Blanca Ríos, el Hada de Azúcar en ‘El Cascanueces’

CIUDAD DE MÉXICO.-El ballet de El Cascanueces es un clásico de la época navideña. Una de las escenas más representativas es la del Hada de Azúcar que este año es interpretada por Blanca Ríos, primera bailarina de la Compañía Nacional de Danza.

El pas de deux del Hada de Azúcar es la culminación de la danza clásica”, afirma Blanca y comenta que debido a que El Cascanueces es un ballet que se presenta cada año, el reto para ella como bailarina es mejorar su interpretación y hacerlo de forma diferente.

Envuelta por la música de Tchaikovsky, Blanca sale al escenario a transmitirle al público lo que ella está sintiendo.

Al bailar me convierto en otra persona, mi piel se me pone chinita, lo disfruto muchísimo, es mi mayor pasión”, comenta con emoción.

Blanca comenzó a practicar ballet desde los cuatro años y a los ocho comenzó a bailar de manera profesional al ingresar a la Escuela Superior de Música y Danza en su natal Monterrey, Nuevo León.

Su pasión por el ballet la motivó para resistir arduas jornadas entre el ballet y su infancia.

Me fascinaba ir al ballet, era muy cansado porque también iba a la escuela por la mañana pero nunca dije que no, era lo máximo”, recuerda.

Blanca sobresalió en el ballet desde su época como estudiante. En el año 2001 ganó el primer lugar en el Concurso Nacional de Danza realizado en Guadalajara, Jalisco.

Su relación con la Compañía Nacional de Danza inició durante su sexto año de la carrera de ballet, cuando fue invitada, junto con un grupo de compañeras, a participar en el Lago de los Cisnes en Chapultepec. Ahí conoció al maestro James Kelly, coreógrafo de la compañía, a quien le gustó su trabajo y la invitó dos años consecutivos a interpretar a Clara, uno de los papeles principales en El Cascanueces.

Gracias a esta experiencia, cuando Blanca se graduó obtuvo un contrato para estar en la Compañía Nacional de Danza en donde ya lleva una trayectoria de 15 años, siete de ellos como Primera Bailarina.

Sin embargo, el recorrido ha estado lleno de sacrificios.

Cuando estaba en la escuela sacrificaba muchas fiestas porque tenía que ir al ballet toda la tarde, no pude compartir esa etapa con mis amigos. Después cuando me gradué, a los 17 años, me vine de Monterrey y dejé a mi familia, fue muy difícil adaptarme a estar sola”, recuerda.

En la actualidad, a pesar de que su carrera ya está consolidada, vivir su gran sueño de ser bailarina le sigue exigiendo sacrificar su vida personal.

El sacrificio más grande es que tengo un bebé de dos años y muchos fines de semana, muchas giras, no puedo estar con él pero es mi gran motivación”, asegura.

Blanca comenta que los grandes retos de un bailarín son el extenuante trabajo físico diario y el régimen alimenticio bajo el que viven.

Además de ensayar cinco horas diarias, siempre hacemos ejercicio como cardio y pilates para mantenernos, también cuidamos mucho nuestra alimentación, comemos bien y sano para cuidar nuestra figura”, indica.

A pesar de estos esfuerzos, para Blanca el reto más grande es la presión que cada bailarín ejerce sobre sí mismo para ser el mejor.

Lo más difícil de ser bailarina es enfrentarte cada día a verte en el espejo, a buscar la perfección. Siempre tienes que estar buscando verte bien no sólo a nivel técnico, sino también con tu pareja. Es un trabajo arduo día a día, querer ser la mejor”, afirma.

Actualmente, en la Compañía Nacional de Danza hay cuatro primeras bailarinas y solo dos son mexicanas, Blanca es una de ellas. Aunque asegura que en el ballet el ambiente competitivo no es tan agresivo como en otros deportes, requirió de un arduo trabajo y dedicación para abrirse camino entre bailarines extranjeros con gran talento que llegan a buscar un espacio en el escenario mexicano.

Sí es difícil porque vienen bailarinas del extranjero pero creo que en México también tenemos el talento para competir, y me siento muy afortunada de ser una primera bailarina mexicana”, comenta.

Muestra de su talento es haber sido invitada durante dos años consecutivos a bailar con la Ópera del Cairo, en Egipto.

Blanca Ríos se encuentra en un momento espléndido en su carrera y aunque aún falta tiempo para que se retire ya ha pensado en su futuro.

Me gustaría dar clases y abrir una escuela para poder darle a mis alumnos un poco de mi experiencia en la compañía y en mi carrera como bailarina”, afirma.

Como mexicana, Blanca no es ajena a la dura situación por la que atraviesa el país, por ello resalta el aporte que hacen las profesiones artísticas a la sociedad.

Creo que el arte es una manera de sensibilizar a la gente y de ver que en nuestro país no nada más narcotráfico, no nada más hay violencia sino también hay cosas lindas y bonitas que ver, como el ballet”, concluye.

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