La epidemia llega a Oaxaca

Como si fuera una plaga de imposible contención, la epidemia de los malos gobiernos (corrupción, endeudamiento, ineptitud, soberbia, intereses en conflicto, desapego) está a punto de azotar a Oaxaca. La desgracia de Veracruz, Chihuahua, Tamaulipas, Durango, Quintana Roo y cualquier otro lugar mencionado por usted, lector, no podía dejar sin su coletazo a los oaxaqueños.
Muchas veces los politólogos fracasan en sus análisis. Pero para eso están en ocasiones los artistas, los hombres de la cultura, quienes desde su mirador pueden (y deben) ejercer los juicios de su sensibilidad. Esta es una carta (resumida) enviada por Sergio Hernández, uno de los más notables pintores oaxaqueños de fines del siglo pasado y éste, a Gabino Cué a pocos días del término del gobierno. Éstas sus palabras; éstos sus juicios.
“Los gobernadores, y en general las instituciones controladas por ellos, no suelen procesar bien la franqueza. Mucho menos la crítica lógica y sana.
“Acomodados al fingimiento, reciben la verdad como una provocación, como peligrosa deslealtad contra la tranquila convivencia, peligrosa para la operación rutinaria de una estructura. Al mal gusto de llamar las cosas por su nombre se responde de inmediato con apelaciones a la costumbre, es decir, a la evasiva y al “no es para tanto”, o deslegitimando a quienes “ se oponen al progreso de Oaxaca”, por citar un caso personal.
“Por eso fue tan sorprendente para Cué, la protesta por la construcción del dizque centro cultural en el cerro del fortín, que terminó un incómodo y peligroso estacionamiento que violó todas las normas y reglamentos, con tal de beneficiar a los propietarios del Hotel Victoria dándoles la oportunidad de ganar más dinero y ofrecer mejores regalos (como casas) a los gobernantes que se irán en pocos días.
“Una nota sobre la ‘Casa Blanca’ del gobernador publicada por un periódico de la capital del país este año; un reportaje sobre obras inconclusas como hospitales, caminos, el Centro Cívico Cultural y todo sin información clara ni transparencia junto con otras notas, nos dejan advertir un gobierno que dejará una deuda de 16 mil 200 millones de pesos.
“Otro diario de alcance nacional publicó números de cuentas bancarias con depósitos hasta por 7 mil millones de pesos como muestra del enriquecimiento ilícito en este sexenio de un ex colaborador del gobernador Gabino Cué. Estos reportajes, extraordinarios en la historia de nuestra vida pública de Oaxaca, muestran que nada cambió para mejorar.
“Por otro lado los artistas de Oaxaca presentamos entonces un diagnóstico crudo sobre los resultados de los programas culturales que, poco a poco, habían abandonado sus tareas esenciales. En este documento más de 100 artistas de todo el país, hacemos nueve propuestas. Además el conciso y contundente documento representa una inusitada autocrítica y crítica institucional al pobre desarrollo cultural en nuestro estado…
“…El proyecto de Cué era tan ambicioso que trazaba lo elemental como meta: que los pobres sean menos pobres mediante la creación de más empleos, pero nada de eso logró.
“También prometió un gobierno democrático, transparente y honesto. Se trataba de un régimen “de alternancia” que no ofrecería obsequios; reclamaba compromisos de los funcionarios hacia los sectores productivos, buscaba terminar con los privilegios disfrazados de derechos. Nada.
“Los cambios fracasaron por la fuerza de las resistencias corporativas y por su propia camarilla de incondicionales.
“Como gobernante fue, tal vez, la última oportunidad de un gobierno diferente a los del PRI (habiendo sido priista de entraña) pero fracasó y tuvo que aceptar la derrota electoral. Un retroceso absoluto.
“Creyó que no se sabían o no se notaban sus abusos e imposiciones al gobernar, se creyó síntesis de toda nuestra historia, como emblema de una identidad y como proyecto vivo. Falso y arrogante.
“El sentimiento de la mayoría de los oaxaqueños es que todo lo hizo lejos de los gobernados sin acercarse a la ciencia política de la cual presumió saber. Mintió.
“Total, fue un gobernador complaciente con sus colaboradores quienes apabullaron con su condescendencia, todos los derechos sociales. Fue un exótico servidor público. Lo fue por su aparente franqueza, pero sobre todo por la ausencia e intensidad de convicciones y valores. También fue impulsivo y propenso al arrebato y a la estigmatización de quienes no estuvieran de acuerdo con él. “No hablaba con la verdad; verbalizaba con fingimiento para congraciarse con la prensa, para recibir el aplauso pagado. “En verdad, vanidoso al fin, le importaba otra cosa: el elogio y autoelogio. No es extraño que su última batalla haya sido una “batalla por su nombre”, por su honor por su egolatría en síntesis, no por la reivindicación de principios de equidad, igualdad o por los valores cívicos.
“Entendía que la mentira se convierte verdad mientras más se repite.
“Dedicó Gabino Cué buena parte de su vida a la política sin llegar a ser, auténticamente, un político. Acentuaba sinceramente su marginalidad: insistía que estaba de paso, que no pertenecía a ningún partido y que pronto regresaría a lo suyo.
“Y lo suyo son los amigos con negocios”.