Una declinación insignificante

La declinación de Óscar González, “candidato” del Partido del Trabajo en el Estado de México, a favor de Delfina Gómez, candidata del Movimiento de Regeneración Nacional, puede verse como un acto solidario, una maniobra para lograr como “cola de papalote”, cuanto su escasa fuerza no le iba a conseguir, o como una maniobra para engañar a los crédulos en la importancia de un desplante de estas características.
La declinación es un acto político de notoriedad (y oportunismo), no una suma electoral. Los votos de un candidato declinante no se le agregan a aquel a favor de quien haya arriado su bandera.
Es una especie de convocatoria a sus seguidores para estratégicamente votar por otro candidato, pero de ninguna manera una certeza aritmética.
Es una apariencia, no un agregado automático.
De acuerdo con la última encuesta publicada de manera más o menos imparcial, (EF), el Partido del Trabajo, cuyo registro y resurrección no son obra de la militancia sino de la truculencia (de la cual el PRI no es ajeno) no pinta ni siquiera con un porcentaje significativo.
Es la nada. Pero esa nada sirve para posicionar al líder Anaya, especialmente por contraste y ante la mirada patriarcal de Andrés Manuel López Obrador, quien resulta obedecido por una fracción de la izquierda.
Eso mismo les sucedió en el Senado; pero se trata de asuntos diferentes.
Yáñez se convierte en el amigo obsecuente y obediente, en contraste con la actitud de Juan Zepeda, quien no sólo declinó la declinación, sino puso cara frente a las instrucciones trans-partidarias del Mesías.
“(AP) En conferencia de prensa, el ahora excandidato del PT aseguró que la decisión de declinar a favor de Delfina Gómez es para acabar con la corrupción, el saqueo y el cacicazgo del PRI en el Estado de México.
“Queremos dar pie a un proceso de transformación de la vida de los mexiquenses, donde se termine con la inseguridad, la corrupción, la impunidad.
“Hoy, el Partido del Trabajo y Óscar González Yáñez manifestamos nuestro apoyo a la candidatura de la maestra Delfina Gómez para abanderar el proceso que empieza el 15 de septiembre de 2017 y que termina el 15 de septiembre de 2023”, dijo el ex aspirante a la gubernatura del Estado de México.
“Esta es una decisión que el PT toma con conciencia, con responsabilidad y poniendo al partido del lado de la gente y de los intereses del pueblo y, en consecuencia, decir, ya basta del PRI en el Estado de México, ya basta de cacicazgo, vamos a ganar en el Estado de México”, agregó.
“El pasado 20 de mayo, en entrevista con el canal ADN 40, Óscar González Yánez dijo que era “inaceptable” la petición del líder de Morena, de que declinara a favor de Delfina Gómez.
“El candidato del PT agregó que en enero pasado envió una carta a López Obrador para ir en alianza por el gobierno del Estado de México, pero no hubo respuesta de Morena.
“El pasado 17 de mayo, Andrés Manuel López Obrador pidió al candidato del PT y al del PRD, Juan Zepeda, que declinaran a favor de Delfina Gómez, para “no hacerle el juego a la mafia del poder”.
En esas condiciones Yáñez ha logrado una victoria plena: no ha perdido nada (no tenía nada por ganar) y se ha vestido de héroe.
También le ha probado al líder Andrés su docilidad y ya no digamos su capacidad para decir y desdecir. Nunca ha sido un hombre de palabra. Ni de votos.
Éste es un caso genial de inversión: pones cero y ganas mucho más de cero.
Pero los votos, escasos o mínimos como sean no están garantizados en favor de Delfina.
Quien haya pensado sufragar por el PT no necesariamente obedecerá los dictados de la declinación. Podría hacerlo por cualquier otro o simplemente no votar.
La única utilidad es continuar con la vida activa del membrete. Y en ese afán Yáñez es absolutamente hábil. Ha sobrevivido de la venta de aire toda su vida.
Gordito
Hace tiempo no veía uno fotografías recientes del Sub Marcos o Galeano como cursimente se autonombra ahora.
Su indumentaria de larga camiseta negra apenas le disimula (como batita de maternidad) la barriga, timba, panza o “llanta” y el pasamontañas con orificio para la cachimba permite adivinar mofletes de gato bodeguero.
Muy lejos los tiempos (de 1994 a la fecha, haga usted el favor de contar), cuando la apostura se sugería en la mirada brillante de unos ojos bien abiertos y unas cejas arqueadas con deleite.
Hoy los párpados se notan papujados.
Ya son más pequeños. Y lo único invariable en el insurgente indigenista es su sentido del humor. Ya hace la “Britney señal”. De “durito” pasó a “gordito”.