Importancia de la siesta

Descansar un poco después de la comida es una costumbre bastante antigua que aunque es practicada por muchos pueblos, generalmente se asocia a las naciones herederas de la cultura grecola-tina; de hecho, la palabra siesta proviene del verbo «sestear» que los romanos crearon para designar el descanso acostumbrado en la «hora sexta», que en nuestra actual forma de medir el tiempo corresponde al periodo comprendido entre las 14:00 y las 16:00 horas.
Nadie pone en duda que el sueño ocupa un lugar relevante dentro de nuestra calidad de vida e influye en nuestro estado de salud, amén de que los médicos repiten continuamente lo importante que es dormir lo suficiente. Pero, independientemente de que se procure contar con las horas de descanso nocturno adecuadas, aproximadamente al mediodía el cuerpo delata cierta somnolencia. ¿A qué se debe?
Aunque muchas personas consideran que esto es una consecuencia del proceso digestivo, especialistas en trastornos del sueño sostienen que en realidad el cerebro del ser humano pide un momento de descanso que llega, efectivamente, un par de horas después de iniciada la tarde. Asimismo, aclaran que una comida pesada lo único que hace es acentuar esta necesidad corporal, y que para tratar de contrarrestar este hecho se recurre al consumo de bebidas estimulantes después de comer, como café o té.
Es así que muchas personas se preguntan si esta añeja costumbre es sana, ya que hay ocasiones en que después de practicarla se experimenta malhumor y cansancio; también tienen sus dudas las personas de la tercera edad, pues aunque llegan a encontrar esta práctica placentera no les brinda el descanso necesario luego de una serie de noches de insomnio. Todos estos puntos de vista tienen su explicación, la cual te invitamos a conocer.
La siesta está muy extendida en Europa, pero de manera contraria a lo pensado, el país donde tiene mayor aceptación no es latino. En efecto, un estudio estadístico del Instituto para la Investigación del Sueño y la Medicina de Regensburg (Alemania), efectuado en cinco países del «viejo continente», demostró que prácticamente 1 de cada 4 alemanes tiene el hábito de descansar después de comer. La encuesta, respondida por 19 mil personas, sorprendió a los investigadores, ya que no esperaban que los alemanes fueran los más apegados a la cultura de la siesta, por delante de italianos (16%), ingleses (15%), españoles (9%) y portugueses (8%), pero encuentran una explicación en que los horarios de trabajo impuestos en Alemania obligan a los ciudadanos a levantarse muy temprano, incluso antes de las seis de la mañana, y por ello el cerebro exige un poco de reposo.
Al conocer estos resultados, la Universidad de Regensgurg llevó a cabo otro estudio, tomando como escenario a la pequeña ciudad Vechta, al suroeste de Hamburgo (Alemania), pero ahora para conocer el efecto de la siesta en el rendimiento. Esta segunda investigación consistió en otorgar a los trabajadores de compañías locales la oportunidad de descansar durante 20 minutos en la oficina o salir a relajarse de alguna manera después de la hora de comida.
Los empleados, que en un principio acogieron la medida con cierta duda, comenzaron a aumentar su rendimiento semanas después de aplicada la nueva política. La conclusión a la que se llegó es que el reposo luego del mediodía mejora el rendimiento intelectual, las capacidades de concentración, atención y reacción, así como la alerta cerebral. Así, se concluyó que este descanso reactiva el estado de alerta al grado de que los índices de accidentes y errores cometidos por falta de reposo disminuyen.
Por su parte, sencillo estudio dirigido por el doctor Jim Horne, especialista del Centro para la Investigación del Sueño en la Universidad Loughborough (Inglaterra), confirma las conclusiones de los alemanes. Tras darse a la labor de recopilar estadísticas en Gran Bretaña, el científico estableció que la mayoría de los accidentes de tránsito ocurren entre las 2 y las 5 de la tarde, por lo cual los especialistas consideraron que cuando el sueño asalta a un conductor, lo mejor es estacionarse y tomar una siesta, la cual puede salvar su vida y la de los demás.
No es extraño entonces que cada vez sean más las empresas europeas que han incorporado los beneficios de la siesta y, para ello, en muchas se han habilitado secciones para que los empleados puedan relajarse en cómodos sillones. Se están volviendo populares las salas de descanso o nap lounges, en tanto que es cada vez más común la creación de salas de televisión en posadas y fondas instaladas a un lado de las carreteras para que los camioneros descansen y repongan fuerzas.
Como dato adicional, cabe mencionar que otras investigaciones han concluido que las pesadillas o episodios de terror nocturno en los niños pueden deberse a alto grado de cansancio, por lo que muchos pequeños con este problema se benefician al adoptar la costumbre de dormir diariamente después de la comida.
Se ha encontrado que la siesta es tan importante en los primeros años de vida como lo es el sueño nocturno, y que a medida que el infante crece el tiempo de la siesta se reduce. En términos generales, al cumplir el primer año un niño dormirá entre 1 y 2 horas después de la comida; hacia los dos años, lo normal es que el descanso dure una hora y media, aproximadamente, mientras que al llegar al tercer año se reduce el tiempo a una hora. Es importante que, para lograr buenos resultados, esta práctica se lleve a cabo más o menos a la misma hora todos los días.

La mejor siesta
Debido a que la evidencia obtenida por estos y más trabajos similares permiten concluir que la siesta es una práctica adecuada, ¿por qué entonces llega a generar somnolencia y mal humor? La respuesta, dicen los especialistas, es que el descanso prolongado en horario diurno hace que una persona se adentre en una etapa más profunda del dormir, conocida como de movimiento ocular rápido (MOR, también conocido como REM, por sus siglas en inglés) y ya no resulta tan fácil despertar.

A medida que las fases del sueño avanzan se va generando un bloqueo normal en la recepción de la información proveniente de los sentidos, de modo que relajarse es más sencillo; a esto se suma una natural parálisis muscular que impide que representemos aquello que soñamos (correr, brincar, mover brazos y manos). Ambos fenómenos son más intensos en cuanto se reposa por más de 40 minutos, y es por eso que despertar luego de este periodo genera desorientación y algunas veces malestar.

De ahí que los especialistas en trastornos del sueño sugieran que el descanso, tomado aproximadamente 10 o 15 minutos después de comer, debe durar alrededor de media hora, pues un sueño más largo puede producir lo contrario a lo que se busca, es decir, genera más somnolencia, mayor dificultad de concentración y ante todo la sensación de no haber descansado.

Un hecho similar padecen las personas de la tercera edad, sólo que en ellos el fenómeno puede volverse crónico, generando insomnio durante la noche y una alteración considerable de su ciclo de sueño y vigilia, dando lugar a un problema conocido como trastorno del ritmo circadiano.

El sueño es más frágil en los adultos mayores, de modo que suelen pasar noches en vela sin encontrar la forma de descansar. Al llegar el día, su cansancio es tal que inevitablemente duermen, sólo que lo hacen durante tiempo muy prolongado. Así, aunque al despertar se sienten descansados, llega la hora comúnmente establecida para dormir y, de nuevo, sufren insomnio, pero cada vez más pronunciado, logrando dormir hasta altas horas de la madrugada, creando un círculo vicioso en el que su horario se modifica respecto a lo que sus actividades y gustos sugerirían como razonable.

Por ello, se aconseja que las personas de la tercera edad observen cuidadosamente la norma de no prolongar la siesta más allá de 30 minutos, y se les sugiere que siempre que la siesta afecte su rendimiento y sueño nocturno, acudan al especialistas en trastornos del sueño para conocer la mejor manera de realizar esta práctica o incluso para determinar la conveniencia de seguir llevándola a cabo.

En conclusión, para obtener beneficios de la siesta sin riesgos conviene tener en cuenta, de acuerdo a los especialistas, algunos aspectos:

La siesta puede ser practicada por todo individuo que lo crea conveniente, pero no por más de media hora.
El reposo a media tarde es especialmente benéfico para bebés y niños.
No se aconseja esta costumbre en personas que padecen insomnio o tienen problemas con los ciclos sueño-vigilia (como los trabajadores nocturnos), a menos de que un especialista lo indique, detallando las características del descanso.
La duración ideal de la siesta es media hora, aunque para algunos 10 minutos pueden ser suficientes.
Sobrepasar 40 minutos de siesta distorsiona los efectos positivos de este hábito porque se entra en sueño profundo del que cuesta trabajo despertar.
Para reposar es mejor emplear un sofá o silla que la cama; así se asegura una duración más cercana a la ideal aconsejada por los expertos.
Las mujeres embarazadas pueden recurrir a este hábito sin problemas ni indicaciones especiales.
Por último, considera que una siesta no es pérdida de tiempo, sino un hábito que contribuye a mejorar el rendimiento y que reduce los riesgos a los que nos exponemos en nuestras actividades laborales y cotidianas, ya que con ella mejora la agudeza mental.