La gravedad de un agujero negro es capaz de absorber toda materia cercana, ni siquiera la luz, que viaja a una velocidad de 300 mil kilómetros por segundo, puede escapar, dijo Julieta Fierro, investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM.
Así, cuando se traga algún objeto, primero se alarga del lado más cercano al hoyo, y posteriormente se desintegra hasta convertirse en protones y electrones. Por este motivo, no hemos podido averiguar qué hay dentro, señaló en entrevista.
Los agujeros negros se forman al final de la vida de las estrellas. Por ejemplo, cuando explota una supernova, si su núcleo tiene suficiente masa, puede colapsarse y formar un hoyo en el espacio sideral, señaló.
Recientemente, los astrónomos descubrieron que en los núcleos de las galaxias, donde la densidad de las estrellas es muy alta, se han fusionado centenares de hoyos negros.
Estos, resaltó la investigadora, atrapan todos los gases que se les acercan, los cuales giran en torno a ellos y brillan antes de caer, finalizó.