamaulipas, Veracruz, Tlaxcala, Puebla, Morelos y posiblemente la Zona Maya”.

En Huapalcalco, dice Olguín, hay trabajo para “setenta o cien años”. Pero, ¿en qué medida la declaratoria como zona de monumentos arqueológicos puede ayudar al sitio?, se le pregunta: “En que se paliaría el daño que cotidianamente sufren los monumentos y los materiales que aún se encuentran enterrados en él. Con la declaratoria tal vez se lograría que se regularizara la tenencia de la tierra de los propietarios que ocupan la zona y que cuentan con escrituras o minutas de compra-venta de terrenos. Tal vez con la declaratoria se respetarían las leyes y reglamentos sobre el uso de suelo que se ha hecho indebidamente dentro de la zona arqueológica”.