Ovacionan el ‘Lago de los cisnes’ en Bellas Artes

El estreno de «El lago de los cisnes» con la Compañía Nacional de Danza (CND) en el Palacio de Bellas Artes estuvo lleno de sorpresas y confirmó algunas certezas.
Por ejemplo, que la primera bailarina Mayuko Nihei, es una de las intérpretes más valiosas de la agrupación dirigida artísticamente por el argentino Mario Galizzi; que en sus filas hay jóvenes que podrían dar un salto a mejores posiciones como Julio Morel, quien destacó esta tarde en el papel del Bufón, y que hay nuevos talentos a quienes habrá que seguirlos de cerca como el solista chileno Sebastián Vinet.
Esta nueva producción con versión coreográfica de Mario Galizzi, sobre la original de Marius Petipa y Lev Ivanov, llegó al recinto del mármol con aciertos como presentar una versión completa, la belleza de diversas escenas -especialmente todas en las que participan los cisnes-, y con diversas cosas por pulir, como la escenografía de los jardines del palacio y del interior del castillo y el vestuario de la corte del primer acto y los cisnes durante el segundo acto.
La escenografía fue diseñada por Rem Studio Mx, y la iluminación, por Xóchitl González, y aunque las escenas en el bosque logran una atmósfera dramática y bella, con el colorido vestuario se consiguen unas gruesas costuras y no hay armonía visual. Otra de las sorpresas positivas son los bailes del tercer acto, particularmente la danza española y la mazurka, así como la participación de las distintas princesas. Este montaje inicia con el cumpleaños del príncipe Sigfrido, quien debe elegir esposa. Sin embargo, el hechicero Rothbart, interpretado con grandes momentos por Roberto
Rodríguez, lanza un conjuro sobre todas las doncellas, las convierte en cisnes en el día y las regresa a su forma humana durante la noche. Al querer cazar a estas aves, Sigfrido se encuentra con Odette, la reina de los cisnes y queda prendado de ella desde el primer momento.
Durante 40 años a Sigfrido y a Odette se les vio despedirse del público montados en un gran cisne partir hacia la felicidad. Esta versión se apega a la original y es en la muerte donde han de encontrar un lugar para su amor.
Esta versión, que ahora tiene dos horas y 15 minutos de duración, suprime la narración, pero aporta un completo programa de mano, quizá, por primera vez, el público puede leer quiénes interpretan los roles, además accede un breve currículum de los intérpretes principales y observa las fotografías de la compañía. Otro acierto, sin duda. Sin embargo, para un importante estreno, faltó la presencia de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes.
«El lago de los cisnes» llega a Bellas Artes luego de que el año pasado el montaje en su versión recortada que se ofrecía en Chapultepec viviera una de sus crisis más graves en cuatro décadas: no sólo había un conflicto interno y no tenían director artístico, también debieron cancelar muchas de las funciones por cuestiones climáticas, incluso en la primera cancelación el público arrojó sillas al lago.
El público, que consiguió que este ballet fuera un éxito en la Isleta menor del Bosque de Chapultepec, recibió con ovaciones y aplausos de pie esta versión. A juzgar por los múltiples «bravos» y un festejo prolongado, cumplió las altas expectativas que los cisnes habían generado.
Hoy habrá otra función a las 19:00 horas, el domingo 5 a las 18:00, el martes 7 y el jueves 9 a las 20:00 y el sábado 11 a las 19:00. En todos los casos, los boletos están agotados. El lago de los cisnes es un cuento de hadas-ballet estructurado en cuatro actos, que fue encargado por el Teatro Bolshói en 1875 y se estrenó en 1877.
La música fue compuesta por Piotr Ilich Chaikovski; se trata de su op. 20 y es el primero de sus ballets.
En la producción original la coreografía fue creada por Julius Reisinger.
El libreto se cree que fue escrito por Vladímir Petróvich Béguichev y Vasily Geltser, basándose en el cuento alemán Der geraubte Schleier (El velo robado) de Johann Karl August Musäus.
La primera representación tuvo lugar el 4 de marzo de 1877 en el Teatro Bolshói de Moscú. Contrario a su gran reconocimiento actual, esta obra estuvo rodeada de reveses desde su estreno; además de su pobre producción inicial, de la cual se han perdido algunos registros, las creaciones de la música y la coreografía original no fueron paralelas debido a desacuerdos técnicos entre las partes, pues Chaikovski (poco familiarizado con la composición de ballets) trabajó de forma rápida, innovadora y despreocupada en una partitura que terminaría desconcertando a Reisinger. Todo ello hizo que la obra no fuese bien aceptada ni por el público ni por la crítica la cual se expresó con palabras como “difícilmente se convertirá en un ballet de repertorio y nadie lo va a lamentar”5 Sin embargo, el 15 de enero de 1895 en el Teatro Mariinski de San Petersburgo esta misma obra logra su primer gran éxito con una nueva coreografía a cargo de Marius Petipa y Lev Ivanov.