Un ataque perpetrado presuntamente por yihadistas contra un complejo turístico de lujo cerca de la capital de Mali se saldó hoy con al menos seis muertos, según dijeron fuentes policiales presentes en el lugar de los hechos.
Por parte oficial, solo se han reconocido hasta el momento dos muertos, según el balance provisional establecido hace varias horas por el ministerio de Seguridad, que daba pocas pistas más, aparte del hecho de que uno de los atacantes había dejado abandonada en su huida una metralleta con seis cargadores y botellas cargadas con sustancias explosivas.
El titular del ministerio, Salif Traoré, dijo esta noche que cuatro atacantes habían sido abatidos, aunque solo habían encontrado los cadáveres de dos de ellos.
El ministerio calificó a los atacantes de «individuos armados, seguramente terroristas», y aunque hasta el momento ningún grupo ha reivindicado la acción, presenta muchas similitudes con las perpetradas por grupos yihadistas en Mali y toda la región del Sahel contra lugares frecuentados por occidentales.
El ataque de hoy iba dirigido contra el complejo turístico de Kangaba, a las afueras de Bamako, en el distrito agrícola de Dougoulakoro, un lugar exclusivo de unas diez hectáreas fundado por una pareja de franceses y muy apreciado por la colonia europea en Bamako.
Según el testimonio de varios testigos, un comando de por lo menos cuatro hombres armados llegó por la tarde al portal principal del complejo y gritando «Alahu Akbar» (Dios es grande) mientras disparaban a los presentes.
Había en el lugar un número impreciso de soldados de la Minusma (la misión de la ONU en Mali) que se encontraban de permiso y sin uniforme.
Parece que la intención de los asaltantes era tomar rehenes, pero la reacción de la policía presente, y los refuerzos llegados con posterioridad les hicieron escapar hacia una colina vecina, donde se han atrincherado, mientras que más de 30 de sus rehenes lograban escapar con vida.
Las fuerzas especiales malienses, asistidas por cascos azules de la Minusma, rodearon todo el perímetro donde se sitúa el complejo turístico en busca de los agresores.
El ataque de hoy se asemeja a varios perpetrados en Mali contra lugares donde se concentra la colonia occidental.
El más grave de ellos fue el perpetrado el 20 de noviembre de 2015 contra el Hotel Radison Blu de Bamako, que se saldó con veinte muertos (14 de ellos extranjeros), aparte de los asaltantes, que formaban un comando suicida.
En el año siguiente, los atentados del mismo tipo se extendieron por el Sahel: en enero, dos ataques similares contra un hotel y un restaurante de Uagadugu, capital de Burkina Faso, se saldó con treinta muertos (once de ellos extranjeros), y solo terminó tras doce horas de tiroteos, con ayuda de las fuerzas francesas.
En marzo de 2016 le tocó el turno a Costa de Marfil: el lugar elegido fue el popular destino playero de Grand Bassam, y en ese caso murieron 19 personas, ocho de ellas extranjeras, en lo que supuso el primer atentado de ese tipo perpetrado en suelo marfileño.
Los atentados fueron reivindicados en unos casos por Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y en otros por el grupo Al Murabitún, grupo dirigido por el yihadista argelino Mojtar Belmojtar.
El yihadismo se ha reorganizado en la región del Sahel bajo la autoridad del maliense Iyad Ag Ghali, que el pasado marzo apareció a la cabeza de una nueva alianza de cuatro de los grupos más activos (entre ellos AQMI y Al Murabitún) y puso a Francia en lo alto de su lista de enemigos.