Piel bella y saludable… ¡A los 40!

Además de ser nuestra presentación ante los demás, la piel cumple funciones elementales sin las que la vida sería simplemente imposible: evita la acción de microorganismos dañinos, impide la pérdida de agua, mantiene estable la temperatura corporal, nos permite recibir estímulos del exterior y amortigua impactos.
Todas estas funciones decaen con el paso del tiempo y ello se traduce en cambios respecto a su apariencia, elasticidad, resistencia y hasta coloración. Yendo más a fondo, podemos decir que la dermis (capa que se encuentra debajo de la superficie cutánea o epidermis) pierde 20% de su espesor.
Ocasionando mayor propensión a mostrar líneas de expresión; también disminuye la producción de grasa o sebo, por lo que aumenta la resequedad de la piel, a la vez de que se pierde la resistencia contra los rayos ultravioleta del Sol por la pérdida de melanocitos (células generadoras de pigmento). Por si fuera poco, las glándulas productoras de sudor reducen su número, de modo que el control de la temperatura es menos efectivo; asimismo, la capacidad de contrarrestar infecciones y regenerar tejidos es menor, y los vasos sanguíneos se vuelven frágiles, por lo que se pueden romper con facilidad y dar lugar a moretones.
Está claro que una de las principales razones para que esto suceda es el envejecimiento natural de la piel, el cual es un hecho inevitable y atribuible a la carga genética de cada individuo, pero también es verdad que hay otros factores que intervienen en este proceso y en los que podemos influir para retrasar el daño celular, como son alimentación, estrés y exposición a factores ambientales.
Por ello, si pensabas que a los 40 años es poco lo que se puede hacer por mejorar el aspecto de la piel, te tenemos la buena noticia de que estabas en un error. No en vano, algunos expertos calculan que hasta 80% de los signos de envejecimiento no se deben al paso del tiempo, sino al estilo de vida.
En efecto, la piel tiene “memoria”, y ella refleja si nos hemos protegido o no al tomar el Sol o si nuestra alimentación aporta suficiente cantidad de vitaminas, minerales y proteínas; también muestra el empeño que hemos tenido al beber suficiente agua diariamente o practicar ejercicio de manera regular, o bien, si manejamos adecuadamente la tensión emocional o abusamos de sustancias tóxicas contenidas en bebidas alcohólicas y tabaco (la nicotina es uno de los compuestos que más daña al colágeno, proteína encargada de dar firmeza a los tejidos).
A pesar de que las primeras arrugas aparecen desde los 30 años, aproximadamente, a partir de los 40 la piel empieza a resecarse y a perder firmeza. Para evitar este problema es imprescindible que desde la cuarta década de vida o poco antes se utilicen cremas humectantes, regeneradoras y reafirmantes todos los días.
En este sentido, los ingredientes antienvejecimiento más efectivos con que contamos en la actualidad son retinol, ácido láctico y ácido glicólico, antioxidantes y coenzima Q10; todos ellos estimulan la renovación celular y regeneran la epidermis, reduciendo visiblemente arrugas y flacidez.
Empero, cabe aclarar que su uso no elimina la necesidad diaria de hidratación y protección, por lo que la crema humectante o nutritiva ha de ser compañera inseparable de estos tratamientos, junto con el uso de protector solar.
Un buen punto de partida para saber qué producto elegir entre la amplia variedad que encontramos en el mercado es acudir al dermatólogo o cosmetólogo para que determine cuál es el tipo específico de piel que se posé (seca, grasa, mixta o normal), ya que de ello depende el tipo de cuidados en que debe hacerse énfasis.
Una vez que se cuente con esta información resulta más sencillo determinar qué productos te ayudarán, mismos que pueden contener uno o más de estos elementos:
Coenzima Q10. Capaz de reducir la profundidad de las arrugas y estimular la actividad celular; es imprescindible en cualquier tratamiento antienvejecimiento.
Vitaminas C y E.
Se les denomina antioxidantes y bloquean a los llamados radicales libres, responsables de acelerar el proceso de envejecimiento. Además, reafirman los tejidos, aclaran las manchas de la piel, mejoran el flujo sanguíneo, estimulan la producción de colágeno e incrementan la resistencia contra la radiación solar.
Retinol (vitamina A). Actúa a profundidad en la dermis, que es donde se originan las arrugas, y por ello frena o atenúa las líneas de expresión. También mejora la producción de colágeno y combate la resequedad.
Pantenol (vitamina B5). Aumenta el nivel de humedad en la piel, es antiinflamatorio y ayuda a la dermis a reponerse de la exfoliación (eliminación de células muertas), así como de algún golpe o herida. Por si fuera poco, proporciona elasticidad y suavidad.
Isoflavonas. Se obtienen principalmente de la soya y son hormonas vegetales con propiedades nutritivas, hidratantes, regeneradoras, protectoras y suavizantes para la epidermis, sin olvidar que neutralizan a los radicales libres.
Otros compuestos que han mostrado eficacia en el cuidado de la piel madura y que los laboratorios especializados en cosméticos incluyen dentro de sus fórmulas para mantener más tiempo la tersura de la piel, son:

Té verde y blanco. Se han incorporado al haber mostrado alta efectividad en la lucha contra los radicales libres.
Levadura de cerveza. Diminuto hongo que se encuentra en la piel de algunas frutas y en el preparado de cebada que se emplea para la elaboración de bebidas alcohólicas. Es rico en vitamina B, minerales y aminoácidos, por lo que resulta adecuado para el cuidado de piel, cabello y uñas.
Aceite de onagra. De la semilla de esta planta se obtienen ácidos grasos esenciales (linoleico y g-linoleico), que son excelentes hidratantes, previenen la aparición de arrugas y proporcionan elasticidad a la piel.
Alfahidroxiácidos (AHA). Son ampliamente utilizados en la actualidad porque estimulan la producción de colágeno y elastina (proteína que ayuda a dar elasticidad). Los más empleados son los ácido láctico y ácido glicólico, pues también ayudan a la eliminación de células muertas.
Es importante mencionar que tampoco ha pasado desapercibida la función renovadora de ciertos elementos de origen vegetal (fitonutrientes) contenidos en gingko biloba, ginseng, lavanda y romero; lo mismo ha ocurrido con el poder humectante y reparador de lesiones del aloe vera (sábila), las cualidades antiinflamatorias y astringentes (limpiadoras) de la manzanilla o la protección ofrecida por los cítricos, de modo que no es extraño encontrarlos, juntos o por separado, en las fórmulas de cremas y tratamientos antienvejecimiento.

Por cierto, debemos recordar la importancia de aplicar correctamente el tratamiento elegido; así, además de seguir las instrucciones de uso al pie de la letra y de conocer las posibles contraindicaciones, es de utilidad recurrir a masaje suave que facilite la penetración de la crema, así como a suaves golpes sobre la piel (principalmente en rostro y cuello) que reactiven la circulación sanguínea y permitan la tonificación (fortalecimiento) de los músculos.

Otras atenciones
Nunca está de más comentar que el cuidado de la piel no depende sólo de la aplicación de tratamientos, sino que requiere otras medidas de atención igualmente importantes:

Se debe evitar la exposición excesiva al Sol sin bloqueador solar, sobre todo entre las 11:00 de la mañana y las 3:00 de la tarde.
Quienes trabajan en oficinas y lugares cerrados deben regular el uso del aire acondicionado o calefacción, ya que estos sistemas resecan demasiado la piel.
Es importante reducir o, mejor aún, erradicar el consumo de tabaco, pues contiene múltiples sustancias que generan envejecimiento celular.
Se debe mantener alimentación balanceada, rica en cereal integral, frutas, verduras, pescado y carnes blancas, a fin de lograr adecuado aporte de aquellos nutrientes que benefician a la piel, como son vitaminas A, C, E y del complejo B, además de minerales como selenio, zinc y hierro.
Se debe efectuar práctica regular de ejercicio, por ejemplo, caminata durante 30 a 45 minutos, al menos tres veces por semana.
También es conveniente realizar alguna práctica de relajación y dormir adecuadamente, a fin de manejar en forma óptima el estrés y permitir la regeneración de tejidos.
No menos importante es el consumo de agua en cantidad suficiente, siendo ideal beber 2 litros (8 vasos) al día.
Retira el maquillaje de tu rostro antes de dormir, a fin de eliminar impurezas y permitir el descanso de la piel del rostro.
Como puedes apreciar, todavía no es posible hacer nada contra el paso del tiempo; sin embargo, mantener tanto adecuada salud de la piel como jovial aspecto está en nuestras manos, y consiste en llevar estilo de vida equilibrado, además de evitar aquellos factores ambientales que pueden acelerar el proceso de envejecimiento.