Prebióticos y probióticos, comida que es medicina

Cuando se habla de una dieta balanceada, normalmente pensamos en el equilibrio y variedad de alimentos que debe contener nuestro menú a fin de proporcionar vitaminas, minerales, proteínas o carbohidratos que se requieren para cumplir las funciones cotidianas. Aunque cierta, esta visión es parcial debido a que no considera importante la gama de beneficios adicionales generados por el hábito de comer adecuada variedad de productos.
Por ello, se ha creado una clasificación, la de «alimentos novedosos», en la cual se agrupa a cuatro tipos de productos que poseen efectos benéficos al organismo en distintos niveles: funcionales, prebióticos, probióticos y simbióticos. De esto habló el Dr. Yvan Vandenplas, gastroenterólogo pediatra y académico del Hospital Infantil de la Universidad Libre de Bruselas, Bélgica, durante una visita que realizó a México.
Concretamente, el especialista define al primer grupo, el de los alimentos funcionales, como «preparaciones que tienen influencia positiva en el cuerpo humano, como mejorar la salud más allá de lo que haría una dieta o régimen normal; como ejemplo tenemos a las margarinas, que disminuyen el colesterol de la sangre y benefician al sistema circulatorio».
De igual manera, hay otros elementos que previenen enfermedades en las vías sanguíneas debido a las sustancias que alojan, como zanahorias (ricas en vitamina A), aceites vegetales (con vitamina E) o jitomate, que contiene una sustancia llamada licopeno y que pertenece a una familia de compuestos llamada carote noides.
Por su parte, ayudan a estimular las defensas en la mucosa intestinal los ácidos grasos Omega-3 (contenidos en pescados), en tanto que los aminoácidos y carbohidratos poseen efecto benéfico a nivel psicológico, ya que actúan directamente en el sistema nervioso, favorecen su buen funcionamiento y previenen estados de nerviosismo, falta de concentración y tristeza.
Prebióticos y probióticos
Otra es la acción de los prebióticos, definidos por el Dr. Vandenplas como «fibras o ingredientes no digeribles que están en los alimentos y que hacen que mejore la salud de la persona que los ingiere porque estimulan el crecimiento o la actividad de bacterias benéficas que habitan el colon», de modo que aunque no son aprovechados por el ser humano, le ayudan indirectamente.Entre los prebióticos encontramos distintos tipos de hidratos de carbono no digeribles, provenientes de algunos cereales, además de cebolla, alcachofa y raíz de achicoria, que al ser transformados por las bacterias de la flora intestinal ayudan a reducir diarreas asociadas a infecciones intestinales, nutren a las células superficiales del intestino grueso, disminuyen la frecuencia de cáncer de colon y regulan la producción de grasas por el organismo.
Asimismo, la fibra puede transportar minerales hasta el intestino grueso, de modo que favorece que partículas de calcio lleguen al colon, donde es absorbido, de modo que este elemento no nutritivo reduce el riesgo de que los huesos pierdan su densidad (osteoporosis).
En cuanto a los probióticos, el gastroenterólogo pediatra explica que «se trata de microorganismos que no causan enfermedades y son resistentes a los efectos de la digestión, por lo que llegan vivos al colon y ejercen efecto positivo sobre la salud de la persona que lo ingirió».
Por una parte, los organismos probióticos contribuyen a regular la flora bacteriana que se encuentra en el sistema digestivo, de modo que originan un medio desfavorable para microorganismos productores de infección; por la otra, nutren y estimulan el crecimiento de las células del intestino, o bien, incrementan la respuesta del sistema inmunológico (aquel que defiende al organismo de infecciones) ante diversos factores agresores, incluso células cancerosas.
Los ejemplos clásicos de probióticos son los microorganismos del yogurt (Lactobacillus acidophilus bulgaricus), pero también hay otros alimentos que de manera tradicional aportan este tipo de bacterias u hongos, tales como ceviche y pozole.
Finalmente, menciona el especialista que hay una categoría más dentro de los alimentos novedosos: los simbióticos, que son los que combinan a los prebióticos con los probióticos.
Uso terapéutico
Si bien los probióticos se clasifican como «nuevos alimentos», el Dr. Yvan Vandenplas explica que su descubrimiento no es reciente, pues fueron descritos por vez primera en 1908 por el científico ruso Elie Metchnikoff, quien recibió por este descubrimiento el Premio Nobel de Medicina.
Así, desde entonces se ha buscado la manera de aprovechar las cualidades de los probióticos, incluidos en muchos platillos de comida tradicional de todos los pueblos del orbe, a fin de que ayuden en el tratamiento de enfermedades gastrointestinales ocasionadas por agentes infecciosos.Esto porque los microorganismos contenidos en el yogurt, por ejemplo, pueden ofrecer alivio al regular y nutrir a la flora intestinal, que de esta manera tendrá la fuerza necesaria para repeler al agente invasor; sin embargo, explica el especialista, «para que un alimento tenga efectos curativos se requeriría ingerir cantidades muy grandes, debido a su baja concentración de bacterias u hongos benéficos».

Yvan Vandenplas ahonda: «Una vez que los microorganismos benéficos se ‘descubrieron’ o, más bien, fueron identificados, se pusieron al alcance de todos a través de productos comerciales, de modo que en esencia no hay cambio entre los productos naturales y los comerciales, salvo que los segundos son probióticos ligeramente modificados y en dosis más altas que las encontradas comúnmente».

Sin embargo, explica que en Bélgica se realizaron estudios a suplementos alimenticios, no medicinas, que incluyen probióticos y que en ocasiones son utilizados para dar tratamiento a infecciones gastrointestinales; se encontró que la gran mayoría de estos productos no cumple con el contenido establecido en su etiqueta, de modo que «no poseen efecto terapéutico, es decir, no benefician a personas enfermas».

Como parte de la misma investigación se analizó la eficacia de medicamentos (denominados «agentes bioterapéuticos») en el caso de personas con problemas de diarrea a causa de microorganismos como el rotavirus, y se determinó que hay dos productos que proporcionan notable beneficio: los que contienen a la bacteria Lactobacillus rhamnosus cepam BB o a la levadura (hongo) Saccharomyces boulardii.

De este modo, se estableció que los medicamentos elaborados con estos dos prebióticos sí ayudan a disminuir la secreción de toxinas de los agentes invasores, a la vez que estimulan los mecanismos de defensa intestinal; también, son ideales para que los enfermos, principalmente niños, digieran sus alimentos y no se deshidraten.

Asimismo, mostraron utilidad en el tratamiento de pacientes con problemas estomacales al ser alimentados a través de sonda y como medida preventiva en diarrea del viajero, además de colaborar en la mejora de problemas gastrointestinales recurrentes y de personas que padecen sida o enfermedad de Crohn (alteración del intestino grueso).

Ecología interna
A pregunta expresa, el Dr. Yvan Vandenplas explicó que «la dieta actual afecta a la flora intestinal, de modo que es recomendable que la consuma alimentos saludables que de manera natural ayuden a prevenir enfermedades, como son los probióticos y prebióticos».

El gastroenterólogo pediatra sostiene que la gente come cada vez menos fibra, frutas y verduras, a la vez que aumenta su consumo de comida rápida. «Esta es una manera equivocada de proceder de nuestra sociedad; ignoramos que debemos beneficiar a nuestra flora gastrointestinal, ya que tiene múltiples efectos que promueven la salud. Si una persona tiene muchos lactobacilos bajan sus niveles de colesterol, mejora su absorción de calcio, disminuye el riesgo de padecer cáncer de colon y obtiene bienestar general.

Por ello, Vandenplas considera que es necesario que nuestra alimentación ayude al equilibrio de esta «ecología interna» que se forma en nuestro sistema digestivo, y concluye que «precisamente la flora gastrointestinal va a ser objeto de una investigación muy intensa en los próximos 10 ó 15 años; tenemos que conocer su funcionamiento y cómo beneficiarla, pues todos contamos con 1 kg de bacterias en nuestro colon y poseemos 10 veces más microorganismos que células».